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Untitled - Revista Pensamiento Penal

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430<br />

FAUSTINO MARTÍNEZ MARTÍNEZ<br />

sus realizaciones concretas. 123 Como se sabe, Agustín parte de la existencia<br />

de tres órdenes jurídicos sucesivos: hay una primera ley eterna,<br />

identificada con la voluntad y/o la sabiduría de Dios mismo, ley cósmica<br />

universal, que fija un orden natural, preceptúa respetarlo y prohíbe su<br />

perturbación. La ley eterna está situada en Dios, no en la naturaleza. Es<br />

preciso dar un paso más allá en dicho camino y es ahora cuando hace<br />

su aparición la ley natural. Ésta se muestra como la participación de la<br />

criatura racional en el orden divino del universo. La ley eterna se refleja<br />

en la conciencia humana como ley ética natural, es fruto de una iluminación<br />

interior de Dios, que no puede ser borrada por ninguna perversidad,<br />

ni maldad alguna, ni por alguna iniquidad. Está grabada, aunque no es<br />

idéntica al original, sino que lo reproduce parcialmente como el sello y<br />

la matriz. No hay alma racional en cuya conciencia no deja Dios oír su<br />

voz, pues es Dios mismo quien ha escrito en sus corazones la ley natural:<br />

nace con nosotros y llegamos a ella a través de la naturaleza misma, no<br />

por medio del estudio. Esa ley existe en la medida en que el ser humano<br />

existe y se remite siempre a Dios, no a un cosmos ordenado, sino inmaterial.<br />

Su fundamento es ahora teocéntrico y no cosmológico, con lo que<br />

se supera nuevamente la herencia helénica. Siguiendo a Pablo de Tarso,<br />

Agustín ve en la ley natural de los gentiles la norma equivalente a la ley<br />

divina positiva de los judíos. Todos los hombres, aunque hayan caído y<br />

pecado, conservan siempre la facultad de distinguir el bien del mal, lo<br />

bueno de lo malo, lo justo de lo injusto. Y ello porque aquella primera<br />

ley natural aparece grabada en su corazón de modo indeleble y permanente.<br />

Desde esa condición proyecta su influencia sobre todas las leyes<br />

humanas positivas, condicionando su validez última. La ley natural es la<br />

del hombre en cuanto tal, la del hombre en su estado natural, que está llamada<br />

a culminarse y perfeccionarse en la ley de la verdad que implica la<br />

revelación cristiana, de la que aquélla era simplemente un esbozo. La ley<br />

natural prepara y sustenta a la par la ley cristiana, tanto en lo histórico de<br />

su proceso como en lo ontológico de su fundamentación ¿Cuál es el elemento<br />

esencial que acaba mostrando de forma desnuda esa ley natural?<br />

¿Cuál es el primer elemento de esa ley natural, el primer llamamiento que<br />

se hace al hombre en cuanto que hombre para conservar la existencia or-<br />

123 Véase como síntesis Truyol Serra, A., “San Agustín”, en Domingo, Rafael (ed.),<br />

Juristas universales. 1. Juristas antiguos, Madrid, Barcelona, Marcial Pons, 2004, vol. I,<br />

pp. 219-226.

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