Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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232 El «otro» movimiento obrero los trabajadores extranjeros, entraba en acción la Gestapo. 234 El último escalón en la represión empresarial eran los campos de educación para el trabajo. Tenían la tarea de educar «a los elementos holgazanes en la disciplina del trabajo» y de «llevarlos de vuelta al puesto de trabajo tras alcanzar el objetivo educativo». 235 Al principio, los campos de educación para el trabajo estaban ligados a la policía estatal o al servicio de policía criminal. 236 No obstante, debido al aumento de la resistencia de los trabajadores extranjeros, los consorcios empezaron a perder demasiada fuerza productiva; de este modo, la Gestapo y las SS tomaron por su cuenta los campos de educación para el trabajo en los alrededores de las fábricas, siempre con el objetivo de disciplinar a los trabajadores forzados. En los campos de educación para el trabajo de IG Farben se dividió a los presos en tres categorías. El primer grupo era la «compañía de readaptación profesional», a la que pertenecían sobre todo trabajadores alemanes que habían llamado la atención en la fábrica con sus comentarios. Se recurría a ellos principalmente para los trabajos ligeros, y tenían que soportar cursos de formación por las tardes sobre la visión del mundo nacionalsocialista. En el segundo grupo, estaban los holgazanes en el trabajo. Su castigo consistía en trabajo duro e instrucción. Después venía el «pelotón de castigo». Estas personas se encargaban de los trabajos más duros, además eran torturadas y maltratadas de manera increíble. 237 Las declaraciones de antiguos presos del campo de castigo de Krupp, las mal afamadas escuelas de Dechen y Neerfeld, demuestran que los campos de los consorcios en absoluto se quedaban atrás con respecto a los campos de concentración. 238 En Krupp, los trabajadores tenían que soportar esta tortura: en primer lugar pasaban por los sótanos de apaleamiento de la policía. Ahí se les quitaban sus pertenencias, 234 Véase el documento «Bekämpfung der Arbeitsvertragsbrüche», Flick-Prozeß Dok. Weiss, núm. 1244, citado por K. Drobisch, Dokumente zur direkten Zusammenarbeit zwischen Flick- Konzern und Gestapo bei der Unterdrückung der Arbeiter. Sonderdruck aus dem Jahrbuch für Wirtschaftsgeschichte, tomo III, 1963, Berlín, 1963, pp. 215 y 216. 235 Der Prozeß gegen die Hauptkriegsverbrecher vor dem Internationalen Militärgerichtshof in Nürnberg (IMT), vol. XIII, p. 302, doc. Gestapo 57. 236 IMT vol. XI, p. 278, declaraciones de Kaltenbrunner. 237 Kämpfendes Leuna, op. cit., véase el epígrafe: «Die Hölle von Spergau», pp. 809 y ss. 238 Véase K. Drobisch, Der Werkschutz-betriebliches Terrororgan, op. cit., pp. 231 y 232.

Lucha obrera y contraataque capitalista bajo el Nacionalsocialismo recibían vestimenta para presos sin ropa interior y se les rapaba la cabeza con cuchillas inapropiadas. «Diariamente se les despertaba a las seis y eran conducidos al trabajo sin comer nada. A una parte de ellos se les empleaba en obras de excavación, y a otra en la fabricación de cañones y en la fábrica de acero fundido. A los trabajadores castigados se les estimulaba con golpes para que trabajaran más rápido. Tras un trabajo de doce horas, recibían aproximadamente medio litro de agua caliente en el que fl otaban unas hojas de col, unos cincuenta gramos de mermelada y 25 gramos de salchicha. Durante todo el tiempo de su detención, los prisioneros no recibían nada de agua para lavarse, nada de jabón, ninguna ropa nueva, ninguna asistencia médica y ningún salario». 239 Esta situación no era ninguna excepción. Acerca del campo de educación para el trabajo de Radeberg del consorcio Siemens, un antiguo preso escribe: Estuve seis años y medio en penitenciarías y prisiones alemanas. Lo peor que viví fue el campo de educación para el trabajo de Radeberg. La situación en Radeberg sobrepasaba todo lo que habíamos sufrido antes. Se podía calcular aproximadamente cuando y cómo ibas a perecer. Un preso que fue ingresado conmigo murió dos días después debido al maltrato. Tenías que sacar la suciedad de las barracas, que tenía varios centímetros de altura, con pala. No había ni mantas, ni jabón, ni toallas, y en el espacio para el retrete yacían los cadáveres, que tenían rasgos de maltratos. Por cualquier minucia se pegaba a los presos del llamado campo de educación para el trabajo, allí se les colocaba sobre un taburete y se les sujetaba la cabeza y las manos. A menudo se les pegaba 50, 60 o 75 golpes, de modo que los presos morían a los tres días a consecuencia de estos. 240 239 Citado por ibidem, p. 240. 240 H. Radant, op. cit., p. 211. 233

Lucha obrera y contraataque capitalista bajo el Nacionalsocialismo<br />

recibían vestimenta para presos sin ropa interior y se les rapaba la cabeza<br />

con cuchillas inapropiadas. «Diariamente se les despertaba a las<br />

seis y eran conducidos al trabajo sin comer nada. A una parte de ellos<br />

se les empleaba en obras de excavación, y a otra en la fabricación de<br />

cañones y en la fábrica de acero fundido. A los trabajadores castigados<br />

se les estimulaba con golpes para que trabajaran más rápido. Tras un<br />

trabajo de doce horas, recibían aproximadamente medio litro de agua<br />

caliente en el que fl otaban unas hojas de col, unos cincuenta gramos<br />

de mermelada y 25 gramos de salchicha. Durante todo el tiempo de su<br />

detención, los prisioneros no recibían nada de agua para lavarse, nada<br />

de jabón, ninguna ropa nueva, ninguna asistencia médica y ningún<br />

salario». 239 Esta situación no era ninguna excepción. Acerca del campo<br />

de educación para el trabajo de Radeberg del consorcio Siemens, un<br />

antiguo preso escribe:<br />

Estuve seis años y medio en penitenciarías y prisiones alemanas. Lo peor que<br />

viví fue el campo de educación para el trabajo de Radeberg. La situación en<br />

Radeberg sobrepasaba todo lo que habíamos sufrido antes. Se podía calcular<br />

aproximadamente cuando y cómo ibas a perecer. Un preso que fue ingresado<br />

conmigo murió dos días después debido al maltrato. Tenías que sacar la suciedad<br />

de las barracas, que tenía varios centímetros de altura, con pala. No<br />

había ni mantas, ni jabón, ni toallas, y en el espacio para el retrete yacían los<br />

cadáveres, que tenían rasgos de maltratos. Por cualquier minucia se pegaba a<br />

los presos del llamado campo de educación para el trabajo, allí se les colocaba<br />

sobre un taburete y se les sujetaba la cabeza y las manos. A menudo se les<br />

pegaba 50, 60 o 75 golpes, de modo que los presos morían a los tres días a<br />

consecuencia de estos. 240<br />

239 Citado por ibidem, p. 240.<br />

240 H. Radant, op. cit., p. 211.<br />

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