03.03.2013 Views

DORNBRACHT - Butterfly Trading

DORNBRACHT - Butterfly Trading

DORNBRACHT - Butterfly Trading

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>DORNBRACHT</strong> the SPIRITof WATER Design as a part of culture and society<br />

184<br />

FIG. 09<br />

“Carlton”<br />

bien meditada. Había encontrado un objetivo.<br />

Y convertí la sensatez en la máxima de mi actividad.<br />

La Hochschule für Gestaltung que se fundó en<br />

Ulm después de la Segunda Guerra Mundial se<br />

entendía también como un nuevo comienzo<br />

democrático con el que debía renovarse la sociedad.<br />

Con la acentuación de la función, con su<br />

falta de adornos y su racionalidad, la HfG acuñó<br />

la imagen de la modernidad. La “Buena Forma”,<br />

que era poco emocional, que acentuaba la utilidad,<br />

que era atemporal y sensata, se convirtió<br />

durante décadas en sinónimo de diseño. Esta<br />

sobriedad ignoraba sin duda el gusto de las<br />

masas, ya que éstas no querían vivir en parcos<br />

bloques de viviendas, sino seguir representando<br />

y demostrando que uno ha vuelto a ser alguien y<br />

se ha podido permitir algo. Sin embargo, la<br />

reducción sutil y el vacío de la modernidad se<br />

convirtieron en signo de distinción, la sencillez,<br />

en lujo. De este modo, el diseño se alejó de sus<br />

objetivos originales y, sin darse mucha cuenta, se<br />

convirtió en algo para una minoría intelectual.<br />

Pisa el acelerador que me quiero divertir. Ya no<br />

tenía ganas de ser sensato. Podía pasar sin todas<br />

esas reivindicaciones sociales, sin la racionalidad<br />

y la seriedad. ¡Busquemos nuevos horizontes!<br />

¡Abandonemos lo obsoleto! ¡Busquemos lo<br />

nuevo, lo diferente, lo inusual! Me daba igual lo<br />

que pensase la mayoría de la gente. Descubrí el<br />

mundo de los ricos y hermosos, y durante algún<br />

tiempo me sentí allí muy bien acogido.<br />

Pronto empezó la rebelión contra el funcionalismo,<br />

la sensatez y la sobriedad. Los colores chillones y<br />

los paisajes urbanos de los años sesenta y setenta<br />

representaban una época que quería probar nuevas<br />

formas de convivencia y dejar tras de sí lo conven-<br />

cional. El lema funcionalista “form follows function”<br />

fue sustituido por “form follows fun” o<br />

“form follows emotion”. Por fin, los estridentes<br />

diseños de los años ochenta rompieron definitivamente<br />

con las ideas del funcionalismo. Aunque<br />

pensados sobre todo como crítica al dogma de la<br />

buena forma, hicieron aparecer en la sociedad la<br />

imagen de una disciplina de estilo de vida, embellecida<br />

a posteriori, pero que, en realidad, es un lujo<br />

prescindible. El diseño se convirtió en una noción<br />

de estilo sin sentido, que desde los “muebles de<br />

diseño” hasta la “ropa de diseño”, designaba todo<br />

lo que se salía de lo habitual, lo que era especialmente<br />

caro o lo que tenía una estética absurda:<br />

como si todo lo demás no hubiese sido diseñado.<br />

El diseño se convirtió en una expresión del mundo<br />

de lo superficial.<br />

Nadie es una isla. Me di cuenta de que estar en<br />

contra no era una posición a seguir a largo<br />

plazo.Y además la vida en el mundo pijo tampoco<br />

me satisfacía. ¿Quizá no era tan malo todo lo que<br />

mis padres se habían propuesto conmigo? Pero<br />

los tiempos habían cambiado. ¿Por qué ideales<br />

se puede luchar todavía? ¿Con qué se puede<br />

enriquecer al mundo?<br />

La batalla contra el funcionalismo ha sido librada,<br />

los dogmas son agua pasada. La cuestión de<br />

dónde debe clasificarse el diseño, entre el arte y<br />

la artesanía, ya no parece ser relevante para una<br />

disciplina que, al igual que todos los demás géneros<br />

culturales, ya no se puede percibir como una<br />

