Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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160 El «otro» movimiento obrero más se había avanzado en la utilización de la maquinaria contra los trabajadores: en la construcción de vehículos, en la industria de maquinaria de ofi cina, en los sectores mecanizados de los grandes consorcios electrotécnicos, 268 y dentro de ellos precisamente en las secciones donde dominaba la producción en cadena. A los empresarios les salió muy cara la decisión de negarse a subir el salario y de reducir la jornada de trabajo, justamente a las capas de trabajadores especiales empleados de forma masiva. Esto suponía eliminar prácticamente todos los estímulos materiales que podían hacer soportable un ritmo de trabajo acelerado, encasillando a los trabajadores especiales, justo al contrario que en EEUU, en grupos salariales muy por debajo de las categorías de reparación y servicio de mantenimiento, así como de las restantes categorías de trabajadores especializados que todavía quedaban. 269 También los trabajadores alemanes desarrollaron entonces, con una gran velocidad, el mismo mecanismo al que incluso el mayor héroe del movimiento de racionalización internacional, Henry Ford, 270 estaba obligado a rendir tributo: la «resistencia pasiva» —simplemente las piezas de la cadena de montaje se dejaban de elaborar, crecía el absentismo, se destruían en secreto los aparatos de registro y se llevaban a cabo otros pequeños ataques contra la organización del trabajo, la cual se había convertido para los trabajadores en una encarnación de la esclavitud. El señor Henry Ford, los capitalistas de EEUU y ahora también los empresarios alemanes se enfrentaron a una forma de lucha que se aplicaba de forma masiva y que nunca fue aceptada, apoyada ni propagada por las organizaciones de trabajadores 268 Sobre la producción en cadena en la industria electrónica véase C. Koettgen, «Das fl ießende Band», IHK Berlin, Die Bedeutung der Rationalisierung, op. cit., p. 77 y ss.: sobre el estado de desarrollo de la mecanización hasta inicios de los años treinta véase en general R. A. Brady, The Rationalization Movement in German Industry, Berkely, 1933. 269 Paradójicamente, los empresarios alemanes habían frenado ya en 1923 y 1924 el proceso de acercamiento de los salarios de los no cualifi cados al de los cualifi cados; en 1923, los sueldos de los primeros habían subido hasta el nivel del 90 % del salario de los trabajadores especializados, pero en 1924 lo bajaron al 75 %. Esta relación no cambió en lo esencial hasta la crisis económica mundial. Véase J. Kuczynski, Darstellung der Lage der Arbeiter in Deutschland von 1917/18 bis 1932/33, op. cit., p. 224. 270 Justamente Ford, que había fundado su fama entre los capitalistas internacionales por su habilidad para «pacifi car» la fuerza de trabajo y para integrarla sin confl icto en el desarrollo, tuvo que defenderse de ella, desde los años treinta por medio de uno de los aparatos de defensa de las fábricas más brutales de la historia económica norteamericana. Sobre este asunto I. Bernstein, A History of the American Worker, vol. 2: «Turbulent Years 1933-1941», Boston, 1970, pp. 217 y ss, 570–571, 734 y ss. Véase también U. Sinclair, Das Fließband. Ein Roman aus Ford–Amerika, Hamburgo, 1948.

Lucha obrera y contraataque capitalista antes del Nacionalsocialismo tradicionales fuera de EEUU. Las acciones de los trabajadores especiales contra una maquinaria de explotación que se había tornado monstruosa muestran que tras la derrota de la postguerra dejaron de existir completamente mecanismos de mediación entre el capital y una parte creciente de la clase. Pequeños núcleos de la clase obrera alemana se integraron en el ciclo de lucha internacional de los años veinte sin haberse articulado ni preparado a nivel organizativo en ningún lugar. Esto ocurrió en la AEG de Treptow a partir de 1926. La fábrica de aparatos se convirtió en el punto de partida para las acciones en algunos talleres contra la conexión entre intensifi cación del trabajo y destajos por grupos, 271 así como de las huelgas parciales 272 que desde 1927 se propagaron a toda la industria electrotécnica y pronto se extendieron también a los sectores del automóvil. Así ocurrió en la fábrica de laminación de Riesa, donde en 1928 los trabajadores se fi jaron por sí mismos el cierre de turno con el lema Acht Stunden - genug geschunden [ocho horas - paliza sufi ciente] y dejaron claro que no se puede imponer la combinación entre intensifi cación del trabajo y explotación extensiva constante. 273 También ocurrió así en la industria textil, en los astilleros y en otros sectores económicos. 274 En este contexto, podríamos decir que resultó ejemplar la lucha de los trabajadores de Mansfeld en 1930, 275 que desempeñó una importante función de señal de partida para la extensión de las luchas antes del estallido de la crisis económica mundial. Las nuevas capas de trabajadores especiales se convirtieron en el motor de una nueva fase de la rebeldía proletaria que liberaba a toda la clase del letargo y de las consecuencias de un ciclo de luchas ya sofocado. 271 Véase Radant, Vorgeschichte der EAW «J. W. Stalin» Berlin-Treptow, op. cit., pp. 170-171. 272 Ibidem, pp. 174 y ss. 273 Véase Müller, Geschichte des VEB Stahl- und Walzwerks Riesa, op. cit., pp. 248-249. También aquí se tomaron en seguida medidas represivas brutales. El Werkschutz actuó contra las células de fábrica del KPD y confi scó sus periódicos de fábrica. Los miembros del Stahlhelm y los Nazis se infi ltraron como esquiroles y como espías entre la plantilla. La resistencia de los trabajadores se rompió fi nalmente en 1930-1931 por medio de despidos en masa entre los cuales se encontraban los de todos los trabajadores de izquierdas (ibidem, pp. 257-258) 274 Las luchas obreras justo antes y después del inicio de la gran crisis, sólo han sido investigadas de manera muy insufi ciente: DZAP, «Reichskommissar für Überwachung der öffentlichen Ordnung», Reichsarbeitsministerium, núm. 195, vols. 1-8; W. Fritsch, Der Kampf des Roten Frontkämpferbundes gegen Faschismus, Militarismus und Kriegsgefahr in Thüringen, tesis doctoral, Jena, 1964, pp. 245 y ss.: «Die verstärkte Unterdrückung des Proletariats und die Streikaktionen Ende 1928 / Anfang 1929. Das Verbot des RFB im Mai 1929». 275 Véase W. Imig, Streik bei Mansfeld 1930, Berlín, 1958. 161

