DORNBRACHT - Butterfly Trading

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DORNBRACHT the SPIRITof WATER Beauty – the last Anarchy More than ANYTHING else, the essence of BEAUTY lies in the ABRUPTNESS, with which IT enters our CONSCIOUSNESS PHOTOGRAPHY MARK BORTHWICK, STATEMENTS 6 y mostraba en salas de proyección repletas poéticas películas en las que se muestra una tradicional ceremonia funeraria o el proceso de asimilación de la muerte de un amor juvenil perdido por la guerra de Corea. Además, el joven Kim Ki-Duk produce sensación, hablándonos sobre un diminuto monasterio Zen en una isla desierta o sobre una pareja de enamorados que llevan una vida nómada en la ciudad sin intercambiar ni una palabra. Así se anima al mundo consumista cosmopolita mediante una concentración semizen y momentos de trascendencia chamánica. También la película de tres horas de Philip Gröning sobre el monasterio de clausura La Grande Chartreuse desea escapar al remolino de la movilidad sin pausa. La belleza de “El gran silencio” radica en el atrevimiento de no atrapar los sentidos del espectador mediante una trama lógica. En vez de abrumar, la vida cotidiana filmada de la cartuja le recuerda al observador a sí mismo. Dice el director que quería introducir un “espacio tranquilo”, a la vista de nuestro mundo lleno de “encrucijadas de pánico”, y transmitir la experiencia de que el verdadero presente es “pura felicidad”. Lo que este cine tiene en común es la mirada fija a lo especial, a las formas de vida que rehuyen el canon de valores más extendido y que lo hace vulnerable a través de su individualismo. Porque la aceptación de los límites pertenece a la belleza. No se impone, sino que permite al interlocutor descubrir sus secretos. Tal vez es la cirugía estética la que nos brinda la posibilidad de reconocer el papel fundamental que desempeña la diferenciación en la belleza. Las caras cuya superficie y simetría se han logrado mediante inyecciones o estiramientos se parecen entre sí de un modo fantasmagórico. A menudo provocan una sensación extraña, son una parodia de la belleza. Tom Ford, que contribuyó a marcar el rumbo de los años 90 como Director de Diseño de Gucci, afirmaba recientemente que estamos fascinados con la exageración de la forma, con lo inflado y lo grande. No sólo nuestros coches parecen tanques compactos, también nuestros labios, mejillas, pechos y traseros están inflados como globos. En la belleza manipulada, este americano echa de menos los matices: “Estamos acostumbrados a ver ya sólo fotos manipuladas y así nos hemos convertido nosotros mismos en esculturas. Parecemos figuras de cómic. No obstante, dado que durante siglos hemos aprendido lo que tiene apariencia humana, los rostros artificiales no nos convencen fácilmente.” Entre tanto la cara natural se convierte cada vez más en una exquisitez y disfruta ya, como rareza, de cierto estatus de culto. No obstante, para Ford lo importante no es la valorización de lo exótico, sino las codificaciones genéticas y el instinto, que rechaza la expresión vacía que no consigue transmitir. Lo que estimula nuestros sentimientos son las marcas de la vida y el carácter; los sentimientos buscan en el interlocutor signos que apunten a su historia. Bella se considera la impresión de profundidad, plenitud y complejidad; justamente lo que también se denomina estilo. El concepto de estilo ha incorporado muchas implicaciones de lo bello, especialmente en su forma anglosajona “style”, que abarca todos los ámbitos de la vida. Esta acepción abarca desde la buena presencia hasta la creación de imagen de marca de una empresa específica, pasando por la organización consecuente de películas, exposiciones y revistas. Pues lo que es válido para la faz humana bajo la influencia de la cirugía estética es también significativo para el atractivo de ciertas marcas, sometidas a presión por la inmensa oferta global. Lo que las protege del peligro de que las copien y de la tentación de imitar las estrategias por parte de los demás ganadores del momento es ante todo la escenificación de las propias virtudes y tradiciones y la renuncia a ajustarse al gusto de todos. En lugar de renunciar a la identidad e ir cambiando de imagen, la solución consiste en la autenticidad y la seriedad. En este sentido, los contextos espirituales proporcionan efectos sinérgicos muy convenientes. Sugieren que cada individuo lleva en sí mismo el ideal, que tiene alma, de uno u otro modo, y que está regido por un sentido más alto que el mero mundo de los sentidos. Aquí entra en juego el aspecto del aura, tan importante en la naturaleza de lo bello. Walter Benjamin la definió como “la aparición única de una lejanía, aun cuando pueda estar muy cerca” y se refería con ello a esa distancia que hace a lo bello no necesariamente frío, pero sí inconsumible. Al mantenerse lejana, va más allá del presente, despierta sueños, pensamientos y recuerdos. Pero más que ninguna otra cosa, lo que caracteriza a lo bello es la forma repentina en que tomamos conciencia de ella y que hace surgir una fuerza en nuestro interior como la de un perro de caza que hubiera pasado demasiado tiempo en la alfombra. Entonces nos sentimos cambiados, en ocasiones somos otros durante días y siempre nos vienen a la memoria nuestras esperanzas y convicciones más profundas. Podría definirse lo bello como la única forma de anarquía que no necesita ningún discurso político para liberarnos de todo lo que nos parece viejo y nos causa desasosiego. Por eso, la belleza no es una proporción determinada, ni algún acabado pulido, ni una mise-en-scène conforme a todas las reglas de cierta escuela, sino lo desconocido, lo que como una descarga eléctrica despierta nuestro interés por el mundo de forma que el curso de las cosas vuelva a contar con nosotros. Dr. Ingeborg Harms is a literary scientist, social researcher and journalist. She draws com parisons between current trends in art, culture and fashion and inter alia writes for Vogue, Monopol and Frankfurter Allgemeine Zeitung. La dottoressa Ingeborg Harms è specializzata in scienza della letteratura, ricerche sociologiche e giornalismo. Si dedica al confronto tra le attuali tendenze nel campo dell’arte, della moda e della cultura e scrive per Vogue, Monopol e il Frankfurter Allgemeine Zeitung. DORNBRACHT the SPIRITof WATER Beauty – the last Anarchy La doctora Ingeborg Harms es especialista en literatura, socióloga y periodista. Compara las corrientes actuales del arte, la cultura y la moda y escribe, entre otros, para Vogue, Monopol y Frankfurter Allgemeine Zeitung. 120 121

