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Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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En lugar de un resumen: represión capitalista y lucha obrera<br />

ahí llegan los «silenciosos» hombres de confi anza, que también se hacen<br />

pasar por gente de izquierdas y hablan con quienes reparten panfl etos,<br />

sacando a veces la cámara de fotos: éstos son profesionales que cobran<br />

tres sueldos y que trabajan junto con los Werkschutz y la brigada de Defensa<br />

de la Constitución. Cuando hay grandes confl ictos, los mánagers,<br />

alarmados, llenan rápidamente de estos tipos los talleres de la fábrica.<br />

Pero todo esto no es especialmente malo. Si tienes mucho cuidado,<br />

aprenderás de facto a adaptarte al estado de excepción de manera<br />

bastante rápida. Aprenderás a calcular la importancia de lo que haces<br />

cuando vayas más allá de las formas de resistencia informales, cuando<br />

fi ches por más tiempo del que trabajas, te cojas más días de baja por<br />

enfermedad que la media o te abandones frente a la jodida organización<br />

del trabajo y hagas el gilipollas. Tendrás cuidado. La mayoría de<br />

las veces sólo tendrás un compañero resistiendo contigo, de veras será<br />

extraño que haya un pequeño grupo de dos o tres personas que luchen<br />

realmente, organicen su militancia en el marco de lo posible y se preparan<br />

silenciosamente para el día X.<br />

Peor es que, en los últimos tiempos, los empresarios hayan seguido<br />

impulsando la supervisión casi exclusivamente por medio de los instrumentos<br />

de control conocidos —desde las fi chas de destajo y el reloj<br />

de fi char, hasta los supervisores y capataces—, así como los hombres de<br />

confi anza y los Werkschutz. Y que hayan podido permitirse, entretanto,<br />

contratar a «asistentes sociales» que no hacen otra cosa que, a modo de<br />

ejemplo, observar a las trabajadoras a destajo del montaje de transistores<br />

en bragas y sujetador antes de abandonar la fábrica. 1 Y que empresas<br />

del metal hayan pasado a fabricar faros y torres de vigilancia para matar<br />

a tiros a personas que buscaban mejorar su escaso salario vendiendo un<br />

poco de metal no ferroso. 2 Y que los empleados del Werkschutz de la<br />

1 D. Lisiecki, Reaktionsformen von Betrieben auf innerbetriebliche kriminelle Vorgänge, op. cit., p. 160,<br />

¡cuenta así que algunos consorcios de la industria electrónica habrían contratado exclusivamente<br />

para tal fi n a las llamadas asistentas sociales de la empresa!<br />

2 Las plantas de cobre operaban, sobre todo, como fábricas-presidio que debían ser «protegidas»<br />

incluso frente a los explotados. Véase a modo de ejemplo el informe sobre Norddeutsche Affi nerie:<br />

«Las torres de vigilancia de 28 metros de alto alrededor del terreno de la Affi están ocupados<br />

por hombres de los servicios de seguridad de fábrica y están equipadas con focos muy potentes.<br />

Los visitantes no deseados no tienen ninguna oportunidad». «Glühendes Kupfer und dicke<br />

Panzertüren», Die Welt, 27 de julio de 1973, p. 18.<br />

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