Untitled - Revista Pensamiento Penal

Untitled - Revista Pensamiento Penal Untitled - Revista Pensamiento Penal

pensamientopenal.com.ar
from pensamientopenal.com.ar More from this publisher
29.01.2013 Views

DERECHO COMÚN Y LITERATURA 117 nio y abomina de todos cuantos comentarios se hayan efectuado a la ley romana: Pasó entonces a Bourges, y allí, durante largo tiempo y con gran aprovechamiento, estudió leyes. Algunas veces, decía que los libros de aquel estudio le parecían un hermoso ropaje de oro, triunfante y precioso a maravilla; pero bordado de mierda, porque en el mundo no hay libros tan hermosos, tan adornados, tan elegantes como los textos de las Pandectas; pero sus bordados, es decir, la glosa de Accurso, es tan desabrida, tan infame, tan punible, que no es más que suciedad y villanía. 99 De Bourges marcha a Orleáns, donde conoce a un joven que se licencia en leyes, a pesar de no tener conocimiento alguno sobre la materia, lo cual es otra muestra de la inoperancia del sistema educativo puramente memorístico, con unos saberes prestos a ser olvidados de inmediato una vez que se consigue el título que permite el ejercicio de la actividad profesional. 100 El tono jocoso se conserva cuando Pantagruel llega a París y tiene oportunidad de ver la biblioteca de San Víctor, antaño reputada como una de las más completas y célebres de Francia. Con mucho humor, Rabelais trastoca el título de muchos libros como los que siguen, en los que no faltan las referencias jurídicas, deformando su denominación: Bragueta juris. Pantofla decretorum… Las Bambollas del Derecho… La Compulsa de los abogados, sobre la reforma de las grajeas. El Gato-azuzado de los procuradores. Guisantes con tocino cum commento. Preclarisimi juris utriusque doctoris Maistre Pilloti Raquedenari, De bobelilandis glosse Accursiane baguenaudis repetitio enucidiluculidissima… Justiniano, De cagotis tollendis, parodia esta última de la ley De caducis tollendis, Código de Justiniano 6, 51. 101 Pantagruel recibe, a renglón seguido, una carta de su padre Gargantúa. Éste encarna el modo clásico, memorístico del estudio, al que comienzan a 99 Ibidem, Libro II, capítulo V, p. 105. 100 De este joven licenciado dice Rabelais, que “no conocía de la ciencia más que la portada, pero en cambio sabía muy bien bailar y jugar a la pelota, hizo el blasón y la divisa de los estudiantes de aquella Universidad: La pelota en la bragueta, / en la mano una raqueta, / una luz en la corneta, / dispuesto al baile el talón, / este es, doctor, tu blasón”, ibidem, Libro II, capítulo V, p. 105. 101 Ibidem, Libro II, capítulo VII, pp. 108-110. Esta última ley de Justiniano es reiterada en Libro III, capítulo VIII, p. 186: “Esto es lo que dice el valiente Justiniano, Libro IV De cagotis tollendis, para colocar sumum bonum in braguibus et braguetis”.

118 FAUSTINO MARTÍNEZ MARTÍNEZ llegar algunos aires nuevos de cambio. Tras afirmar que en la época presente, las facilidades para aprender son incomparablemente superiores a las de otros tiempos pretéritos porque se ha producido una recuperación de todos los saberes, en consonancia con el ideal renacentista, 102 manifiesta la convicción de que su hijo aprenderá de memoria los textos legales al uso: “De derecho civil quiero que sepas todos los textos y los compulses y comentes con ayuda de la filosofía”. 103 Por tanto, que se esfuerce en desarrollar el nuevo método de estudio que no consiste solamente en hacer un ejercicio memorístico, sino en reflexionar con filosofía, con criterio, con sentido, sobre aquello que se conoce. Una formación completa exige el conocimiento del derecho civil, colocado en un lugar análogo a las lenguas y a la historia, 104 a las artes liberales, 105 a las ciencias de la naturaleza, 106 la medicina y la teología, 107 así co- 102 Ibidem, Libro II, capítulo VIII, p. 111: “Ahora todo el estudio se concentra en el conocimiento de las lenguas muertas: Griego, sin poseer el cual, es vergonzoso que un hombre se llame sabio; hebreo, caldeo y latín. Los impresos tan elegantes y correctos en uso hoy, que por inspiración divina se inventaron en mi tiempo, como por el contrario, la artillería por sugestión diabólica, hacen que todo el mundo esté lleno de sabios, de preceptores doctísimos, de librerías amplias, y tengo por seguro que ni en tiempo de Platón, ni de Cicerón, ni de Papiniano, había para el estudio la facilidad que hay ahora. No habrá en lo sucesivo quien antes de salir a plaza no se haya fortificado en la oficina de Minerva, y preveo que los vagabundos, los verdugos, los aventureros y los palafreneros de mañana, serán más ilustrados que los doctores y los predicadores de hoy”. 103 Ibidem, Libro II, capítulo VIII, p. 112. 104 Idem, “Quiero que aprendas perfectamente las lenguas: primero el griego, como quería Quintiliano; después el latín; luego el hebreo para las Letras sagradas, y, por último, el caldeo y arábigo para el mismo objeto. Que formes tu estilo, en cuanto al griego a la manera de Platón; en cuanto al latín, a la de Cicerón. Que no haya historia que no conozcas, a lo cual te ayudará la cosmografía”. 105 Idem, “De las artes liberales, geometría, aritmética te he dado nociones cuando eras pequeño, a la edad de cinco o seis años; sigue estudiándolas y aprende todos los cánones de las astronomía. Deja a un lado la astrología adivinatoria y el arte de Lullius, como cosas tontas y vanas”. 106 No figura en la edición manejada, pero sí en esta otra que asimismo he consultado, ibidem, traducción de Teresa Suero y José María Claramunda, Barcelona, Plaza y Janés Editores, 1989. Libro II, capítulo VIII, p. 225: “En cuanto al conocimiento de los hechos de la naturaleza, quiero que a él te entregues enteramente que no haya mar, río ni fuente cuyos peces no conozcas; que no te sean desconocidos los pájaros del aire, los árboles y arbustos de los bosques, todas las hierbas de la tierra, los metales escondidos en el seno de los abismos y la pedrerías de todo el Oriente y el Mediodía”. 107 Ibidem, Libro II, capítulo VIII, p. 112: “Después examina cuidadosamente los libros de los médicos griegos, árabes y latinos, sin despreciar los talmudistas y cabalistas, y por frecuentes anatomías, podrás adquirir conocimiento perfecto del organismo humano. Du-

