Francisco Garay - Bizkaiko Batzar Nagusiak
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<strong>Francisco</strong> de <strong>Garay</strong> El primer gran explorador vasco 27<br />
ayudasen en lo necesario a personas de su total confi anza entre los que se contaba a <strong>Francisco</strong><br />
de <strong>Garay</strong>. Era el año 1496 y para entonces apenas quedaban en Indias 400 españoles,<br />
el resto o había muerto o, desilusionado, había decidido regresar a la península 21 .<br />
Fue precisamente en el intervalo entre el regreso de Colón a España y su regreso, en el año<br />
1498, cuando tuvo lugar un suceso que alcanzó cierta notoriedad, del que muchos viajeros dejaron<br />
constancia, y que contó como protagonistas a <strong>Francisco</strong> de <strong>Garay</strong> y Miguel Díaz de Aux.<br />
Ambos colonos, guiados por algunos indígenas, tuvieron la fortuna de descubrir las minas de<br />
oro de Bonao, al sur de la isla, en las aguas del río Haina. La suerte, que únicamente se mostró<br />
esquiva con <strong>Garay</strong> al fi n de sus días, quiso que, además de la mina, hallasen una pepita de un<br />
tamaño como hasta entonces jamás se había conocido otra. Era, según decían, mayor que<br />
una hogaza de pan y cuyo valor se estimaba en torno a los 3.700 pesos de oro. El hallazgo de<br />
aquella monstruosidad tuvo enorme repercusión, se expuso en público durante algún tiempo<br />
y el comendador Bobadilla la adquirió como regalo para al rey. Fray Bartolomé de Las Casas,<br />
quien tuvo ocasión de verla, escribió que “fue cosa monstruosa en naturaleza, porque nunca<br />
otra joya tal, que la naturaleza sola formase, vieron los vivos” 22 . La pepita se embarcó junto con<br />
otras piezas que constituían un tesoro valorado en conjunto en 100.000 castellanos, en la fl ota<br />
de 30 navíos que salió de Santo Domingo en julio de 1502, y que, desgraciadamente, se perdió<br />
al hundirse todos los barcos, excepto ocho, en una gran tempestad.<br />
Antonio de Herrera, cronista mayor de Indias, en su “Historia General”, también dejó<br />
constancia de aquel suceso, aunque situándolo temporalmente antes del regreso de<br />
Colón a España:<br />
“...viéndose los caciques mui trabajados, por la carga de los tributos, manifestaron al<br />
Almirante que ácia la parte del Sur havía buenas minas de oro, que embiase sus christianos<br />
a buscarlo; y como importaba al Almirante descubrir mucho de esto, para conservar<br />
su crédito, i venía en buena ocasión, que estaba determinado de ir a Castilla, embió a<br />
<strong>Francisco</strong> de <strong>Garay</strong> y a Miguel Díaz, con alguna gente, i las guías, que dieron los indios.<br />
Fueron a la Isabela a la fortaleza de la Magdalena, i de allí a la Concepción, todo por la<br />
Vega Real: pasaron un puerto de dos leguas: asomaron a otra vega, cuyo señor se llamaba<br />
Bonao: pasaron algunas leguas por las lomas del Bonao: llegaron a un río grande, llamado<br />
Hayna, mui fértil, donde les dixeron que havía mucho oro, i en todos los arroios, i así lo<br />
hallaron por cierto, que un trabajador podía sacar cada día tres pesos, i más; i a estas<br />
minas llamaron de San Christoval, por vna fortaleza que el Almirante dexó ordenado que<br />
se hiciese en ellas; i después se llamaron las Minas Viejas...” 23<br />
21 “Los estudios más recientes calculan que para fi nales de siglo habría una población blanca en torno a 400 españoles…”. VARELA, CONSUELO<br />
y AGUIRRE, ISABEL, “La caída de Cristóbal Colón: el juicio de Bobadilla”, pág. 34.<br />
22 A.G.I. PATRONATO,252,R.23. Las Casas la comparó con “una hogaza de Alcalá que hay en Sevilla, y de aquella hechura, que pesa 3 libras”.<br />
23 HERRERA Y TORDESILLAS, ANTONIO DE. “Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra fi rme del mar océano”,<br />
Década I, libro II.