Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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280 El «otro» movimiento obrero los ejércitos de ocupación. El baluarte de la «Policía Industrial» superó la prueba de carga. Más allá de los planes de reconstrucción económico-política, y de la rehabilitación fragmentada de las clases dominantes en los Estados, tan pronto como la situación internacional lo permitió los mandos de fábrica cumplieron con su función. La maquinaria social del sistema comenzó a modernizar el dominio de clase por medio de la división del trabajo y las administraciones de ocupación volvieron a posiciones de reserva en la fábrica y en la sociedad. Desde estas posiciones, no obstante, los empresarios-marioneta de las zonas occidentales quedaron implicados, a pesar del nuevo marco estatal, en la estrategia internacional de contención. En cualquier caso, ninguno de los participantes en la confrontación de clase —si exceptuamos el reformismo obrero— se tomó especialmente en serio el complejo institucional parlamentario del nuevo Estado segregado. Desde 1949-1950, los aliados occidentales dieron luz verde al régimen de Adenauer para la estabilización fi nal del dominio interno de clase, programaron el restablecimiento de un contingente militar controlado para la contención del Este de Europa, 69 y al mismo tiempo comenzaron a organizar una red militar secreta por si se producía una gran guerra europea con la Unión Soviética. La planifi cación de la postguerra, por parte de los empresarios y de los actores del plan estatal del Nacionalsocialismo tardío comenzaron a hacerse realidad con cinco años de retraso, al tiempo que aumentaban los síntomas que apuntaban a un enfrentamiento contra la obstinada utilización reformista del institucionalismo parlamentario y de los peajes políticos que poco a poco se fueron instaurando. Bajo el amparo del servicio secreto militar de EEUU y de la Bundeszentrale für Heimatdienst [Central Federal de Servicios a la Patria], precursora de la Ofi cina Blank, 70 surgieron como setas asociaciones tradicionales de las SS, brigadas de tropas de elite 69 Véase al respecto, sobre todo, los trabajos estándares de la RDA publicados por dos autores colectivos: Bundeswehr -Armee für den Krieg, Berlín, 1972, el cual —más allá de su problemático enfoque político-metodológico— contiene sin embargo algunos errores informativos; o el detallado, aunque conscientemente dirigido a encubrir G. Wettig, Entmilitarisierung und Wiederbewaffnung, op. cit.; así como desde el lado de EEUU sobre todo W. Martin, «The American Decision to Rearm Germany», en H. Stein (ed.), American Civil-Military Decisions, University of Alabama Press, 1963; J. L. Richardson, Deutschland und die NATO, Colonia y Opladen, 1967, en especial pp. 17 y ss.; así como sobre todo E. Willenz, Early Discussions Regarding a Defense Contribution in Germany (1948-1950), RAND-Memo. RM-698, Santa Mónica (Cal.), 1952. 70 Veasé sobre esto las indicaciones de Wettig, op. cit., pp. 300 y 301.

Lucha obrera y contraataque capitalista a partir del Nacionalsocialismo del Wehrmacht nazi y asociaciones juveniles militares. Especialmente en el caso de la Bund Deutscher Jugend (BDJ) [Unión de la Juventud Alemana], era evidente que se pretendía lograr una base de masas extrainstitucional con el fi n de ocultar el paso de las tropas auxiliares de los aliados al servicio del aparato represivo del Estado de los empresarios, recién salido del horno. Cuando las potencias ocupantes volvieron a retirar a su «Policía Industrial» de las fábricas, la presidencia federal de la BJD se dirigió a los industriales del Ruhr para ofrecerles cuadros cualifi cados con el fi n de reforzar sus servicios de seguridad de fábrica, que se habían debilitado; en un escrito relacionado, se mencionaba «al Ministerio Federal de Interior como garante de la fi abilidad de la BDJ». 71 Aparentemente, esta oferta fue aceptada de manera inmediata por los empresarios; si no fuera así resultaría difícil de explicar el hecho de que el entonces segundo representante federal de la BDJ, Hammacher, ocupe ahora el puesto de director de un Werkschutz en Mannesmann 72 y que un empleado criminal llamado Sczesny, comprometido en su tiempo por sus contactos con la BDJ, esté contratado ahora como jefe de la empresa de seguridad de Fránkfurt, Werkschutz GmbH. 73 Pero la BDJ no era la única que destacaba en este ámbito, otros grupos terroristas asociados a ella jugaron un papel importante en la reconstrucción de los Werkschutz, como por ejemplo el Kampfgruppe gegen Unmenschlichkeit [Grupo de Lucha contra la Inhumanidad], 74 que operaba en la RDA, y cuyo jefe de sabotajes dirige ahora el Werkschutz de la empresa química Marl. 75 Tras la BJD operaba al mismo tiempo un «Servicio de Apoyo Técnico» compuesto por varios miles de antiguos 71 «“Technischer Dienst” und BDJ (Bund Deutscher Jugend)», Feinde der Demokratie, ed. Landesbezirk Nordhein / Westfalen des DGB, núm. 2, 1953, p. 7. 72 Desde principios de los años sesenta, Hammacher escribió desde este puesto varios artículos sobre cuestiones relativas a los servicios de seguridad de fábrica en la revista Ziviler Luftschutz (después Zivilschutz). Véase también Feinde der Demokratie, op. cit., p. 5. 73 Véase por ejemplo el siguiente artículo, que escribió H. Sczesny al periódico económico Blick durch die Wirtschaft: «Sicherheitslücken in der deutschen Wirtschaft», vuelto a publicar en el volumen: Wie schütze ich meinem Betrieb, compilado por J. Jescke, Düsseldorf -Viena, 1973, pp. 15 y ss. 74 Véase al respecto K. H. Roth, «Die “Kampfgruppe gegen Unmenschlichkeit”: Fünfte Kolonne des Kalten Krieges», en la obra del mismo autor Invasionsziel DDR, Hamburgo, 1971, pp. 85 y ss. 75 Véase al respecto U. Sander, «Menschenleben spielten keine Rolle. Die seltsame Karriere des Gerd Baitz», Tatsachen, 8 de marzo de 1969; «Das ist der Terror der Betriebs-Gestapo!», Elanexpress, Dortmund, marzo de 1971, p. 1. 281