Lucha obrera y contraataque capitalista antes del Nacionalsocialismo<br />

tradicionales fuera de EEUU. Las acciones de los trabajadores especiales<br />

contra una maquinaria de explotación que se había tornado monstruosa<br />

muestran que tras la derrota de la postguerra dejaron de existir completamente<br />

mecanismos de mediación entre el capital y una parte creciente<br />

de la clase. Pequeños núcleos de la clase obrera alemana se integraron en<br />

el ciclo de lucha internacional de los años veinte sin haberse articulado ni<br />

preparado a nivel organizativo en ningún lugar. Esto ocurrió en la AEG de<br />

Treptow a partir de 1926. La fábrica de aparatos se convirtió en el punto<br />

de partida para las acciones en algunos talleres contra la conexión entre<br />

intensifi cación del trabajo y destajos por grupos, 271 así como de las huelgas<br />

parciales 272 que desde 1927 se propagaron a toda la industria electrotécnica<br />

y pronto se extendieron también a los sectores del automóvil. Así ocurrió<br />

en la fábrica de laminación de Riesa, donde en 1928 los trabajadores se<br />

fi jaron por sí mismos el cierre de turno con el lema Acht Stunden - genug<br />

geschunden [ocho horas - paliza sufi ciente] y dejaron claro que no se puede<br />

imponer la combinación entre intensifi cación del trabajo y explotación<br />

extensiva constante. 273 También ocurrió así en la industria textil, en los astilleros<br />

y en otros sectores económicos. 274 En este contexto, podríamos decir<br />

que resultó ejemplar la lucha de los trabajadores de Mansfeld en 1930, 275<br />

que desempeñó una importante función de señal de partida para la extensión<br />

de las luchas antes del estallido de la crisis económica mundial. Las<br />

nuevas capas de trabajadores especiales se convirtieron en el motor de una<br />

nueva fase de la rebeldía proletaria que liberaba a toda la clase del letargo y<br />

de las consecuencias de un ciclo de luchas ya sofocado.<br />

271 Véase Radant, Vorgeschichte der EAW «J. W. Stalin» Berlin-Treptow, op. cit., pp. 170-171.<br />

272 Ibidem, pp. 174 y ss.<br />

273 Véase Müller, Geschichte des VEB Stahl- und Walzwerks Riesa, op. cit., pp. 248-249. También<br />

aquí se tomaron en seguida medidas represivas brutales. El Werkschutz actuó contra las células<br />

de fábrica del KPD y confi scó sus periódicos de fábrica. Los miembros del Stahlhelm y los Nazis<br />

se infi ltraron como esquiroles y como espías entre la plantilla. La resistencia de los trabajadores se<br />

rompió fi nalmente en 1930-1931 por medio de despidos en masa entre los cuales se encontraban los<br />

de todos los trabajadores de izquierdas (ibidem, pp. 257-258)<br />

274 Las luchas obreras justo antes y después del inicio de la gran crisis, sólo han sido investigadas<br />

de manera muy insufi ciente: DZAP, «Reichskommissar für Überwachung der öffentlichen<br />

Ordnung», Reichsarbeitsministerium, núm. 195, vols. 1-8; W. Fritsch, Der Kampf des Roten<br />

Frontkämpferbundes gegen Faschismus, Militarismus und Kriegsgefahr in Thüringen, tesis doctoral,<br />

Jena, 1964, pp. 245 y ss.: «Die verstärkte Unterdrückung des Proletariats und die Streikaktionen<br />

Ende 1928 / Anfang 1929. Das Verbot des RFB im Mai 1929».<br />

275 Véase W. Imig, Streik bei Mansfeld 1930, Berlín, 1958.<br />

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