<strong>DORNBRACHT</strong> the SPIRITof WATER Beauty – the last Anarchy<br />

More than ANYTHING<br />

else, the essence of BEAUTY<br />

lies in the ABRUPTNESS,<br />

with which IT enters our<br />

CONSCIOUSNESS<br />

PHOTOGRAPHY MARK BORTHWICK, STATEMENTS 6<br />

y mostraba en salas de proyección repletas poéticas películas en las que se<br />

muestra una tradicional ceremonia funeraria o el proceso de asimilación de<br />

la muerte de un amor juvenil perdido por la guerra de Corea. Además, el<br />

joven Kim Ki-Duk produce sensación, hablándonos sobre un diminuto<br />

monasterio Zen en una isla desierta o sobre una pareja de enamorados que<br />

llevan una vida nómada en la ciudad sin intercambiar ni una palabra. Así<br />

se anima al mundo consumista cosmopolita mediante una concentración<br />

semizen y momentos de trascendencia chamánica.<br />

También la película de tres horas de Philip Gröning sobre el monasterio de<br />

clausura La Grande Chartreuse desea escapar al remolino de la movilidad sin<br />

pausa. La belleza de “El gran silencio” radica en el atrevimiento de no atrapar<br />

los sentidos del espectador mediante una trama lógica. En vez de abrumar,<br />

la vida cotidiana filmada de la cartuja le recuerda al observador a sí<br />

mismo. Dice el director que quería introducir un “espacio tranquilo”, a la<br />

vista de nuestro mundo lleno de “encrucijadas de pánico”, y transmitir la<br />

experiencia de que el verdadero presente es “pura felicidad”. Lo que este cine<br />

tiene en común es la mirada fija a lo especial, a las formas de vida que rehuyen<br />

el canon de valores más extendido y que lo hace vulnerable a través de su<br />

individualismo. Porque la aceptación de los límites pertenece a la belleza. No<br />

se impone, sino que permite al interlocutor descubrir sus secretos. Tal vez es<br />

la cirugía estética la que nos brinda la posibilidad de reconocer el papel<br />

fundamental que desempeña la diferenciación en la belleza. Las caras cuya<br />

superficie y simetría se han logrado mediante inyecciones o estiramientos se<br />

parecen entre sí de un modo fantasmagórico. A menudo provocan una<br />

sensación extraña, son una parodia de la belleza. Tom Ford, que contribuyó<br />

a marcar el rumbo de los años 90 como Director de Diseño de Gucci,<br />

afirmaba recientemente que estamos fascinados con la exageración de la<br />

forma, con lo inflado y lo grande. No sólo nuestros coches parecen tanques<br />

compactos, también nuestros labios, mejillas, pechos y traseros están inflados<br />

