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ANDRES BISONNI MI AMADO ESPIRITU SANTO (1) (1)

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(M

"Ama a tus enemigos, haz el bien a los que te odian, bendice a los

que te maldicen y reza por los que te usan con rencor" (Lucas 6: 27­

28).

Las personas también otorgan derechos legales a los espíritus

malignos y permiten que esos espíritus influyan en sus vidas al

involucrarse en lo oculto. Aquellos que practican brujería,

adivinación o hechicería, y aquellos que conjuran hechizos, están

abriendo sus vidas a espíritus demoníacos. Las personas que

consultan a los médiums y los que llaman a los muertos también

están abriendo sus corazones a los espíritus malignos (Deuteronomio

18: 10-12, 2 Reyes 21: 6, 2 Crónicas 33: 6).

Incluso si las personas buscan inocentemente ayuda con buenas

intenciones, el enemigo seguirá aprovechando la autoridad que se le

ha otorgado para finalmente destruir a sus vidas. Las personas que

han estado involucradas en lo oculto, pero que desean vivir en

libertad, deben renunciar a estas prácticas y hacer de Jesús el Señor y

Salvador de sus vidas.

Cuando Jesús nos enseñó a orar, nos dio las llaves de la libertad

espiritual. Nos enseñó que deberíamos decir: "Y perdónanos nuestras

deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores"

(Mateo 6:12). Jesús nos enseñó a tratar primero con la raíz del

problema. Primero, debemos arrepentimos específicamente de

nuestros pecados, y también debemos perdonar a los demás.

Entonces Jesús nos enseñó a continuar orando por nuestra liberación

al decir: cc Líbranos del maligno ”(Mateo 6:13). Una vez que el

enemigo pierde sus derechos legales sobre nuestras vidas, debemos

ordenarle que se vaya en el nombre de Jesús.

La Escritura nos dice: “Por lo tanto, someteos a Dios. Resiste al

diablo y él huirá de ti ’’(Santiago 4: 7). Podemos resistir al diablo,

pero si no nos sometemos primero a Dios, el diablo no huirá de

nosotros. También podemos someternos a Dios, pero si no resistimos

al diablo, él no huirá de nosotros. Debemos hacer ambas cosas:

someter nuestra voluntad a la voluntad de Dios y rechazar al

enemigo.

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