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Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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Prólogo a la edición en castellano<br />

intelectual— en favor de una fi jación política en su segmento más bajo,<br />

las y los trabajadores migrantes de la producción en masa, de composición<br />

multinacional. Este «reduccionismo» tuvo consecuencias de largo<br />

alcance. ¿Qué ocurriría si el capitalismo del Rhin, en su nueva estrategia<br />

de acumulación, hiciera innecesaria, en gran medida, este segmento<br />

creciente, a sus ojos demasiado gordo, de trabajadores y trabajadoras<br />

migrantes «instruidos», 3 por medio de la automatización de los sectores<br />

productivos de trabajo intensivo? Entonces, sus asociaciones políticas<br />

y culturales entrarían también en crisis. Pero las consecuencias fueron<br />

fatales también a nivel de la praxis cotidiana. Para consolidar a nivel de<br />

fábrica las redes multinacionales, muchos militantes, que originalmente<br />

habían aspirado a una formación cultural o científi ca, entraron «en la<br />

fábrica», al igual que los grupos neoestalinistas, empezando a currar en<br />

la cadena. Sólo unos pocos aguantaron, ya que las privaciones de la cotidianidad<br />

en la fábrica taylorista no sólo eran difi cilmente soportables,<br />

sino que contradecían también el núcleo del planteamiento operaísta,<br />

que iba dirigido expresamente «contra el trabajo». Las frustraciones<br />

asociadas no pudieron ser compensadas durante mucho tiempo por<br />

medio del ambiente de los centros culturales alternativos y los pisos<br />

compartidos.<br />

De este modo, se llegó fi nalmente a donde se tenía que llegar: en<br />

junio de 1973, una asamblea de la red operaísta de Alemania occidental<br />

reunida en el centro cultural de Comisiones Obreras de Essen decidió<br />

por clara mayoría volver a abandonar el trabajo «intervencionista» de<br />

fábrica. No se iba a producir la gran revuelta de los trabajadores y las<br />

trabajadoras migrantes multinacionales, y las privaciones individuales<br />

ligadas al mantenimiento de las estructuras en la fábrica se habían demostrado<br />

un sinsentido, se decía. Hubo protestas, sobre todo de parte<br />

del Proletarische Front, que señalaba la importancia de los planteamientos<br />

conceptuales y la activación de nuevas huelgas «salvajes» de migrantes<br />

—por ejemplo en la fábrica de maquinaria agrícola John Deere<br />

de Mannheim. Pero ésta y otras réplicas no consiguieron convencer a<br />

3 «Instruidos» en el puesto de trabajo, se refi ere aquí al brevísimo periodo de formación del obrero<br />

masa, del que se requería sólo la repetición de un conjunto mínimo de movimientos precisos,<br />

de los que obviamente se había expurgado ya no sólo todo contenido intelectual-creativo, sino<br />

también toda composición compleja o mínimamente rica de los movimientos corporales. Esta<br />

fi gura obrera es conocida, en las fábricas españolas, con el nombre de «especialista», frente al<br />

obrero de ofi cio o trabajador profesional. [N. del T]<br />

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