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Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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204 El «otro» movimiento obrero<br />

capas del pueblo han de sacrifi carse»; se evitó así que los márgenes de<br />

destajo siguieran superando en más del 10 % los destajos marcados por<br />

el convenio. Pero sólo una semana después, al ministro de trabajo del<br />

Reich le llegaron las refl exiones sobre las «desfavorables consecuencias<br />

psicológicas en los trabajadores a los que se les había impuesto la carga<br />

del KWVO». 136 En las decisivas Disposiciones para la realización se<br />

consideraba sufi ciente reforzar la congelación salarial por precaución<br />

política. 137 La manera de proceder con respecto a la orden de eliminar<br />

los complementos por horas extra, trabajo nocturno y trabajo en<br />

domingos y festivos no fue muy distinta. A mediados de noviembre<br />

se concedieron los suplementos y un día después se anuló también la<br />

eliminación de las vacaciones. 138 Quedó anulada la limitación temporal<br />

del trabajo para los hombres; para las mujeres y los jóvenes en situación<br />

de emergencia se introdujo la jornada laboral de diez horas diarias. Sin<br />

embargo, la mayoría de complementos por trabajo extra se seguían refi<br />

riendo a la jornada laboral de ocho horas dirigida a seguir apoyando a<br />

los trabajadores con un incentivo salarial. 139 La ejecución del KWVO,<br />

realizada con relativa indecisión, era en realidad una de las expresiones<br />

de los dilemas políticos del concepto de guerra relámpago.<br />

El núcleo político del concepto de guerra relámpago era llevar adelante<br />

la guerra pero eludiendo la economía de guerra. Se quería evitar,<br />

bajo toda circunstancia, que toda la carga de una economía de guerra<br />

recayera sobre los trabajadores. El peligro de que su posición de rechazo<br />

se convirtiera en una resistencia abierta era demasiado alto. Contra esto<br />

se podía contar con que en una guerra relámpago «la unidad espiritual<br />

del pueblo quizás no fuera tan decisiva» 140 y se contaba —no de manera<br />

tan desencaminada, tal y como la historia mostró— con un mecanismo<br />

de corrupción: «La opinión pública marcha siempre con los<br />

batallones vencedores». No se debían repetir los errores de la I Guerra<br />

Mundial, esa «locura de hombres de Estado incapaces», 141 si se quería<br />

136 Citado por D. Eichholtz, op. cit., pp. 71 y 72.<br />

137 Reichsgesetzblatt, vol. I, 1939 , p. 2028.<br />

138 Reichsgesetzblatt, vol. I, 1939, p. 2254.<br />

139 Citado por D. Eichholtz, op. cit., p. 77.<br />

140 Ludendorff, Der totale Krieg, Múnich, 1935, p. 16.<br />

141 A. S. Milward, Die deutsche Kriegswirtschaft 1939-1945. Schriftenreihe der Vierteljahreshefte

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