Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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264 El «otro» movimiento obrero solidarizarse con los trabajadores forzados. 10 El ejército, por su parte, no se revolucionó prácticamente nada. También aquí y hasta el fi nal, se demostró extremadamente efectiva la combinación de «guerra psicológica» hacia dentro 11 y terror despiadado. 12 Y fi nalmente, la resistencia política del movimiento obrero se escondió también, literalmente, en sus últimos escondrijos como reacción al terror de masas de la Gestapo, tras el 20 de julio de 1944, y esto si es que alguna vez estuvo preparada para salir del círculo de autoconservación de sus tradiciones y volverse activa en la práctica. 13 Para ella, sólo se trataba de una cosa: de esperar pasivamente a la liberación del exterior, de sobrevivir desnudos. 14 La completa inexistencia de la clase en los últimos días y horas de la época nacionalsocialista tuvo consecuencias de gran alcance. Los trabajadores no lograron ningún poder político a nivel de masas, que les legitimase para saldar cuentas con el sistema de explotación, ignorando conscientemente las diferentes instrucciones de las tropas de ocupación. 15 El poder político fue, desde el principio, el objeto de la política de ocupación, con todas las consecuencias que ello conllevó para el 10 Véase Kraienhorst en Runge, op. cit, pp. 18 y 19. 11 No disponemos de fuentes. 12 Véase a este respecto I. Rösler, «Die faschistische Gesetzgebung und Rechtssprechung gegen «Wehrkraftzersetzung» als Mittel der zwangsweisen Erhaltung der Kampfmoral von Truppe und Bevölkerung im zweiten Weltkrieg», en Zeitschrift für Militärgeschichte, núm. 5, 1971, pp. 561 y ss.; K. Scheel, Krieg über Ätherwellen. NS-Rundfunk und Monopole 1933-1945, Berlín, 1970; así como a modo de ejemplo el posteriormente apologético H. v. Wedel, Die Propagandatruppen der deutschen Wehrmacht, Neckargemünd, 1962. 13 Aquí el movimiento de resistencia surgido de la tradición del KPD fue sin duda el más activo. Véase la evaluación resumida de J. Klein, Vereint sind sie alles? Untersuchungen zur Entstehung der Einheitsgewerkschaften in Deutschland. Von der Weimarer Republik bis 1946-47, Hamburgo, 1972, pp. 68 y 69. 14 Así, a modo de ejemplo, Jakob Kaiser sobrevivió en Berlín, desde fi nales de septiembre de 1944 hasta la entrada del ejército soviético en abril de 1945, completamente aislado en un sótano. Véase E. Nebgen, Jakob Kaiser. Der Widerstandskämpfer, Stuttgart, Berlín, Colonia y Mainz, 1967. Tal y como muestra una revisión de la literatura de la resistencia, éste no fue un fenómeno aislado. 15 Sobre los dirigentes de la ocupación de las tropas de la coalición anti-Hitler véase sobre todo M. Bistram, Grundzüge der sowjetischen Deutschlandpolitik 1941-1945, trabajo sin publicar para el examen estatal de la Universidad de Bonn, Duisburg, 1967; M. Balfour, Viermächtekontrolle in Deutschland 1945-1946, Düsseldorf, 1959; W. L. Dorn, «Die Debatte über die amerikanische Besatzungspolitik für Deutschland», en Vierteljahreshefte für Zeitgeschichte, 1958, núm. 1, pp. 60 y ss.; J. Klein, op. cit., p. 125 y ss.

Lucha obrera y contraataque capitalista a partir del Nacionalsocialismo posterior desarrollo histórico. Los acontecimientos de los primeros días de la liberación demostraron que el quid de la cuestión se encontraba precisamente aquí: sólo allí donde los trabajadores habían dado los primeros pasos prácticos hacia la insurrección pudieron desempeñar al menos un humilde papel. Así ocurrió con el Kampfverband Freies Deutschland en Berlín, que al menos provisionalmente consiguió infl uir en el comportamiento de los cuadros activos del KPD que volvían con las tropas soviéticas. 16 Y así sucedió también en el caso del grupo socialdemócrata sindical en torno a Albin Karl en Hannover, 17 que por lo menos fue capaz de seguir con detalle el curso de las luchas en la ciudad y, tras el fi n de las acciones de lucha en el centro, presentarse directamente ante el comandante de los EEUU como una organización capaz de actuar. 18 Del mismo modo ocurrió, como ya se ha mencionado, con el grupo NKFD en Leipzig, que gracias a su comportamiento durante los últimos días de guerra no necesitó en absoluto que el comandante de las tropas estadounidenses le legitimara, y pasó sin muchos rodeos a vaciar los almacenes de armas nazis. 19 Sin embargo, podemos convenir, en general, que tan pronto como las tropas aliadas hubieron reprimido los últimos nidos de resistencia nazi, sus comandantes presentaron inmediatamente delegados de diversos comités antifascistas, comités populares, etc., y abogaron con peticiones bien formuladas su participación calculada en la reconstrucción y en la desnazifi cación. 20 Los acontecimientos de Aachen, 16 Véase Kampfverband Freies Deutschland, op. cit. 17 Sobre esto, véase la primera descripción resumida del movimiento de resistencia en Hannover, basada en las actas del archivo del DGB, en J. Klein, op. cit., pp. 125 y ss. 18 DGB-Archiv Düsseldorf, Material Gottfurcht, Deutschlandberichte 1944 bis Ende 1945 I und II: «Von der Untergrundbewegung» de A. Karl, junio de 1945, analizado por primera vez por J. Klein, op. cit. 19 Véase F. Köhler, Die Befreiung Deutschlands vom faschistischen Joch, op. cit., p. 54; G. Krüger, Der Kampf um die Enteignung der Kriegsverbrecher und Naziaktivisten in Leipzig, op. cit., p. 64. 20 Esta buena conducta no aportó nada. En las zonas occidentales los «comités populares» fueron prohibidos ya el 6 de junio de 1945, en la zona soviética fueron disueltos por la administración militar soviética a favor de sindicatos y partidos «antifascistas» recién creados y dependientes de ella. Así se eliminó la base para cualquier movimiento de masas real y autónomo en toda Alemania. Así veía Ulbrich la cuestión para la SBZ (en una carta a Dimitroff): «La ofi cina del KPD creada espontáneamente, los comités populares, los comités del movimiento Freies Deutschland y los comités de la gente del 20 de julio, que anteriormente trabajaban de manera clandestina, actúan ahora abiertamente. Hemos cerrado ya estas ofi cinas y hemos explicado a los compañeros que 265