como globos. En la belleza manipulada, este americano echa de menos los<br />

matices: “Estamos acostumbrados a ver ya sólo fotos manipuladas y así nos<br />

hemos convertido nosotros mismos en esculturas. Parecemos figuras de<br />

cómic. No obstante, dado que durante siglos hemos aprendido lo que tiene<br />

apariencia humana, los rostros artificiales no nos convencen fácilmente.”<br />

Entre tanto la cara natural se convierte cada vez más en una exquisitez y<br />

disfruta ya, como rareza, de cierto estatus de culto. No obstante, para Ford<br />

lo importante no es la valorización de lo exótico, sino las codificaciones<br />

genéticas y el instinto, que rechaza la expresión vacía que no consigue<br />

transmitir. Lo que estimula nuestros sentimientos son las marcas de la vida y<br />

el carácter; los sentimientos buscan en el interlocutor signos que apunten<br />

a su historia. Bella se considera la impresión de profundidad, plenitud y<br />

complejidad; justamente lo que también se denomina estilo. El concepto de<br />

estilo ha incorporado muchas implicaciones de lo bello, especialmente en su<br />

forma anglosajona “style”, que abarca todos los ámbitos de la vida. Esta<br />

acepción abarca desde la buena presencia hasta la creación de imagen de<br />

marca de una empresa específica, pasando por la organización consecuente<br />

de películas, exposiciones y revistas.<br />

Pues lo que es válido para la faz humana bajo la influencia de la cirugía<br />

estética es también significativo para el atractivo de ciertas marcas, sometidas<br />

a presión por la inmensa oferta global. Lo que las protege del peligro de<br />

que las copien y de la tentación de imitar las estrategias por parte de los<br />

demás ganadores del momento es ante todo la escenificación de las propias<br />

virtudes y tradiciones y la renuncia a ajustarse al gusto de todos.<br />

En lugar de renunciar a la identidad e ir cambiando de imagen, la solución<br />

consiste en la autenticidad y la seriedad. En este sentido, los contextos espirituales<br />

proporcionan efectos sinérgicos muy convenientes. Sugieren que<br />

cada individuo lleva en sí mismo el ideal, que tiene alma, de uno u otro modo,<br />

y que está regido por un sentido más alto que el mero mundo de los sentidos.<br />

Aquí entra en juego el aspecto del aura, tan importante en la naturaleza de lo<br />

bello. Walter Benjamin la definió como “la aparición única de una lejanía,<br />

aun cuando pueda estar muy cerca” y se refería con ello a esa distancia que<br />

hace a lo bello no necesariamente frío, pero sí inconsumible. Al mantenerse<br />

lejana, va más allá del presente, despierta sueños, pensamientos y recuerdos.<br />

Pero más que ninguna otra cosa, lo que caracteriza a lo bello es la forma<br />

repentina en que tomamos conciencia de ella y que hace surgir una fuerza en<br />

nuestro interior como la de un perro de caza que hubiera pasado demasiado<br />

tiempo en la alfombra. Entonces nos sentimos cambiados, en ocasiones<br />

somos otros durante días y siempre nos vienen a la memoria nuestras esperanzas<br />

y convicciones más profundas. Podría definirse lo bello como la única<br />

forma de anarquía que no necesita ningún discurso político para liberarnos de<br />

todo lo que nos parece viejo y nos causa desasosiego. Por eso, la belleza no<br />

es una proporción determinada, ni algún acabado pulido, ni una mise-en-scène<br />

conforme a todas las reglas de cierta escuela, sino lo desconocido, lo que<br />

como una descarga eléctrica despierta nuestro interés por el mundo de forma<br />

que el curso de las cosas vuelva a contar con nosotros.<br />

Dr. Ingeborg Harms is a literary scientist, social<br />

researcher and journalist. She draws com<br />

parisons between current trends in art,<br />

culture and fashion and inter alia writes for<br />

Vogue, Monopol and Frankfurter Allgemeine<br />

Zeitung.<br />

La dottoressa Ingeborg Harms è specializzata<br />

in scienza della letteratura, ricerche sociologiche<br />

e giornalismo. Si dedica al confronto<br />

tra le attuali tendenze nel campo dell’arte,<br />

della moda e della cultura e scrive per Vogue,<br />

Monopol e il Frankfurter Allgemeine Zeitung.<br />

<strong>DORNBRACHT</strong> the SPIRITof WATER Beauty – the last Anarchy<br />

La doctora Ingeborg Harms es especialista en<br />

literatura, socióloga y periodista. Compara<br />

las corrientes actuales del arte, la cultura y<br />

la moda y escribe, entre otros, para Vogue,<br />

Monopol y Frankfurter Allgemeine Zeitung.<br />

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