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entre el ‘yo’ y el ‘mundo’. Magris, que culpa al
viajero de no tener la llave de un lugar para que
éste le hable, reconoce no haber sido capaz de
llevar al papel algunas de las más importantes
enseñanzas de su Viaje. Sin embargo, registra
en todas sus crónicas cierta doblez sabatiana
en la mirada del que observa. Pequeñas dosis
de personalidad profunda y oscura que se escapa
por la entrelínea. Para su sorpresa afirma
que estas notas encriptadas le ayudaron a reconocerse
a sí mismo cuando viajó por entre
su escritura, y por segunda vez, a ese mismo
lugar. Confirma así la metáfora del propio Borges
(2003): “Un hombre se propone la tarea de
dibujar el mundo. A lo largo de años, puebla
un espacio con imágenes de provincias, de
reinos, de montañas, de bahías, de islas, de
astros […] y de personas. Poco antes de morir,
descubre que ese paciente laberinto de líneas
traza la imagen de su cara.”
Claudio Magris. El infinito viajar
El viajero despierta, estira las piernas y
cuando baja el pesado bulto del compartimento,
descubre que le ha calado la chaqueta
una fina capa de polvo. Se sacude al apearse
en su parada, sin percatarse –no sabemos
si por descuido, olvido o cansancio– de que
aquel reguero de serrín que va dejando tras de
sí eran todas aquellas imperfecciones que el
tiempo le iba puliendo.
Bibliografía
Borges, J.L. (2003) Hacedor. Madrid: Alianza Editorial.
Julià, J. (2008) “Retorn als últims anys d’Europa” en
Lletres, 33, 8 – 11.
Magris, C. (2003) Déplacements. Trad. F.Brun. Paris:
La Quinzaine Littéraireen.
Mommary, M. (2009) « La experiencia de la frontera »
en Revista Mercurio, (online). Disponible en: http://
www.revistamercurio.es/index.php/revistas-mercurio-2009/mercurio-109/164-08-entrevista-conclaudio-magris-
Esdrújula. Revista de filología 169