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Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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Introducción. Primavera verano de 1973: «Era como en 1933»<br />

Rheinstahl en Bielefeld y Duisburg, de varias fundiciones de hierro, de<br />

la empresa de baterías Varta AG en Hagen, de Buderus en Lolla-Hessen<br />

y de muchas otras fábricas. 22<br />

En cuanto a la composición social de sus activistas y a los objetivos<br />

de la lucha, el movimiento huelguista de agosto no es prácticamente<br />

comparable en nada con las huelgas de septiembre de 1969. En las<br />

huelgas de septiembre, los trabajadores semicualifi cados de la industria<br />

del hierro y del acero sólo tuvieron la sartén por el mango entre<br />

uno y dos días, la perdieron rápido frente a los cuadros de trabajadores<br />

reformistas y toleraron sin resistencia las maniobras de recuperación y<br />

apaciguamiento de los consejos de administración de las empresas. 23<br />

Ahora, cuatro años después, desde el principio hasta el fi nal de las acciones,<br />

el punto central se ha desplazado del trabajador semicualifi cado<br />

de la cadena de producción en masa al obrero masa: sobre todo mujeres<br />

y trabajadores emigrantes, que producen la mayor parte de la masa de<br />

plusvalía y llevan el salario más bajo a casa. Aquél que conoce los complejos<br />

mecanismos de división frente a los trabajadores especializados<br />

que todavía quedan y los nuevos trabajadores pseudo-especializados<br />

de la industria del metal semiautomatizada debería tener claro que ese<br />

obrero masa alcanzaría, con sus reivindicaciones propias, la centralidad<br />

en el benefi cio del capital de Alemania Occidental; y esto era tan claro,<br />

que incluso la articulación de sus conocimientos sobre la discriminación<br />

y el amordazamiento de sus necesidades por medio de la jerarquía<br />

y la organización del trabajo sólo podría realizarse o bien en comités de<br />

huelga autónomos, o bien diluirse en el mejor de los casos. A diferencia<br />

de 1969, ahora no había mecanismos de mediación reformistas de<br />

ningún tipo, ni un movimiento que recondujera la cuestión al aumento<br />

de las tarifas. Al contrario, cada paso que los trabajadores dieron en<br />

agosto, siguiendo sus reivindicaciones de más vida y menos trabajo, era<br />

una bofetada en la cara a la política sindical y empresarial, cínica y sin<br />

escrúpulos, de los últimos cuatro años, que ya había vuelto a arrebatar<br />

al obrero masa las modestas concesiones de 1969 y 1970. ¿No se deberían<br />

reproducir, por lo tanto, los nuevos y brutales planteamientos de una<br />

22 En relación a esto, sobre todo: «Der Funke springt von Werk zu Werk», Süddeutsche Zeitung, 24<br />

de agosto de 1973; «Die Streiks in der deutschen Metallindustrie», Neue Zürche Zeitung, 29 de<br />

agosto de 1973; «Vereint kämpfen – vereint siegen!», Rote Fahne, núm. 35, 29 de agosto de 1973.<br />

23 Para una valoración de las huelgas de septiembre, véase K. H. <strong>Roth</strong>, «Westdeutsche Arbeiterkämpfe<br />

in den sechziger Jahren», Zirkular Probleme des Arbeiterkampfs, año 2, núm. 12, 1973.<br />

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