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1570<br />

La vida <strong>de</strong> Jesús — Capítulo 140<br />

Cuando Jesús terminó <strong>de</strong> orar, cada uno <strong>de</strong> los apóstoles permaneció<br />

inclinado en su sitio. Transcurrieron muchos minutos antes <strong>de</strong> que <strong>el</strong> mismo<br />

Pedro se atreviera a levantar los ojos para mirar al Maestro. Uno tras otro<br />

abrazaron a Jesús, pero nadie dijo nada. Un gran silencio invadió <strong>el</strong> lugar,<br />

mientras que una multitud <strong>de</strong> seres c<strong>el</strong>estiales contemplaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba esta<br />

escena solemne y sagrada —<strong>el</strong> Creador <strong>de</strong> un universo poniendo los asuntos <strong>de</strong><br />

la fraternidad divina <strong>de</strong> los hombres bajo la dirección <strong>de</strong> unas mentes<br />

humanas.<br />

3. EL SERMÓN DE ORDENACIÓN<br />

Jesús tomó entonces la palabra y dijo: “Ahora que sois embajadores d<strong>el</strong><br />

reino <strong>de</strong> mi Padre, os habéis convertido así en una clase <strong>de</strong> hombres separada<br />

y distinta <strong>de</strong> todos los <strong>de</strong>más hombres <strong>de</strong> la tierra. Ahora ya no sois como unos<br />

hombres entre los hombres, sino como unos ciudadanos iluminados <strong>de</strong> otro<br />

país c<strong>el</strong>estial entre las criaturas ignorantes <strong>de</strong> este mundo tenebroso. Ya no es<br />

suficiente con que viváis como habéis hecho hasta ahora, sino que <strong>de</strong> aquí en<br />

ad<strong>el</strong>ante <strong>de</strong>beréis <strong>de</strong> vivir como aqu<strong>el</strong>los que han saboreado las glorias <strong>de</strong> una<br />

vida mejor, y han sido enviados <strong>de</strong> vu<strong>el</strong>ta a la tierra como embajadores d<strong>el</strong><br />

Soberano <strong>de</strong> ese mundo nuevo y mejor. Se espera más d<strong>el</strong> profesor que d<strong>el</strong><br />

alumno; al amo se le exige más que al servidor. A los ciudadanos d<strong>el</strong> reino<br />

c<strong>el</strong>estial se les pi<strong>de</strong> más que a los ciudadanos d<strong>el</strong> gobierno terrestre. Algunas <strong>de</strong><br />

las cosas que estoy a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>ciros os parecerán duras, pero habéis <strong>el</strong>egido<br />

representarme en <strong>el</strong> mundo como yo ahora represento al Padre. Y como<br />

agentes míos en la tierra, estaréis obligados a acatar las enseñanzas y las<br />

prácticas que reflejan mis i<strong>de</strong>ales <strong>de</strong> vida mortal en los mundos d<strong>el</strong> espacio, lo<br />

que ejemplifico en mi vida terrestre rev<strong>el</strong>ando al Padre que está en los ci<strong>el</strong>os.<br />

“Os envío para proclamar la libertad a los cautivos espirituales, la alegría a los<br />

esclavos d<strong>el</strong> temor, y para curar a los enfermos <strong>de</strong> acuerdo con la voluntad <strong>de</strong> mi<br />

Padre que está en los ci<strong>el</strong>os. Cuando encontréis a mis hijos en la aflicción, <strong>de</strong>cidles<br />

palabras <strong>de</strong> estímulo como éstas:<br />

“Bienaventurados los pobres <strong>de</strong> espíritu, los humil<strong>de</strong>s, porque <strong>de</strong> <strong>el</strong>los son los<br />

tesoros d<strong>el</strong> reino <strong>de</strong> los ci<strong>el</strong>os.<br />

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed <strong>de</strong> rectitud, porque <strong>el</strong>los serán<br />

saciados.<br />

“Bienaventurados los mansos, porque <strong>el</strong>los heredarán la tierra.<br />

“Bienaventurados los limpios <strong>de</strong> corazón, porque <strong>el</strong>los verán a Dios.<br />

“Y <strong>de</strong>cid también a mis hijos estas palabras adicionales <strong>de</strong> consu<strong>el</strong>o espiritual<br />

y <strong>de</strong> promesa:<br />

“Bienaventurados los afligidos, porque <strong>el</strong>los serán consolados. Bienaventurados<br />

los que lloran, porque <strong>el</strong>los recibirán <strong>el</strong> espíritu <strong>de</strong> la alegría.<br />

“Bienaventurados los misericordiosos, porque <strong>el</strong>los alcanzarán misericordia.<br />

“Bienaventurados los pacificadores, porque <strong>el</strong>los serán llamados hijos <strong>de</strong> Dios.<br />

“Bienaventurados los perseguidos a causa <strong>de</strong> su rectitud, porque <strong>de</strong> <strong>el</strong>los es <strong>el</strong><br />

reino <strong>de</strong> los ci<strong>el</strong>os. Consi<strong>de</strong>raos bienaventurados cuando los hombres os injurien<br />

y os persigan, y digan falsamente toda clase <strong>de</strong> mal contra vosotros. Regocijaos y<br />

alegraos en extremo, porque vuestra recompensa será gran<strong>de</strong> en los ci<strong>el</strong>os.<br />

“Hermanos míos, mientras os envío fuera, vosotros sois la sal <strong>de</strong> la tierra, una<br />

sal con sabor <strong>de</strong> salvación. Pero si esta sal ha perdido su sabor, ¿con qué se<br />

sazonará? En lo sucesivo ya no sirve más que para ser arrojada y pisoteada por<br />

los hombres.<br />

“Vosotros sois la luz d<strong>el</strong> mundo. Una ciudad situada en una colina no se pue<strong>de</strong><br />

ocultar. Los hombres tampoco encien<strong>de</strong>n una luz para ponerla <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un

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