AAS 80 - La Santa Sede
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208 Acta, Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale este proceso de unidad interior y de armonía con toda la creación : el pecado, la ruptura con Dios, la enemistad con el hermano. Vivimos en una sociedad que, a veces, parece haber perdido la conciencia del pecado, precisamente porque ha perdido el sentido de los valores del espíritu que han de animar cualquier auténtico humanismo. El hombre salido de las manos del Creador, sólo hallará su realización plena cuando en su mente y en su conducta, a nivel individual y a nivel social, se asimile a su condición de « imagen y semejanza de Dios ». 8 El pecado, en última instancia, es la destrucción del don de Dios que, mediante Cristo Salvador, se nos entrega en el Espíritu. 3. Cristo vence el pecado con el sacrificio de la Cruz, « oblación del amor supremo, que supera el mal de todos los pecados de los hombres ». 9 Vence, pues, por medio de la obediencia al Padre hasta la muerte, transformada ya en misterio pascual de resurreción. 10 Esta superación del pecado por medio del amor es un nuevo inicio del (( restituir )) a Dios todas las cosas y toda la humanidad como cosa suya. Gracias al misterio pascual de Cristo, todo es de Dios en sentido aún más pleno : como universo redimido y restaurado en Cristo. 11 El hombre como persona y la humanidad entera pueden, en Cristo hacer de la propia existencia una donación a Dios y a los demás. Es doloroso reconocer que el propio pecado ha crucificado a Cristo que vive en el hermano ; pero es consolador encontrarse con Cristo crucificado que muere amando para destruir el pecado y restaurar al hombre. Ese hombre perdonado y restaurado, como san Pablo o san Agustín, es quien mejor puede anunciar a todos el perdón y la reconciliación. ¿No es verdad que en esta perspectiva tan grandiosa del Evangelio, se reaviva la esperanza cristiana, que sabe construir la paz anunciando a todos el perdón y la reconciliación en el gozo de Cristo resucitado? 4. La liturgia nos ha ido acercando poco a poco a la celebración de la Pascua, misterio del Emmanuel, Dios con nosotros. Jesucristo es el Hijo de Dios que ha sellado para siempre una Alianza de amor entre Dios y los hombres. (( El puso su morada entre nosotros » 12 y com- 8 Cf. Gen 1, 26. 9 Dominum et vivificantem, 31. 10 Cf. Fil 2, 8-11. 11 Cf Ef 1, 10. 12 Cf.Jn 1, 14.
Acta Ioannis Pauli Pp. II 209 partió nuestra misma existencia, hasta el punto de hacer de su muerte sacrificial la fuente de una nueva vida para todos los hombres. 13 Por Cristo y en la vida nueva del Espíritu, el hombre ya puede ser restituido a la Trinidad Santísima, pues de su cruz viene la fuerza de la redención. 14 El mundo y la humanidad entera, gracias a la muerte redentora de Cristo, el Hijo de Dios, han recuperado aquel equilibrio que habían perdido por el pecado, restableciendo la maravillosa unidad del cosmos y de toda la familia humana. Gracias al misterio pascual, todo el mundo creado participa de la gloria de Cristo resucitado y puede cantar el « cántico nuevo )) de los seguidores de Cristo, 15 del que se hace eco nuestra celebración litúrgica : (( Cantad al Señor un canto nuevo, cantad al Señor la tierra entera, cantad al Señor y bendecid su nombre ». 16 5. Nosotros todos, aquí reunidos para participar en esta Eucaristía, en la que se actualiza el misterio pascual por el que Cristo nos restituye al Padre, dirigimos nuestra mirada de fe profunda al Redentor 17 para reafirmarnos desde lo más hondo de nuestro corazón de que todos somos de Cristo. Somos totalmente suyos por el bautismo que nos configura sacra mentalmente con la muerte y la que Cristo recupera y entrega al comienzo a una vida nueva por la que Cristo recupera y entrega al Padre toda nuestra existencia en novedad de vida. Por el hecho de ser bautizados, somos ya llamados a ser santos, puesto que
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pecado, la ruptura con Dios, la enemistad con el hermano. Vivimos<br />
en una sociedad que, a veces, parece haber perdido la conciencia del<br />
pecado, precisamente porque ha perdido el sentido de los valores del<br />
espíritu que han de animar cualquier auténtico humanismo. El hombre<br />
salido de las manos del Creador, sólo hallará su realización plena<br />
cuando en su mente y en su conducta, a nivel individual y a nivel<br />
social, se asimile a su condición de « imagen y semejanza de Dios ». 8<br />
El pecado, en última instancia, es la destrucción del don de Dios que,<br />
mediante Cristo Salvador, se nos entrega en el Espíritu.<br />
3. Cristo vence el pecado con el sacrificio de la Cruz, « oblación<br />
del amor supremo, que supera el mal de todos los pecados de los<br />
hombres ». 9 Vence, pues, por medio de la obediencia al Padre hasta la<br />
muerte, transformada ya en misterio pascual de resurreción. 10 Esta<br />
superación del pecado por medio del amor es un nuevo inicio del<br />
(( restituir )) a Dios todas las cosas y toda la humanidad como cosa<br />
suya. Gracias al misterio pascual de Cristo, todo es de Dios en sentido<br />
aún más pleno : como universo redimido y restaurado en Cristo. 11 El<br />
hombre como persona y la humanidad entera pueden, en Cristo hacer<br />
de la propia existencia una donación a Dios y a los demás.<br />
Es doloroso reconocer que el propio pecado ha crucificado a Cristo<br />
que vive en el hermano ; pero es consolador encontrarse con Cristo<br />
crucificado que muere amando para destruir el pecado y restaurar al<br />
hombre. Ese hombre perdonado y restaurado, como san Pablo o<br />
san Agustín, es quien mejor puede anunciar a todos el perdón y la<br />
reconciliación. ¿No es verdad que en esta perspectiva tan grandiosa<br />
del Evangelio, se reaviva la esperanza cristiana, que sabe construir la<br />
paz anunciando a todos el perdón y la reconciliación en el gozo de<br />
Cristo resucitado?<br />
4. <strong>La</strong> liturgia nos ha ido acercando poco a poco a la celebración de<br />
la Pascua, misterio del Emmanuel, Dios con nosotros. Jesucristo es el<br />
Hijo de Dios que ha sellado para siempre una Alianza de amor entre<br />
Dios y los hombres. (( El puso su morada entre nosotros » 12 y com-<br />
8 Cf. Gen 1, 26.<br />
9 Dominum et vivificantem, 31.<br />
10 Cf. Fil 2, 8-11.<br />
11 Cf Ef 1, 10.<br />
12 Cf.Jn 1, 14.