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Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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Lucha obrera y contraataque capitalista antes del Nacionalsocialismo<br />

de moda combinar, por medio del empleo intensifi cado del trabajo<br />

femenino en los departamentos más racionalizados, la subida masiva<br />

de la intensidad y de la productividad del trabajo con drásticas reducciones<br />

salariales que en muchas ocasiones llegaban al 50 % de los<br />

ingresos en los puestos de trabajo que quedaban. 254<br />

Ésta era la base material de aquella ideología, a cuyos creadores<br />

apelaban los empresarios en todo momento para que completaran la<br />

gran obra de la ofensiva de la racionalización por medio de una no<br />

menos agresiva «lucha por el alma del trabajador» y por la «alegría del<br />

trabajo». En aquellos años se destruyeron completa e indudablemente<br />

las condiciones previas para la lucha obrera que se había dado hasta<br />

ese momento. La ocasión parecía, de hecho, más oportuna que nunca<br />

a fi n de revisar la anterior «falta de compromiso» de los trabajadores<br />

frente al sistema de formación de capital y para introducir a la clase en<br />

la dinámica de un mando empresarial reformado, que de todos modos<br />

había confundido, en gran medida en su propia ideología, su misión<br />

histórica con el desarrollo económico acelerado más allá de la apariencia<br />

de la competencia. A esto se le añade que también por parte de las diferentes<br />

organizaciones de trabajadores no se tomaron iniciativas dirigidas<br />

contra este proceso. La socialdemocracia y los sindicatos se apresuraron<br />

más que nunca a entregarse a la idea de la racionalización. Lo cínico de su<br />

comportamiento —¡lo importante que sería una historia del reformismo<br />

sindical del SPD escrita por un cínico de igual calaña!— estribaba sólo<br />

en que, tras arrodillarse totalmente de manera táctica ante el Partido de<br />

la Reorganización capitalista a mediados de los años veinte, empezaron<br />

a cambiar ingenuamente la orientación de clase. Efectivamente, con el<br />

254 Véase al respecto los muchos ejemplos que cita J. Grünfeld, Frauenarbeit..., op. cit. pp. 534 y<br />

ss. Citemos uno de ellos (p. 359) referido, a modo de resumen, a la construcción de aparatos de<br />

teléfono: «Todo lo que se puede decir sobre la racionalización es que ella misma se limita a la mayor<br />

subdivisión posible del trabajo, que ahora hacen las mujeres: y que frente al trabajo de los hombres<br />

se obtiene un ahorro del 30 %. En la práctica, el ahorro es varias veces superior, ya que las mujeres<br />

estaban cohibidas por el cálculo y trabajaban a un ritmo que no podían mantener ni rebasar [...].<br />

Construcción de interruptores: en la construcción de teléfonos con monedas se ponían 4 mujeres en<br />

el lugar de 10 trabajadores especializados. Los rendimientos subieron [...]. Montaje: por medio de la<br />

adquisición de prensas de platos se duplicó el rendimiento de las trabajadoras, y se redujo a la mitad el<br />

precio del destajo». Grünfeld deduce bien: la bajada salarial por medio del trabajo femenino «forma<br />

un estímulo añadido para la mecanización intensifi cada por medio de la transformación del trabajo<br />

masculino en trabajo femenino con la inevitable consecuencia de la creciente liberación de mano de<br />

obra humana de ambos sexos». Lo que en la industria armamentística había sido introducido con la<br />

recomposición de clase, se continuó así con perseverancia.<br />

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