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Susana López Silva
cantidad de crímenes de este tipo que también
se producían en su época y que llenaban
las páginas de las crónicas de sucesos en los
periódicos, en la mayor parte de los casos, la
sangre fría que tenían los verdugos para matar
a sus víctimas desaparecía cuando de quitarse
la propia vida se trataba:
Siguen a la orden del día los asesinatos
de mujeres. En esta semana hemos tenido
nuestro correspondiente marido calderoniano.
Mató a su cónyuge, con certeros tiros;
pero, llegado el momento de hacerse justicia,
le falló el pulso... Pícara casualidad que
se da muy frecuentemente. 8
Como experta periodista que había indagado
en muchos casos, también señaló que era
la codicia uno de los móviles más frecuente en
estos actos. En un porcentaje muy elevado de
los asesinatos, el móvil que llevaba, pues, a los
hombres a poner fin a la vida de sus esposas
era un problema de dinero, situación a la que
se llegaba en parte debido a la vagancia del
asesino, el cual pretendía vivir solo del trabajo
de su víctima:
De diez casos, en nueve encontraréis este
elemento repulsivo: el dinero, en vez de la
pasión; la holgazanería del asesino, que aspiraba
a sostenerse con el trabajo de la víctima.
¡Si en esto ven los señores del Jurado y los
magistrados un motivo de interés y de conmiseración,
una causa de indulgencia, allá
ellos! Yo veo razón de indignada severidad. 9
La Condesa creía que las leyes debían ser
más rigurosas con aquellos que vivían de las
mujeres y que luego en un arrebato de celos las
mataban, lo que la escritora gallega denominaba
“mujericidio”, delito que estimaba que debería
8 Emilia Pardo Bazán, La Ilustración Artística, nº 1740, 3-V-
1915, p. 302.
9 Emilia Pardo Bazán, La Ilustración Artística, nº 1021, 22-
VII-1901, p. 474.
160 Esdrújula. Revista de filología
castigarse más que el homicidio. La cantidad de
criminales que quedaban impunes le sublevaba,
pues el que no existiese castigo venía a significar
la aprobación de dichas matanzas, en las que
las mujeres siempre llevaban la peor parte:
¿No son los hombres nuestros amos, nuestros
protectores, los fuertes, los poderosos?
¿El abuso del poder, no es una circunstancia
agravante? ¿Cuando matan a mansalva
a la mujer, no debería exigírseles más estrecha
cuenta? Y sin embargo, los anales
de la criminalidad abundan en mujericidios,
impunes muchas veces, por razones especiosas,
mejor dicho por sofismas que sirven
para alentar al crimen. 10
Entre las causas principales que doña Emilia
señalaba como desencadenantes de este
tipo de crímenes, por lo que ella conocía de
los casos que se retrataban en los periódicos,
estaba el de la incultura. No obstante, la escritora
gallega creía en el poder de la educación
como motor de cambio de esta situación:
Los crímenes de amor, como siempre: no
decrecen ni se interrumpen (…). Tales crímenes,
en la juventud, y en este punto del
globo, van estrechamente relacionados con
la falta de educación y de cultura. 11
La reiteración de los crímenes llegó a ocasionar
que se bromeara sobre ellos incluso en
la prensa, siendo algo tan grave. La repetición
de los “mujericidios” se llegó a convertir en
algo tan rutinario y habitual que la sociedad
española de la época ya estaba familiarizada
con este tipo de noticias, y, por tanto, ya no les
impactaban, sino que cada caso nuevo pasaba
a engrosar una larga lista de muertes de
mujeres a manos de sus cónyuges:
10 Emilia Pardo Bazán, La Ilustración Artística, nº 1021, 22-
VII-1901, p. 474.
11 Emilia Pardo Bazán, La Ilustración Artística, nº 1315, 11-
III-1907, p. 170.