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Untitled - Revista Pensamiento Penal

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LA REGLA ÁUREA EN EL MUNDO MEDIEVAL 401<br />

vetero-testamentarios a los que nos referiremos a continuación. Por el<br />

contrario, la formulación positiva (haz a los demás lo que quieres que<br />

ellos te hagan) es, antes que nada, una orden de amar, de actuar, de raigambre<br />

evangélica cristiana, que se mueve preferentemente en el campo<br />

de lo ético, mejor que de lo jurídico, sin olvidar este ámbito, confundido<br />

con él. Jesucristo incorpora la vertiente positiva de la formulación que<br />

no deroga la anterior, sino que la complementa: se suma a la misma para<br />

perfeccionarla y conformar un todo armónico que disciplina la conducta<br />

del buen cristiano en todos los supuestos posibles, positivos y negativos,<br />

en todo lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Se corresponde<br />

con el sentido contemplado en el Antiguo Testamento dentro del campo<br />

moral. No hay una abrogación de ninguna ley, sino que se procede a darle<br />

cumplimiento por medio de una nueva manera de entender el mensaje<br />

del amor. La ley antigua permanece, si bien con un espíritu nuevo. Es,<br />

en suma, una nueva elaboración de la regla para convertirse en consejo<br />

de prudencia y en consejo que indica la forma concreta de actuación que<br />

ha de seguirse en su sentido afirmativo, lo que no empece para que en<br />

otros fragmentos del Nuevo Testamento aparezca la antigua formulación<br />

negativa, como en Hechos de los Apóstoles 15, 20-29, 33 obra atribuida a<br />

Lucas, o en la Epístola a los Romanos 13, 10, 34 de Pablo de Tarso. Mas<br />

son complementos —nunca oposiciones— de una renovación intelectual<br />

de alcances infinitos. La suma de ambos preceptos, su posibilidad de ser<br />

empleadas de modo conjunto, no excluyente, su utilización indiscriminada,<br />

serán generales en todo el pensamiento cristiano. Ambos acaban<br />

conduciendo al fin de la salvación de las almas, a través de la expresión<br />

mediante las conductas del más excelso amor a Dios y al prójimo. Ese<br />

amor se actúa bien de modo pasivo, no haciendo el mal al otro, bien de<br />

modo activo, haciendo el bien. Aquí se halla el contenido de los dos mandamientos<br />

superiores que deben regir la vida del buen cristiano. Todo<br />

33 Hechos de los Apóstoles 15, 28-29: “Porque ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros<br />

no imponeros ninguna otra carga más que estas necesarias: que os abstengáis de las<br />

carnes inmoladas a los ídolos, de la sangre y de los ahogados y de la fornicación, de lo<br />

cual haréis bien en guardaros. Pasadlo bien”.<br />

34 Romanos 13, 8-10: “No estéis en deuda con nadie, sino amaos los unos a los otros,<br />

porque quien ama al prójimo ha cumplido la Ley. Pues no adulterarás, no matarás, no<br />

robarás, no codiciarás y cualquier otro precepto, en esta sentencia se resume: Amarás al<br />

prójimo como a ti mismo. El amor no obra el mal del prójimo, pues el amor es el cumplimiento<br />

de la ley”.

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