unidad: Los límites entre el diseño de productos,<br />

FIG. 10<br />

“Chaos”<br />

la arquitectura, la moda, las artes gráficas, el arte<br />

o los nuevos medios se han desdibujado. Con la<br />

“nueva sencillez” de los noventa, el diseño regresó<br />

por primera vez a sus raíces formales, pero sin<br />

reavivar su dogmatismo. Las nuevas formas no<br />

alborotadas representaban ante todo la necesidad<br />

de calma de una época que, debido a la globalización<br />

y a los nuevos medios, se volvía cada vez<br />

menos clara.<br />

Esta disciplina, ridiculizada durante mucho tiempo,<br />

puede que haya adquirido seriedad en la lucha por<br />

las cuotas de mercado, pero, al mismo tiempo, ha<br />

perdido su independencia en pro del marketing.<br />

Pero frente a los intentos de medir el diseño únicamente<br />

por su éxito de ventas y la comercialización<br />

de estilos de vida, cada vez más diseñadores<br />

contraponen una manera de proceder que no se<br />

puede clasificar tan claramente dentro de las pretensiones<br />

del marketing: Se han propuesto buscar<br />

contenidos y una nueva simbología que ya no<br />

quiere ser neutra, sino que comprende la subjetividad<br />

como calidad. Aparentemente sin esfuerzo,<br />

una nueva generación de diseñadores enlaza<br />

las tecnologías digitales y las nuevas formas con<br />

los ornamentos antiguos, con la artesanía, con lo<br />

tradicional, lo tejido a mano, lo bordado, lo trenzado<br />

y los drapeados. Ha descubierto el valor de<br />

las historias que cuentan las cosas acerca de nuestra<br />

cultura: del envejecimiento, del uso y del<br />

aprovechamiento, de los rituales y de las acciones.<br />

De su procedencia y de la historia del desarrollo<br />

de la propia categoría de producto. De la riqueza<br />

de las técnicas de fabricación antiguas y de los<br />

ornamentos de las más diversas culturas, épocas y<br />

lugares. De inventores, diseñadores y empresas,<br />

de antecesores y de arquetipos. Y, de este modo, la<br />

imagen de la funda de un pintalabios de Dior nos<br />

cuenta acerca de la rejilla de las sillas en las que<br />

se sientan las clientas de la casa de modas de París<br />

desde hace 60 años. Los diseños de jarrones de<br />

Hella Jongerius para Ikea citan ornamentos tradicionales<br />

de todo el mundo. Los diseñadores de<br />

Opel esconden un pequeño tiburón en la guantera<br />

del nuevo Corsa, que aparentemente ha pasado<br />

inadvertido en todos los controles del fabricante<br />

de automóviles, concediéndole así un encanto<br />

adicional. En los diseños altamente innovadores<br />

de Konstantin Grcic, se pueden identificar referencias<br />

a las formas arquetípicas de productos, o bien<br />

homenajes a objetos históricos. Patricia Urquiola<br />

pone en sus muebles de asiento unos drapeados<br />

que parecen flores. Las cocinas y los baños hace<br />

tiempo que han dejado de ser acumulaciones de<br />

objetos aislados de diseño, y se convierten en<br />

espacios rituales para el usuario.<br />

Por supuesto, con ello el diseño sigue sirviendo a<br />

los fines comerciales, a las tendencias cambiantes<br />

y a las modas: Desde la nueva simplicidad a través<br />

de la tendencia retro, de una nueva estética<br />

digital de alta tecnología, hasta una nueva burguesía<br />

que se constata actualmente desde todas<br />

partes. Sin embargo, es ahora cuando muchos<br />

reconocen que los estilos cambiantes no tienen<br />

que significar lo contrario de diseño: incluso los<br />

muebles de tubo de acero de los años veinte o los<br />

simples diseños de muebles de cajón de los<br />

modernos de la posguerra, todos ellos “clásicos<br />

del diseño”, son hijos de su tiempo que sólo<br />

adquieren carácter a través de su historia. La<br />

simultaneidad de diferentes estilos también es una<br />

