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Beatriz Mas de Jesús
128 Esdrújula. Revista de filología
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!»
(Poema CXIII, Campos de Soria)
Poesía directa y sencilla, desnuda y humana. Sencillez expresiva y escasez de
imágenes que nos atrapan como si de la más refinada metáfora se tratara.
El adjetivo machadiano es una auténtica definición en sí mismo, es la esencia
misma de las cosas: tarde mustia, tarde clara, tarde triste, tarde soñolienta, tarde
roja, tarde silenciosa... Ese es el estado espiritual del poeta que se identifica con el
mundo que le rodea. La realidad convertida en fuente de belleza, esa es la maestría
de Machado:
«¡Primavera soriana, primavera
humilde, como el sueño de un bendito,
de un pobre caminante que durmiera
de cansancio en un páramo infinito!...»
(Poema CII, Orillas del Duero)
«Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil...»
(Poema CV, En abril, las aguas mil)
«Es una tarde mustia y desabrida
de un otoño sin frutos, en la tierra
estéril y raída
donde la sombra de una centauro yerra...»
(Poema CVI, Un loco)
El poeta presenta el paisaje como reflejo de su propio mundo interior (olmo y poeta
se funden en un mismo ser, en una misma realidad):
http://www.youtube.com/watch?v=4O-chpojbps
(Poema CXV, A un olmo seco)
Machado nos ofrece el predominio del sustantivo sobre cualquier otro elemento del
discurso:
«¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero su curva de ballesta
en torno a Soria, oscuros encinares,
ariscos pedregales, calvas sierras,