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LA HISTORIA DE URANTIA — Capítulo 69<br />

De este modo la acumulación d<strong>el</strong> capital d<strong>el</strong> individuo y la riqueza colectiva no<br />

tardaron nada en resultar en la organización castrense. En un principio estas<br />

precauciones se concibieron para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la propiedad contra los invasores foráneos;<br />

pero, más ad<strong>el</strong>ante, se convirtió en costumbre mantener la organización militar<br />

ejercitada entablando invasiones <strong>de</strong> la propiedad y riqueza <strong>de</strong> las tribus vecinas.<br />

Los impulsos fundamentales que redundaron en la acumulación d<strong>el</strong> capital fueron:<br />

1. El hambre —r<strong>el</strong>acionada con la previsión. Guardar y conservar los<br />

alimentos supuso <strong>el</strong> po<strong>de</strong>r y comodidad para los que contaban con suficiente<br />

previsión para prepararse para las necesida<strong>de</strong>s futuras. El almacenamiento <strong>de</strong> los<br />

alimentos fue suficiente garantía contra <strong>el</strong> hambre y las catástrofes. Y en realidad<br />

se concibió todo <strong>el</strong> cuerpo <strong>de</strong> costumbres primitivas para ayudarle al hombre a<br />

subordinar <strong>el</strong> presente al futuro.<br />

2. El amor a la familia —<strong>el</strong> <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> satisfacer sus necesida<strong>de</strong>s. El capital<br />

representa <strong>el</strong> ahorro <strong>de</strong> la propiedad, a <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> la presión <strong>de</strong> las necesida<strong>de</strong>s<br />

d<strong>el</strong> presente, a fin <strong>de</strong> asegurarse contra las exigencias d<strong>el</strong> futuro. Una parte <strong>de</strong> esta<br />

necesidad futura pue<strong>de</strong> incidir en la posteridad <strong>de</strong> uno.<br />

3. La vanidad —<strong>el</strong> anh<strong>el</strong>o <strong>de</strong> exhibir las acumulaciones <strong>de</strong> propiedad <strong>de</strong><br />

uno. La ropa <strong>de</strong> sobra figuró entre los primeros símbolos <strong>de</strong> la distinción. Des<strong>de</strong><br />

un principio y motivado por la vanidad le llamó la atención al orgullo d<strong>el</strong> hombre<br />

coleccionar objetos.<br />

4. La posición —<strong>el</strong> afán <strong>de</strong> comprarse <strong>el</strong> prestigio social y político. Pronto<br />

surgió una nobleza comercializada, la admisión a la cual <strong>de</strong>pendió <strong>de</strong> la ejecución<br />

<strong>de</strong> algún servicio especial prestado a la realeza o se confirió sencillamente a<br />

cambio <strong>de</strong> dinero.<br />

5. El po<strong>de</strong>r —<strong>el</strong> ansia <strong>de</strong> ser amo. El prestar tesoros fue un medio <strong>de</strong><br />

esclavitud, siendo la tasa d<strong>el</strong> préstamo <strong>de</strong> cien por ciento anual en estos tiempos<br />

antiguos. Los prestamistas se convirtieron en reyes formando un ejército<br />

permanente <strong>de</strong> <strong>de</strong>udores. Los siervos esclavos fueron <strong>de</strong> las primeras formas <strong>de</strong><br />

propiedad en acumularse y, en lo antiguo, la esclavitud se extendió incluso al<br />

control d<strong>el</strong> cuerpo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte.<br />

6. El temor a los fantasmas <strong>de</strong> los difuntos —cuotas pagadas a los sacerdotes<br />

por protección. El hombre no tardó en obsequiar sus efectos a los sacerdotes con<br />

miras a la utilización <strong>de</strong> su propiedad para facilitar su progreso en la próxima<br />

vida. Los sacerdocios, <strong>de</strong> este modo, llegaron a ser muy ricos; fueron los<br />

principales entre los capitalistas antiguos.<br />

7. El impulso sexual —<strong>el</strong> <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> comprar una o más mujeres. La primera<br />

forma <strong>de</strong> comercio d<strong>el</strong> hombre fue <strong>el</strong> canje <strong>de</strong> las mujeres; éste precedió por<br />

mucho tiempo al trocamiento <strong>de</strong> caballos. Pero la permuta <strong>de</strong> esclavos d<strong>el</strong> sexo<br />

jamás hizo que avanzara la sociedad; este tráfico fue, y sigue siendo, una <strong>de</strong>shonra<br />

racial, pues entorpeció <strong>el</strong> <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la vida familiar y, al mismo tiempo,<br />

contaminó la aptitud biológica <strong>de</strong> los pueblos superiores.<br />

8. Las numerosas formas <strong>de</strong> la autogratificación. Algunos pretendieron la<br />

riqueza ya que confería po<strong>de</strong>r; otros se afanaron por la propiedad puesto que<br />

suponía comodidad. El hombre primitivo (y algunos en los días posteriores)<br />

tendió a <strong>de</strong>rrochar sus recursos en los lujos. Las bebidas embriagantes y<br />

narcóticos intrigaron a las razas primitivas.<br />

A medida que se <strong>de</strong>sarrollaba la civilización, <strong>el</strong> hombre adquirió nuevos incentivos<br />

para ahorrar; pronto se agregaron nuevas necesida<strong>de</strong>s al hambre original por los<br />

alimentos. Se llegó a aborrecer la pobreza tanto que se creyó que únicamente a los<br />

ricos les correspondía ganar <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o al fallecer. Tanto se llegó a estimar la propiedad<br />

que quien diera un festín ostentoso podría borrar una <strong>de</strong>shonra <strong>de</strong> su nombre.

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