expresión de la riqueza cultural y de unas condiciones<br />

sociales ambivalentes: Un adorno de alta<br />

tecnología puede ser tanto la expresión de la fascinación<br />

por las nuevas tecnologías, como una<br />

reacción ante la amenaza que emana de éstas. Sin<br />

tener que despedirse de todas las que han estado<br />

presentes hasta ahora, las tendencias y las modas<br />

se entienden como un signo de la modificación de<br />

nuestra sociedad. Y así, por fin, también se extiende<br />

el reconocimiento de que no sólo está diseñado<br />

aquello que corresponde a la idea de un<br />

“estilo de diseño” cromado brillante y sencillo,<br />

sino que el grifo dorado y churrigueresco también<br />

ha sido diseñado alguna vez y tiene una historia<br />

que contar.<br />

Si estas apreciaciones plantean un verdadero cambio<br />

de opinión para el sector, es algo que lo dirá el<br />

futuro, donde el diseño deberá asimilar también su<br />

responsabilidad sobre las consecuencias del consumo<br />

ilimitado, de la globalización, de las condi-<br />

FIG. 11<br />

“iPod”<br />

ciones de producción, de las cuestiones ecológicas<br />

y de las nuevas exigencias de la sociedad de la<br />

información. Aunque el comienzo ya parece haber<br />

tenido lugar: El diseño ha empezado a librarse del<br />

rol de instrumento del marketing, a redescubrir su<br />

autonomía y a transmitir que no está únicamente<br />

al servicio del consumo, sino que está en el contexto<br />

de los desarrollos sociales: Como expresión<br />

de las condiciones y las necesidades relativas a<br />

una época, sus miedos y sus posibilidades, sus<br />

temores y sus esperanzas en el futuro. Comienza a<br />

asimilar su función como disciplina de orientación,<br />

y quiere volver a representar contenidos, aportar<br />

sentido e identidad. Ha encontrado un nuevo acceso<br />

a su propia historia y ya no necesita inventar todo<br />

de nuevo. Se entiende como una parte de la cultura<br />

y de la sociedad. Quizá el diseño está a punto de<br />

convertirse en adulto.<br />

<strong>DORNBRACHT</strong> the SPIRITof WATER Design as a part of culture and society<br />

FIG. 1<br />

“TARA” Sanitary Fitting, Sieger Design, Germany, 1992<br />

FIG. 2<br />

“WG24” Table Lamp, Wilhelm Wagenfeld, Germany, 1924<br />

FIG. 3<br />

“E1027” Table, Eileen Gray, Monte Carlo, 1927<br />

FIG. 4<br />

“Ulmer Hocker” Stool, Max Bill, Hans Gugelot & Paul<br />

Hildinger, Germany, 1954<br />

FIG. 5<br />

“670” Lounge Chair, Charles & Ray Eames,<br />

Switzerland/USA 1956<br />

FIG. 6<br />

“Braun SK4” Phono Station, Dieter Rams & Hans Gugelot,<br />

Germany, 1956<br />

FIG. 7<br />

“La Conica” Coffee Pot, Aldo Rossi, Italy, 1980<br />

FIG. 8<br />

“Joe Colombo’s Trolley” Trolley, Joe Colombo, Italy, 1970<br />

FIG. 9<br />

“Carlton” Room Divider, Ettore Sottsass, Italy, 1981<br />

FIG. 10<br />

“Chaos” Chair, Konstantin Grcic, Germany, 2000<br />

FIG. 11<br />

“iPod” MP3 Player, Jonathan Ive, USA, 2001<br />

MARKUS FRENZL<br />

Markus Frenzl, Diplom-<br />

Designer (design school<br />

graduate), author and design<br />

critic publishes contributions<br />

and essays on the subjects<br />

of design, and everyday<br />

culture and gives lectures<br />

on the history and theory<br />

of design.<br />

Markus Frenzl, laureato in<br />

design, autore e critico di<br />

design scrive contributi e<br />

saggi su temi di cultura<br />

contemporanea e design e<br />

tiene conferenze di storia<br />

e teoria del design.<br />

Markus Frenzl, diseñador<br />

diplomado, autor y crítico<br />

de diseño publica colaboraciones<br />

y ensayos sobre los<br />

temas de cultura del diseño<br />

y de la vida cotidiana, y da<br />

conferencias sobre historia<br />

y teoría del diseño.<br />

185

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!