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A medida que el Espíritu de Dios se mueve sobre nuestros
corazones, la amargura, la ira, la culpa, la vergüenza, la depresión y
la paciencia abandonan nuestras almas, y Él imparte su amor, alegría,
paz y libertad.
Un joven una vez compartió conmigo que cuando era niño, había
recibido tanto rechazo de otros niños en la escuela que había dejado
una herida profunda en su corazón. Me dijo que cuando el Espíritu
Santo le ministró, recibió una visión en el cabrestante y vio un
pajarito que intentaba volar con un ala rota. Cuando el pájaro
intentaba despegar, caería nuevamente y se lastimaría aún más. El
joven sabía que este pajarito lo representaba. Luego vio a Jesús
levantar el pájaro, y mientras lo sostenía en sus manos, el ala rota se
curó. Entonces Jesús abrió sus manos y el pájaro se fue volando
libremente. Las lágrimas corrieron por el rostro del joven mientras
compartía esta historia conmigo, porque Su corazón ahora estaba
restaurado y libre.
Las Escrituras también comparten la historia de un hombre que
sufría de lepra, y debido a su enfermedad, su familia y la sociedad
también lo rechazaron. Se vio obligado a vivir solo fuera de la
ciudad. Extranjero descubrió que Jesús era la ciudad, entró en la
ciudad y se humilló ante Jesús arrodillándose ante él. El hombre
también lo adoró y dijo: "Señor, si estás dispuesto, puedes
limpiarme". La Biblia nos dice que Jesús se conmovió con
compasión, y "Extendió la mano y lo tocó, diciendo: Estoy dispuesto
a ser limpiado". Inmediatamente la lepra lo dejó "(Lucas 5: 12-13).
Cuando Jesús tocó a este hombre, el Espíritu del Señor que estaba
sobre Jesús vino sobre este hombre con poder, trayendo no solo
curación física, sino también curación emocional. Después de ser
rechazado por tanto tiempo, Jesús le mostró que era amado y
aceptado. A medida que nos acercamos a Jesús, buscándole
humildad, Él también tocará nuestras vidas a través de Su Espíritu.
Su toque sanará y restaurará nuestras almas. Jesús no rechazó al
hombre como todos los demás. De la misma manera, el Señor nunca
nos rechazará cuando nos acerquemos a Él con humildad.
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