DERECHO COMÚN Y LITERATURA 117<br />

nio y abomina de todos cuantos comentarios se hayan efectuado a la ley romana:<br />

Pasó entonces a Bourges, y allí, durante largo tiempo y con gran aprovechamiento,<br />

estudió leyes. Algunas veces, decía que los libros de aquel estudio le<br />

parecían un hermoso ropaje de oro, triunfante y precioso a maravilla; pero<br />

bordado de mierda, porque en el mundo no hay libros tan hermosos, tan<br />

adornados, tan elegantes como los textos de las Pandectas; pero sus bordados,<br />

es decir, la glosa de Accurso, es tan desabrida, tan infame, tan punible,<br />

que no es más que suciedad y villanía. 99<br />

De Bourges marcha a Orleáns, donde conoce a un joven que se licencia<br />

en leyes, a pesar de no tener conocimiento alguno sobre la materia, lo cual<br />

es otra muestra de la inoperancia del sistema educativo puramente memorístico,<br />

con unos saberes prestos a ser olvidados de inmediato una vez que<br />

se consigue el título que permite el ejercicio de la actividad profesional. 100<br />

El tono jocoso se conserva cuando Pantagruel llega a París y tiene oportunidad<br />

de ver la biblioteca de San Víctor, antaño reputada como una de las<br />

más completas y célebres de Francia. Con mucho humor, Rabelais trastoca<br />

el título de muchos libros como los que siguen, en los que no faltan las referencias<br />

jurídicas, deformando su denominación:<br />

Bragueta juris. Pantofla decretorum… Las Bambollas del Derecho… La<br />

Compulsa de los abogados, sobre la reforma de las grajeas. El Gato-azuzado<br />

de los procuradores. Guisantes con tocino cum commento. Preclarisimi juris<br />

utriusque doctoris Maistre Pilloti Raquedenari, De bobelilandis glosse<br />

Accursiane baguenaudis repetitio enucidiluculidissima… Justiniano, De cagotis<br />

tollendis, parodia esta última de la ley De caducis tollendis, Código de<br />

Justiniano 6, 51. 101<br />

Pantagruel recibe, a renglón seguido, una carta de su padre Gargantúa.<br />

Éste encarna el modo clásico, memorístico del estudio, al que comienzan a<br />

99 Ibidem, Libro II, capítulo V, p. 105.<br />

100 De este joven licenciado dice Rabelais, que “no conocía de la ciencia más que la portada,<br />

pero en cambio sabía muy bien bailar y jugar a la pelota, hizo el blasón y la divisa de<br />

los estudiantes de aquella Universidad: La pelota en la bragueta, / en la mano una raqueta, /<br />

una luz en la corneta, / dispuesto al baile el talón, / este es, doctor, tu blasón”, ibidem, Libro<br />

II, capítulo V, p. 105.<br />

101 Ibidem, Libro II, capítulo VII, pp. 108-110. Esta última ley de Justiniano es reiterada<br />

en Libro III, capítulo VIII, p. 186: “Esto es lo que dice el valiente Justiniano, Libro IV De<br />

cagotis tollendis, para colocar sumum bonum in braguibus et braguetis”.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!