18 de Marzo 2011 - La Palabra Israelita

6 VIERNES 18 DE MARZO DE 2011
COMUNITARIAS
El pasado 11 de marzo, cuando ocurrió
el terremoto en Japón, el experto en
materia sísmica Rubén Boroschek, se
encontraba en la Bahía de Tokio, en las
cercanías de Yokohama justamente en
medio de un congreso sobre terremotos
y tsunamis en la Universidad de
Chiba. Los japoneses habían dejado
asombrado a los expertos norteamericanos
con un diseño a escala de un
tsunami, con una ola de dos metros que
recorría la costa en dirección a Japón, y
Boroschek había relatado la experiencia
del 27/F despertando gran interés.
Mientras se despedían, todas sus teorías
y palabras se vinieron abajo, como
cielo falso, con la forma real del peor
terremoto y tsunami vivido por los japoneses
en 200 años. Los conferenciantes
se disolvieron, nadie concluyó nada
y cada uno fue a investigar en terreno
la magnitud del desastre. Incluso
Boroschek, que alcanzó vislumbrar,
impactado ante la coincidencia, los
efectos de la nueva y abismante experiencia,
antes de volver a Chile el lunes
por la tarde.
—Y como científicos, ¿qué hicieron?
—Nuestra atención se dirigió a evaluar
los efectos del terremoto y tsunami.
Sin embargo, sufrimos los inconvenien-
El día del concierto se hará
entrega de una distinción al
alcalde de la comuna de Lo
Barnechea, Sr. Felipe Guevara
Stephens, por su respaldo al
desarrollo cultural en la comuna.
LA PALABRA ISRAELITA
Con dos megaterremotos en el cuerpo
Rubén Boroschek,
académico de la
Universidad de Chile,
experto en sismos,
contrasta sus impresiones
de Chile y su experiencia
en Japón.
DR. RUBÉN BOROSCHEK KRAUSKOPF.
tes de cortes de electricidad y grandes
congestiones de tráfico que implicaron
un traslado que para una distancia de
35 km demoramos siete horas.
Inmediatamente, desde el momento
en que pisó suelo chileno, el teléfono
de Boroschek empezó a sonar ininterrumpidamente.
Radios, canales de televisión
y otros medios querían contar
con la experiencia directa de un científico
chileno. Al día siguiente de su llegada,
a primera hora tenía una entrevista
en canal 13, habló para varias radios
y dio una conferencia ante la Cámara
Chilena de la Construcción acerca
del tema que mejor conoce: el comportamiento
de las estructuras en terremotos,
encuentro que estaba programado
desde antes de su viaje. Así, el día
se sucedía intensamente y, pese a la
falta de sueño y al cambio de horario,
éste ingeniero de 49 años, nacido en
Chile pero que estudió en Costa Rica y
Estados Unidos, encontró unos minutos
para relatar su experiencia a la Palabra
Israelita, justo antes de lo que más
esperaba ese día, retomar su la clase en
Universidad de Chile donde iba a
reencontrarse con sus alumnos de Ingeniería
Civil a quienes planificaba relatar
distendidamente su vivencia en
Japón. Ante tanta demanda no pudo
escuchar su reloj biológico adecuado a
Japón, un día más tarde. De hecho,
cuando hablamos con él sonaba despierto
y animado.
—Como ingeniero en sismos, qué
pocas probabilidades había de que
tuviera la suerte de presenciar dos de
los terremotos más devastadores de la
historia, y en lugares tan distantes,
habrá tiempo para sacar conclusiones,
pero entre tanto, a simple vista, ¿qué
diferencias alcanzó a detectar entre
ambos cataclismos?
—Me impresionó el comportamiento
de la población en Japón, la capacidad
de organización de las personas, y
del Estado, de transmitir la información,
ya fuera por megáfonos o mensajes
de texto. La televisión en tiempo casi
real mostraba las zonas posibles de
inundación, la intensidad del sismo y
los daños en la ciudad. Me impactó la
capacidad de la población de permanecer
tranquila, de reaccionar coordinadamente,
de evacuar por medio de
vehículos mientras éstos avanzaran y
luego, dado los atochamientos, sin mediar
un solo un bocinazo, las personas
se bajaban de sus automóviles y seguían
caminando. No hubo comportamientos
extremos, no hubo saqueo pese
a la falta de alimentos, la gente hacía la
fila en los mercados y esperaba con calma.
Los albergues comenzaron a funcionar
de inmediato. En Japón hay una
cosa cultural de contención y de orden
que ayuda mucho.
—Y en términos de magnitud del
desastre…
—El número de muertos sube cada
minuto y no tiene relación con el de
Chile porque tuvo que ver con el
tsunami y la fuerza con la que el mar
se metió. Es como levantar el mar, inclinarlo,
y que este empiece a fluir rápidamente
hacia el interior. Las zonas
de contención estaban diseñadas para
un terremoto de mucha menor energía,
por eso fueron superadas.
—Cuando comenzó el terremoto estaba
con un grupo grande de personas
en la universidad, ¿cómo reaccionaron?
—Acabamos de salir de un labora-