Lucha obrera y contraataque capitalista a partir del Nacionalsocialismo<br />

posterior desarrollo histórico. Los acontecimientos de los primeros días<br />

de la liberación demostraron que el quid de la cuestión se encontraba<br />

precisamente aquí: sólo allí donde los trabajadores habían dado los<br />

primeros pasos prácticos hacia la insurrección pudieron desempeñar<br />

al menos un humilde papel. Así ocurrió con el Kampfverband Freies<br />

Deutschland en Berlín, que al menos provisionalmente consiguió infl uir<br />

en el comportamiento de los cuadros activos del KPD que volvían con<br />

las tropas soviéticas. 16 Y así sucedió también en el caso del grupo socialdemócrata<br />

sindical en torno a Albin <strong>Karl</strong> en Hannover, 17 que por lo<br />

menos fue capaz de seguir con detalle el curso de las luchas en la ciudad<br />

y, tras el fi n de las acciones de lucha en el centro, presentarse directamente<br />

ante el comandante de los EEUU como una organización capaz<br />

de actuar. 18 Del mismo modo ocurrió, como ya se ha mencionado, con<br />

el grupo NKFD en Leipzig, que gracias a su comportamiento durante<br />

los últimos días de guerra no necesitó en absoluto que el comandante<br />

de las tropas estadounidenses le legitimara, y pasó sin muchos rodeos a<br />

vaciar los almacenes de armas nazis. 19<br />

Sin embargo, podemos convenir, en general, que tan pronto como<br />

las tropas aliadas hubieron reprimido los últimos nidos de resistencia<br />

nazi, sus comandantes presentaron inmediatamente delegados de diversos<br />

comités antifascistas, comités populares, etc., y abogaron con<br />

peticiones bien formuladas su participación calculada en la reconstrucción<br />

y en la desnazifi cación. 20 Los acontecimientos de Aachen,<br />

16 Véase Kampfverband Freies Deutschland, op. cit.<br />

17 Sobre esto, véase la primera descripción resumida del movimiento de resistencia en Hannover,<br />

basada en las actas del archivo del DGB, en J. Klein, op. cit., pp. 125 y ss.<br />

18 DGB-Archiv Düsseldorf, Material Gottfurcht, Deutschlandberichte 1944 bis Ende 1945 I<br />

und II: «Von der Untergrundbewegung» de A. <strong>Karl</strong>, junio de 1945, analizado por primera vez<br />

por J. Klein, op. cit.<br />

19 Véase F. Köhler, Die Befreiung Deutschlands vom faschistischen Joch, op. cit., p. 54; G. Krüger,<br />

Der Kampf um die Enteignung der Kriegsverbrecher und Naziaktivisten in Leipzig, op. cit., p. 64.<br />

20 Esta buena conducta no aportó nada. En las zonas occidentales los «comités populares» fueron<br />

prohibidos ya el 6 de junio de 1945, en la zona soviética fueron disueltos por la administración<br />

militar soviética a favor de sindicatos y partidos «antifascistas» recién creados y dependientes de<br />

ella. Así se eliminó la base para cualquier movimiento de masas real y autónomo en toda Alemania.<br />

Así veía Ulbrich la cuestión para la SBZ (en una carta a Dimitroff): «La ofi cina del KPD creada<br />

espontáneamente, los comités populares, los comités del movimiento Freies Deutschland y los<br />

comités de la gente del 20 de julio, que anteriormente trabajaban de manera clandestina, actúan<br />

ahora abiertamente. Hemos cerrado ya estas ofi cinas y hemos explicado a los compañeros que<br />

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