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Untitled - Revista Pensamiento Penal

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DE AMOR Y DE FEUDOS: LECTURA JURÍDICA 483<br />

etiquetas, más o menos estrictas, 35 pero sí hay un nexo de unión común a<br />

todos los seres que pululan alrededor de las cortes laicas, regias o principescas,<br />

cual es ese nuevo amor elegante que demuestra la humanidad del<br />

hombre medieval. La corte de los príncipes se convierte en un nuevo escenario<br />

donde cada personaje tiene su papel perfectamente delimitado: el<br />

señor es el hombre que muestra la liberalidad, organizando reuniones y<br />

festejos para premiar a sus fieles; sus hombres, los que le prestaron homenaje,<br />

asistían forzados a esas diversiones obligatorias y únicas del momento;<br />

las mujeres, como destinatarias últimas de los juegos, la sutilezas, que<br />

aquellos caballeros, ya no tan belicosos como antaño, se esforzaban en<br />

practicar con ellas. 36 Torneos y justas, ya no físicos, aunque física era la<br />

recompensa ansiada, sino fundamentados en caricias e ingenios mentales.<br />

Sentimiento personal. Sentimiento de carácter amoroso, pero inspirado o<br />

reflejado en el cúmulo de fidelidades y de sensibilidades que en esa época<br />

son capaces de prolongar sus efectos a lo largo de toda suerte de relaciones.<br />

Por ende, sentimiento, a la vez y también, político. Un sentimiento que no<br />

se proyecta directamente en relación al monarca, como sucederá desde la<br />

Baja Edad Media en adelante, sino que sigue presentado esos perfiles de<br />

artificiosidad, de elemento no natural, de personas interpuestas que modulan<br />

el poder de un rey que no es todavía absoluto. Porque hasta ese instante<br />

el feudalismo preside el panorama constitucional.<br />

Walde Moheno, L., “El Amor Cortés”, Espacio Académico de Cemanáhuac, vol. III,<br />

núm. 35, junio de 1997, pp. 1-40.<br />

35 En la conocida expresión de Elias, N., La sociedad cortesana, México, Fondo de<br />

Cultura Económica, 1996.<br />

36 Pues, como señala Duby, la corte fue “lugar de creación, pero seguramente lugar<br />

de difusión… era la encrucijada de todos los caminos y tuvo como función propagar<br />

aquellos modelos propiamente cortesanos hasta los límites más extremos de la sociedad<br />

aristocrática, para extenderlos luego, por último, de una manera muy amplia, hacia abajo,<br />

entre todos los hombres que no eran nobles pero que estaban fascinados por el esplendor<br />

de la corte. El príncipe, es decir, el rey, cerca de él el clérigo y el caballero; abajo la masa<br />

que admira aquellos modelos de perfección humana: tal es el esquema más simple de la<br />

sociedad feudal. Tal es también el marco de los movimientos de vulgarización, de los<br />

complejos fenómenos de imitación, de intercambios a todos los niveles que podemos<br />

llamar, a falta de otra palabra, cultura”. Cfr. Duby, G., “La vulgarización de los modelos<br />

culturales en la sociedad feudal”, Hombres y estructuras de la Edad Media, 3a. ed., Madrid,<br />

Siglo XXI, 1989, p. 208.

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