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PAGINA DELLA CHIESA
sti due poli devozionali. Oltretutto il
culto dell’Addolorata è molto sentito
fino ai nostri giorni, con un radicamento
che risale nel tempo. Già alla
fine del Seicento Innocenzo XI aveva
istituito la festa dei Sette Dolori di
Maria, ma all’inizio dell’Ottocento Pio
VII, che era stato prigioniero di Napoleone
per cinque anni, una volta liberato,
iscrive questa festa nel calendario
liturgico della Chiesa universale. A testimonianza
dell’antica venerazione,
la chiesa di Sant’Andrea ha custodito i
quadretti della Via Matris (ora nel Museo
diocesano): sono sette dipinti ottocenteschi
di Antonio Vianelli, creati
per facilitare la pia pratica della coroncina
dei Sette Dolori di Maria.
È una devozione quest’ultima, che
ha affascinato anche il servo di Dio
padre Emilio Venturini, il quale ha
lasciato in eredità alle figlie del cuore
(le Serve di Maria Addolorata) – con
l’attenzione agli ultimi e ai sofferenti
– l’aristocrazia spirituale della sofferenza.
Giuliano Marangon
síntesis
Obra maestra
aristocrática
La Iglesia de San Andrés apóstol,
reconstruida en 1743, donde se encontraba
anteriormente un templo
medieval, presenta una arquitectura
aristocrática en sus ornamentos y decoración.
La noble fachada enmarca el portal
y el ventanal a media luna con una serie
de columnas altas. El conjunto viene
completado con dos portales menores
engalanado con un tímpano. Al
barroco de la fachada corresponde el
interior con tres naves, sencillas. Aris-
tocráticos los ornamentos, valiosas las
estatuas de los santos Pedro y Andrés,
Felix y Fortunato, San Nicolás y San
Juan Nepomuceno. Aristócrata el baptisterio
del siglo XVI, como también la
pintura de la crucifixión de Palma (o
del Buonconsiglio?) con la disposición
simétrica de los personajes y la expresión
de un dolor digno. Preciosa la
estructura de plata que decora el altar
de la Virgen de los Dolores.
Las dos cofradías históricas (la de
los pescadores y la de la Dolorosa)
atestiguan la adhesión de los fieles a
estos dos polos devocionales. El culto
a Nuestra Señora de los Dolores fuertemente
presente hasta nuestros días,
extiende sus raíces en el tiempo. Como
testimonio de esta antigua veneración,
la Iglesia de San Andrés ha salvaguardado
la Vía Matris (ahora en el Museo
diocesano): pinturas del ochocientos
creadas para facilitar la práctica piadosa
de la corona de los siete dolores
de María. Es la devoción, que ha fascinado
al siervo de Dios padre Emilio
Venturini, quien ha dejado un legado
a sus hijas del corazón (Las Siervas de
María Dolorosa) – con la dedicación a
los últimos y a los que sufren – la aristocracia
espiritual del sufrimiento.