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posible que podamos cambiar nuestras acciones, pero nunca
podremos cambiar nuestra naturaleza. Puede que ya no robemos,
pero en nuestros corazones podemos seguir albergando envidia y
celos. No podemos asesinar, pero podemos seguir mostrando odio y
arrebatos de ira. Es posible que no cometamos adulterio, pero aún
podemos hist en nuestros corazones. No podemos inclinamos ante
los ídolos, pero aún podemos adorar las posesiones materiales.
Podemos hacer buenas obras, pero aún podemos tener ambiciones
egoístas.
Tranformado mirando su rostro
A través de reglas y regulaciones, las religiones pueden tratar de
modificar nuestro comportamiento, pero solo el Espíritu del Señor
puede transformar nuestra naturaleza y esencia. Es similar a la
diferencia entre un cambio físico y un cambio químico. Un cambio
físico provoca una transformación en la forma de un objeto, pero su
composición sigue siendo la misma. Las moléculas se reorganizan,
pero la estructura interna no se altera.
Por otro lado, un cambio químico no solo transforma la forma del
material, sino que también cambia la composición del material al
alterar la estructura real de las moléculas. Por ejemplo, si tomamos
unas tijeras y cortamos un trozo de papel cuadrado en un trozo
redondo, la forma del troquel cambia, pero sigue siendo papel.
Sin embargo, si tomamos un trozo de papel y lo incendiamos, no
solo cambiará la forma del papel, sino también su composición. Ya
no será papel; se transformará en cenizas. La esencia misma del
papel ha cambiado.
Las religiones pueden cambiar la forma en que vivimos, pero solo el
Espíritu Santo puede transformar nuestra propia naturaleza. La
religión trata de cambiarnos de afuera hacia adentro; El Espíritu
Santo nos transforma de morir de adentro hacia afuera.