Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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288 El «otro» movimiento obrero con aquel ala que, debido a su cínica colaboración con la pérdida del Oeste y con la división de Alemania, había perdido cualquier tipo de iniciativa dirigida a conducir las necesidades de las masas a un modelo de desarrollo económico democrático. Los sindicatos y la socialdemocracia habían degenerado, a principios de los años cincuenta, en un monstruo colosal que había perdido cualquier sentido de ser, tanto frente a las masas como frente al boom que se dejaba ya entrever —¡gran diferencia con respecto a 1918! No les quedó así otra que aceptar agradecidos las migajas que caían de la mesa de la expansión económica y permanecer a la espera. Al fi nal de la crisis económica mundial, su doctrina económico-política se había aproximado al nivel de Keynes, cuando se ofrecieron ante el Generalato del Reichswehr y después a los nazis como garantes de la inserción de los trabajadores en el nuevo ciclo de desarrollo: superación de la crisis mediante producción pública, estímulo de la demanda por medio de subidas salariales y posterior reorganización de la rentabilidad del capital privado por medio del aumento de la productividad y de la intensifi cación del trabajo —éstos eran sus lemas de entonces. Los sueños de unidad sindical de 1945-1947 no se diferenciaban en nada de esto; la esperanza de los reformistas en una reconstrucción capitalista planifi cada en toda Alemania por medio de un verdadero Estado del trabajo había llegado a un rápido fi n: no habían tenido en cuenta que no estaban organizando su regreso político apoyados en la clase obrera, sino en los hombros de los ejércitos anti- Hitler. La consecuencia fue simple. Los sindicatos y la socialdemocracia se contentaron por el momento con ser útiles a los empresarios, participando en el estímulo de la productividad. 91 Poco después, la discusión sobre la parte central de la integración democrático-económica del trabajador, esto es, el salario real, comenzó a estar también mal vista. Una de las intenciones declaradas del Plan Marshall era que en los baluartes estadounidenses existentes en Europa Occidental los salarios quedaran muy por debajo de los americanos (un 25 %) y de la media europea (entre un 15 y un 20 %, 91 Véase al respecto Rationalisierung und Arbeitnehmerschaft. Entwurf einer gewerkschaftlichen Stellungnahme, Colonia, 1950; así como los diversos informes de estado de cuentas del RKW desde principios de los años cincuenta (publicado en la revista del RKW: Rationalisierung, Múnich, 1950 y ss.), en los cuales se habla constantemente de una posición extraordinariamente «favorable a la racionalización» por parte de los sindicatos de Alemania Occidental.

