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Untitled - Revista Pensamiento Penal

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LA REGLA ÁUREA EN EL MUNDO MEDIEVAL 433<br />

La cita del Evangelio de Mateo 7, 12, ya conocida, acude en su ayuda<br />

para refutar esa tendencia al dolor o a la tristeza, con la insistencia puesta<br />

en el hecho de que el hombre tiende naturalmente hacia el bien y tiende<br />

a apetecer aquello que es bueno, como se infiere del empleo de ciertos<br />

vocablos (querer frente a gozar):<br />

Buscando yo con la mayor diligencia que pude si este lenguaje cuadraba<br />

con el de la Sagrada Escritura, hallé lo que dice el profeta: No se gozan<br />

los impíos, dice el Señor, como que los impíos pueden más alegrarse de<br />

que gozarse de los males, porque el gozo propiamente es de los buenos<br />

y piadosos. Asimismo en el Evangelio se lee: Todo lo que queréis que os<br />

hagan los hombres, eso mismo haréis vosotros con ellos, y parece que lo<br />

dice porque ninguno puede querer algún objeto mal o torpemente, sino<br />

desearlo. Finalmente, algunos intérpretes por el estilo común de hablar<br />

añadieron que todo lo bueno, y así interpretaron: Todo el bien que queréis<br />

que os hagan a vosotros los hombres; porque les pareció que era necesario<br />

excusar que ninguno quiera que los hombres hagan acciones inhonestas<br />

e indebidas, y por callar las torpes, a los menos los banquetes excesivos<br />

y superfluos, en los cuales, haciendo el hombre lo mismo, le parezca que<br />

cumplirá con este precepto. Pero en el Evangelio citado en idioma griego,<br />

de donde se tradujo al latino, no se lee lo bueno, sino: Todo lo que queréis<br />

que hagan con vosotros los hombres, eso mismo haréis vosotros con ellos;<br />

imagino que lo dice así, porque cuando dijo queréis, ya quiso entender lo<br />

bueno, porque no dice cupitis, lo que deseáis; sin embargo, no siempre debemos<br />

estrechar nuestro lenguaje con estas propiedades, aunque algunas<br />

veces debemos usar de ellas; y cuando las leemos en aquellos de cuya autoridad<br />

no es lícito desviarnos, entonces se deben entender, cuando el buen<br />

sentido no puede hallar otro significado, cómo son las autoridades que<br />

hemos alegado, así de los profetas como del Evangelio. Porque, ¿quién<br />

ignora que los impíos se regocijan y alegran? Sin embargo, dice el Señor,<br />

que no se gozan los impíos; ¿y por qué, sino porque cuando este verbo<br />

gaudere o gozarse se pone propiamente y en su peculiar sentido significa<br />

otra cosa?<br />

Agustín considera que ese es el precepto clave, el precepto verdadero,<br />

con una voluntad que indefectiblemente siempre tiende hacia lo bueno en<br />

sentido cristiano, es decir, hacia aquello que es verdadero:<br />

Asimismo, ¿quién puede negar que está bien mandado que lo que deseamos<br />

que otros hagan a nosotros, eso mismo hagamos nosotros con ellos,

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