La guerre des Malouines dans les relations internationales

Annexes
terminado, Healey no quiso opinar sobre lo que pasara en las Malvinas dentro de diez anos,
como le pedía el periodista. Quien sabe que pasara entonces, dijo, qué sorpresas nos tendrá
reservadas la señora Thatcher, que todos los meses ha estado cambiando de opinión sobre las
islas”. Owen, en cambio, señalo que “dentro de diez anos las islas seguramente seguirán
siendo británicas aunque ya bajo un proceso coordinado de devolución gradual, con la
Argentina.
La Prensa, 19 de Junio 1982
La tasa del desempleo es del 6 por ciento. La tasa del desempleo de todo el país,
correspondiente al mes de abril pasado, alcanzo al 6 por ciento del total de la población
económicamente activa, lo que equivale a alrededor de 587.000 personas sin trabajo, según
informo el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. (Buenos Aires: 5,7%).
La Prensa, 23 de Junio 1982
Total fidelidad de los Kelpers a los ingleses. Londres, 22. Como aislados pastores de ovejas,
la gente de las Malvinas estaba más acostumbrada a esquilar lana que a esquivar granadas.
Pero durante los 74 días de combate en las islas, los isleños soportaron bombas, vieron la boca
de los rifles apuntándoles a la cabeza, aprendieron el significado de frases como “toque de
queda” o “arrestado domiciliario”, y sufrieron la destrucción de sus poblados. Finalmente, los
isleños formaron una residencia, ayudando en secreto a las tropas de liberación británicas y
guiándolas hacia escondites, senderos poco conocidos y los apuestos militares argentinos. “El
coraje y la lealtad de los isleños jugaron parte no pequeña en su liberación”, dijo la reina
Isabel II en un telegrama dirigido a los 1800 “Kelpers” como se llaman los habitantes de las
Malvinas. Tres isleños, uno de ellos una mujer de 82 anos, murieron cuando una granada del
ataque final británico destrozo su casa en la capital. “Los últimos días fueron los peores”, dijo
Desmond King, dueño del Upland Goose Hotel, refiriéndose a la ofensiva británica contra
Stanley, población de 1000 personas de las cuales 400 huyeron a lugares más seguros en el
campo. Intrepidez. Y por lo menos una “kelper” se convertio en una heroína. La doctora
Allison Bleaney, 30 anos, enfrento bombas y granadas y corrió hacia el centro de
comunicaciones argentino, arguyendo que se le dejara hablar con los británicos a fin de
informarles la inexistencia de una “zona de seguridad” para los civiles. “Le rogué que no
fuera”, dijo su aliviado esposo Michael, funcionario de la Falkland Island Company, la
empresa comercial que administro la mayor parte de las islas. “Pero me dijo que tenia que ir”.
Bleaney también elogio a su esposa, por colaborar en obtener un cese del fuego más rápido
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