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Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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Introducción. Primavera verano de 1973: «Era como en 1933»<br />

que habían promovido una y otra vez hasta mediados de los sesenta. 29<br />

«Aquí no hay, pues, ninguna mejora, lo que hay es sólo sometimiento<br />

o revolución». 30<br />

Pronto se mostraría de hecho que, desde el 24 de agosto, todos los<br />

interesados sostenían esta máxima. Los hombres de confi anza de IG<br />

Metall y el consejo de administración de la empresa apoyaron entre el<br />

lunes y el miércoles las reivindicaciones de los trabajadores de la cadena,<br />

hasta que quedó claro que los trabajadores inmigrantes realmente<br />

hablaban en serio, cuando eligieron un comité de huelga autónomo,<br />

que haría imposible cualquier limitación de la huelga a los tradicionales<br />

paros fi cticios controlados sindicalmente. Los trabajadores se habían<br />

decido a fortalecer sus reivindicaciones por medio de la ocupación de<br />

la fábrica. Desde entonces, los hombres de confi anza alemanes temían<br />

que los trabajadores alemanes prefi rieran no entrar ya en el terreno de la<br />

empresa al lado de ellos. 31 Mientras tanto, se estabilizó la dirección representativa<br />

de la huelga, que era multinacional y representaba también<br />

los intereses de los trabajadores alemanes, al tiempo que en el cambio<br />

de turno se organizaban manifestaciones en los solares de la empresa.<br />

Al principio de la huelga, en estas manifestaciones sólo participaban<br />

200 trabajadores, pero en el punto álgido de la misma llegaron a 7.000<br />

—en su mayoría trabajadores emigrantes, pocos alemanes. A ellos no<br />

se les podía hacer entrar en razón por medio de concesiones reformistas<br />

en el salario real —280 marcos de suplemento por infl ación, y pago<br />

de las horas de huelga. Su lucha apuntaba más alto —y ellos lo sabían<br />

articular mejor que en John Deere—: hacia la eliminación de los componentes<br />

más brutales de una organización del trabajo perfeccionada y<br />

destructiva. Por eso, desde hacía tiempo, los hombres de confi anza, el<br />

29 Así se distinguía el representante, durante años, del consejo de administración de las empresas y<br />

actual secretario de la administración local del sindicato del metal, G. Tolusch, como participante<br />

activo del movimiento contra la legislación del estado de emergencia de 1967-1968.<br />

30 Así hablaba Tolusch, representante del consejo de administración de la empresa, contra el<br />

autor, cuando éste trabajaba en 1966 como sanitario en el mal afamado pabellón Y de la fábrica<br />

Ford de Colonia.<br />

31 Esta maniobra de división se introdujo el martes por la tarde, cuando el representante<br />

del consejo de administración de la empresa, Lück, convocó una asamblea junto a la puerta<br />

principal mientras una manifestación de más de 1.000 hombres, dirigidos por el comité de<br />

huelga, atravesaba la fábrica. Véase al respecto; «Ford / Köln: Gegen die Spaltung!», Rote Fahne,<br />

núm. 35, p. 4.<br />

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