280 El «otro» movimiento obrero<br />

los ejércitos de ocupación. El baluarte de la «Policía Industrial» superó<br />

la prueba de carga. Más allá de los planes de reconstrucción económico-política,<br />

y de la rehabilitación fragmentada de las clases dominantes<br />

en los Estados, tan pronto como la situación internacional lo permitió<br />

los mandos de fábrica cumplieron con su función. La maquinaria social<br />

del sistema comenzó a modernizar el dominio de clase por medio de<br />

la división del trabajo y las administraciones de ocupación volvieron a<br />

posiciones de reserva en la fábrica y en la sociedad. Desde estas posiciones,<br />

no obstante, los empresarios-marioneta de las zonas occidentales<br />

quedaron implicados, a pesar del nuevo marco estatal, en la estrategia<br />

internacional de contención. En cualquier caso, ninguno de los participantes<br />

en la confrontación de clase —si exceptuamos el reformismo<br />

obrero— se tomó especialmente en serio el complejo institucional parlamentario<br />

del nuevo Estado segregado.<br />

Desde 1949-1950, los aliados occidentales dieron luz verde al régimen<br />

de Adenauer para la estabilización fi nal del dominio interno<br />

de clase, programaron el restablecimiento de un contingente militar<br />

controlado para la contención del Este de Europa, 69 y al mismo tiempo<br />

comenzaron a organizar una red militar secreta por si se producía<br />

una gran guerra europea con la Unión Soviética. La planifi cación de la<br />

postguerra, por parte de los empresarios y de los actores del plan estatal<br />

del Nacionalsocialismo tardío comenzaron a hacerse realidad con cinco<br />

años de retraso, al tiempo que aumentaban los síntomas que apuntaban<br />

a un enfrentamiento contra la obstinada utilización reformista del<br />

institucionalismo parlamentario y de los peajes políticos que poco a<br />

poco se fueron instaurando. Bajo el amparo del servicio secreto militar<br />

de EEUU y de la Bundeszentrale für Heimatdienst [Central Federal de<br />

Servicios a la Patria], precursora de la Ofi cina Blank, 70 surgieron como<br />

setas asociaciones tradicionales de las SS, brigadas de tropas de elite<br />

69 Véase al respecto, sobre todo, los trabajos estándares de la RDA publicados por dos autores<br />

colectivos: Bundeswehr -Armee für den Krieg, Berlín, 1972, el cual —más allá de su problemático<br />

enfoque político-metodológico— contiene sin embargo algunos errores informativos; o el<br />

detallado, aunque conscientemente dirigido a encubrir G. Wettig, Entmilitarisierung und<br />

Wiederbewaffnung, op. cit.; así como desde el lado de EEUU sobre todo W. Martin, «The American<br />

Decision to Rearm Germany», en H. Stein (ed.), American Civil-Military Decisions, University of<br />

Alabama Press, 1963; J. L. Richardson, Deutschland und die NATO, Colonia y Opladen, 1967,<br />

en especial pp. 17 y ss.; así como sobre todo E. Willenz, Early Discussions Regarding a Defense<br />

Contribution in Germany (1948-1950), RAND-Memo. RM-698, Santa Mónica (Cal.), 1952.<br />

70 Veasé sobre esto las indicaciones de Wettig, op. cit., pp. 300 y 301.

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