Discurso inaugural de la Universidad Nacional - Libros UNAM
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se liguen y confederen en la paz y el culto del ideal en el progreso, se realizará la aspiración profunda de la historia humana. Señor presidente de la República: La Universidad Nacional es vuestra obra; el Estado, espontáneamente, se ha desprendido, para constituirla, de una suma de poder que nadie le disputaba, y vos no habéis vacilado en hacerlo así, convencido de que el gobierno de la ciencia en acción debe pertenecer a la ciencia misma. ¿Sabrá el nuevo organismo realizar su fin? Lo esperamos y lo veremos. Mucho habéis hecho por la patria, señor; hoy el mundo contempla de cerca con qué solemne devoción os habéis puesto al frente de la glorificación de nuestro pasado, que obscuro y triste como es, ha sido aceptado entero y sin reservas por la nación mexicana, para hacer de él nuestro blasón de honor y de gloria. Habéis sido el principal obrero de la paz, la habéis incrustado en nuestro suelo con las cintas de acero de los rieles, la habéis difundido en nuestro ambiente con el humo de nuestras fábricas y os esforzáis con gigantesco esfuerzo 49 •
50 • en transformarla en frutos que anhelan nuestros amigos ricos, y en mieses que cubran nuestras planicies, regadas ya, con su maravilloso toisón de oro. Y con todo eso habéis preparado el porvenir; pero era preciso que quien tuviera conciencia de ese porvenir fuese un pueblo libre, un pueblo libre no sólo por el amor a sus derechos, sino por la práctica perseverante de sus deberes; para ello habéis incesantemente impulsado y fomentado un vasto sistema de educación nacional, matriz fecunda de las democracias vivas, y este sistema queda teóricamente coronado hoy; vuestro nombre perdurará grabado en él como oro en hierro. Y como si mucho habéis hecho por la patria, ella, que os ha seguido siempre, que os ha apoyado siempre, que os ha creído siempre, ha hecho por vuestro prestigio y por vos más de lo que habéis hecho por ella; ella aplaude hoy esta soberana obra vuestra, segura de que será fecunda, porque fía en que todos los árboles que sembráis crecen frondosos, porque conoce el secreto del éxito constante de vuestras empresas: vuestro amor íntimo y profundo al pueblo vuestro padre y vuestra fe genuina e irreducible en el progreso humano.
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profunda <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia humana.<br />
Señor presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> <strong>la</strong> República:<br />
La <strong>Universidad</strong> <strong>Nacional</strong> es vuestra obra; el<br />
Estado, espontáneamente, se ha <strong>de</strong>sprendido,<br />
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nadie le disputaba, y vos no habéis vaci<strong>la</strong>do en<br />
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<strong>la</strong> ciencia en acción <strong>de</strong>be pertenecer a <strong>la</strong> ciencia<br />
misma. ¿Sabrá el nuevo organismo realizar<br />
su fin? Lo esperamos y lo veremos.<br />
Mucho habéis hecho por <strong>la</strong> patria, señor;<br />
hoy el mundo contemp<strong>la</strong> <strong>de</strong> cerca con qué solemne<br />
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<strong>la</strong> glorificación <strong>de</strong> nuestro pasado, que obscuro<br />
y triste como es, ha sido aceptado entero y<br />
sin reservas por <strong>la</strong> nación mexicana, para hacer<br />
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Habéis sido el principal obrero <strong>de</strong> <strong>la</strong> paz, <strong>la</strong> habéis<br />
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nuestro ambiente con el humo <strong>de</strong> nuestras fábricas<br />
y os esforzáis con gigantesco esfuerzo<br />
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