AAS 80 - La Santa Sede
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216 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale 2. En las cartas que muchos de vosotros enviasteis a Roma con ocasión de esta visita pastoral, habéis querido poner de manifiesto cir cunstancias, anhelos, situaciones dolorosas y, también, las esperanzas que anidan en vuestros corazones. En mis encuentros frecuentes con trabajadores de todo el mundo, oigo hablar a veces de motivos de tristeza, desánimo, desesperanza, originados, en gran parte, por un creciente desempleo. Es cierto que el mundo laboral presenta graves motivos de preocupación. Los conozco bien. Pero no es menos cierto que tales motivos no deben lle varos al derrotismo, a la pasividad, a la falta de esperanza. Nuestra fe católica nos da motivos suficientes para no desesperar jamás, por difícil y dura que pueda parecer cualquier situación. En la Encíclica Laborem exercens, señalaba al mundo de la pro ducción un objetivo concreto y claro : conseguir que la actividad humana mire, sobre todo, a los valores personales. « En caso con trario, en todo el proceso económico surgen necesariamente daños in calculables; daños no sólo económicos, sino ante todo daños para el hombre ». 2 Hoy os invito además a no conformaros con una visión empobrecedora y deformada del trabajo; mi deseo es que penetréis en la profunda riqueza que puede aportar a la vida, al espíritu de cada persona. De cómo lo comprendáis depende, en buena parte, no sólo el sentido de vuestra vida, sino también el alcance y los frutos de vuestro asociacionismo laboral o empeño sindical. Sois conscientes de que cuando el mundo socioeconómico se organiza en función exclusiva de la ganancia, las dimensiones propiamente humanas sufren detrimento. Ello puede llevar al desinterés por la calidad del trabajo, y perjudica la tan deseada cohesión y solidaridad entre los trabajadores. Algunos pretenden que el único móvil de vuestra vida sea el dinero y el consumo; si os dejáis polarizar exclusivamente por esta motivación, os incapacitáis para descubrir el gran contenido de realización personal y de servicio que encierra vuestra labor pro fesional. Per eso, os insisto en que no podéis conformaros con unos objetivos de corto alcance, cuya única finalidad se reduzca a la concertación colectiva de las remuneraciones y a la disminución de las horas labo rales. Ante los problemas de la sociedad moderna, tampoco podéis aceptar que los mayores esfuerzos del asociacionismo laboral se este- 2 N. 15.
Acta Ioannis Pauli Pp. II 217 rilicen en inoperantes litigios políticos, que en ocasiones instrumen- talizan vuestros anhelos con el fin de alcanzar posiciones ventajosas. Es justo que exista una noble contienda sindical, pero encaminada a conseguir los objetivos propios del mundo laboral, dirigida a fortalecer la solidaridad y elevar el nivel de vida material y espiritual de los trabajadores. Es cierto que la íntima relación existente entre el mundo laboral y la vida política —el llamado (( empresario indirecto »— exige un constante contacto y diálogo entre trabajadores y políticos. Debe ser siempre un diálogo constructivo, que no mire sólo a intereses de parte, sino al bien de toda la gran familia argentina, en perspectiva latinoamericana e incluso mundial. 3. Vuestro país, vuestra sociedad, goza un fuerte y dinámico aso ciacionismo laboral que, como sabéis, costituye un « elemento indis pensable de la vida social ». 3 Pero tal elemento, aun siendo indispen sable, no puede ser identificado con la lucha de clases sociales; tal concepción es ideológica e históricamente errónea, y sus peores conse cuencias terminan por recaer sobre los hombres y mujeres del mundo laboral. « El trabajo tiene una característica propia que, antes que nada une a los hombres, y en esto consiste su fuerza social : la fuerza de construir la comunidad ». 4 Asimismo los frutos de vuestro asociacio nismo deben ser siempre constructivos, de manera que todas sus virtua lidades estén al servicio de la persona y de la sociedad entera, y no sean utilizadas contra la comunidad y contra el hombre mismo. La gran meta del sindicato ha de ser el desarrollo del hombre, de todos los hombres que trabajan, y para ello : « son siempre necesarios nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo )). 5 El Papa quiere alentaros a dar un paso ulterior en la solidaridad, ani maros a que vuestros esfuerzos sean promotores, cada vez más, de la dignidad inalienable del hombre, de cada hombre, de cada trabajador, y que contribuya siempre a su realización personal. Sólo así cumpliréis vuestra misión de promover y defender « los intereses vitales de los hombres empleados en la diversas profesiones ». 6 Será una pena que faltase la solidaridad entre los trabajadores, cuando las condiciones laborales se vuelven degradantes o cuando 3 Ibid., 20. * Ibid. 5 Ibid., 8. 6 Ibid., 20. 15 A. A S.
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persona. De cómo lo comprendáis depende, en buena parte, no sólo el<br />
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Per eso, os insisto en que no podéis conformaros con unos objetivos<br />
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