Lucha obrera y contraataque capitalista a partir del Nacionalsocialismo con las mayores diferencias frente a Gran Bretaña). 92 El reformismo de migajas de Alemania Occidental hizo sus cálculos, a partir de entonces, con estos parámetros, 93 parámetros que hacían que las clases dominantes del resto de Europa Occidental fueran a remolque de los empresarios del Estado separado de Alemania occidental, de manera mucho más real que en la europeización que habían sufrido diez años atrás por medio de la política militar nazi. 94 Los sucesores de Bökler y Schumacher tampoco pusieron esta política en cuestión. Comenzaron a asumir, a su manera, el papel que se les había dictado desde arriba para suceder al sindicato semi unitario DAF: ninguna política salarial activa, tolerancia absoluta con respecto a la división de clase y a sus requisitos en la esfera de la circulación, mercado de trabajo segmentado, orientación prioritaria a la puesta en práctica de la explotación de los trabajadores, compensación únicamente pro-«atlántica» y objetivación de la ideología del trabajo nacionalsocialista. 95 En el año 1950, el Rationalisierungskuratorium der Deutschen Wirtschaft [Patronato para la Racionalización de la Economía Alemana], organización sucesora, si bien refundada en 1948, del Reichskuratoriums für Wirtschaftlichkeit [Patronato del 92 Este objetivo se hizo realidad con toda su dureza con la reforma monetaria: «Si bien la reforma monetaria anuló la congelación de precios, la administración de los aliados occidentales y el consejo económico de Fránkfurt tuvieron que mantener todavía durante meses la congelación salarial. Con una subida de precios de hasta un 20 %, la situación material de la población trabajadora siguió empeorando». Kritik der Mitbestimmung, op. cit., p. 92. Sobre la evolución de los salarios véase J. Kuczynski, op. cit., vol. 7a, pp. 205 y ss, 383 y ss. 93 Sin embargo, en esta época se discutió abiertamente sobre ellas debido a las luchas internas entre las alas sindicales, que duraron hasta 1954. Las revistas sindicales más importantes de este conjunto que habría que consultar son: Der Gewerkschafter, año 1952 y ss; Gewerkschaftsliche Monatshefte, año 1952 y ss. 94 Esta situación fue prácticamente provocada por los sindicatos tras la aprobación ofi cial de la estrategia del Plan Marshall, y desde entonces permaneció inalterada. En la mayoría de los análisis críticos de los sindicatos se constataba esto mismo, sin embargo casi nunca se relacionaba con el punto más decisivo —la participación activa en la realización de las tasas de explotación por medio de la reedición de un «movimiento de racionalización». 95 En esta ocasión, se situaban signifi cativamente en primera linea autores y funcionarios como Walther Pahl, que tomaban como ejemplo los batallones más duros, entre ellos el «Gobierno de la Sublevación Nacional» nazi, y habían realizado la propaganda correspondiente en las revistas sindicales. Véase W. Pahl, «Der Feiertag der Arbeit und die sozialistische Arbeiterschaft», Gewerkschaftszeitung, núm. 17, 29 de abril de 1933, pp. 259 y ss. Pahl podía escribir tranquilamente hasta principios de los años cincuenta en Gewerkschaftlichen Monatsheften y en otras revistas sindicales a favor de la, otra vez, nueva línea sindical. 289

288 El «otro» movimiento obrero<br />

con aquel ala que, debido a su cínica colaboración con la pérdida del<br />

Oeste y con la división de Alemania, había perdido cualquier tipo de<br />

iniciativa dirigida a conducir las necesidades de las masas a un modelo<br />

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un monstruo colosal que había perdido cualquier sentido de ser, tanto<br />

frente a las masas como frente al boom que se dejaba ya entrever —¡gran<br />

diferencia con respecto a 1918! No les quedó así otra que aceptar agradecidos<br />

las migajas que caían de la mesa de la expansión económica<br />

y permanecer a la espera. Al fi nal de la crisis económica mundial, su<br />

doctrina económico-política se había aproximado al nivel de Keynes,<br />

cuando se ofrecieron ante el Generalato del Reichswehr y después a los<br />

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un verdadero Estado del trabajo había llegado a un rápido fi n: no habían<br />

tenido en cuenta que no estaban organizando su regreso político<br />

apoyados en la clase obrera, sino en los hombros de los ejércitos anti-<br />

Hitler. La consecuencia fue simple. Los sindicatos y la socialdemocracia<br />

se contentaron por el momento con ser útiles a los empresarios, participando<br />

en el estímulo de la productividad. 91<br />

Poco después, la discusión sobre la parte central de la integración<br />

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Europa Occidental los salarios quedaran muy por debajo de los americanos<br />

(un 25 %) y de la media europea (entre un 15 y un 20 %,<br />

91 Véase al respecto Rationalisierung und Arbeitnehmerschaft. Entwurf einer gewerkschaftlichen<br />

Stellungnahme, Colonia, 1950; así como los diversos informes de estado de cuentas del RKW<br />

desde principios de los años cincuenta (publicado en la revista del RKW: Rationalisierung,<br />

Múnich, 1950 y ss.), en los cuales se habla constantemente de una posición extraordinariamente<br />

«favorable a la racionalización» por parte de los sindicatos de Alemania Occidental.

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