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Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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152 El «otro» movimiento obrero<br />

durante años. No obstante, la situación del trabajador cualifi cado en los<br />

talleres de la fábrica tenía poco en común con la del trabajador que no<br />

era más que un apéndice especializado de la máquina. La ejecución de<br />

su trabajo, la habilidad, por lo tanto, para ajustar las nuevas máquinas<br />

universales a las nuevas series y repararlas como expertos en caso de avería<br />

en la producción, se convirtió en un elemento externo, regulado perfectamente<br />

por la ofi cina de trabajo, a la esclavitud del trabajador instruido de<br />

la producción que estaba privado de todo contenido de trabajo; así también<br />

se convirtió en una parte indispensable de las condiciones necesarias<br />

para la aceleración de los ritmos de las máquinas. Es cierto que éstos<br />

estaban también tendencialmente despojados de la autodeterminación<br />

de los métodos y de los contenidos del trabajo, pero se encontraban sin<br />

embargo más cerca del mando capitalista reorganizado que de la tortura<br />

del obrero masa que entonces estaba surgiendo.<br />

En todo caso, pocos años después del comienzo del boom de la racionalización<br />

de 1923-1924, los dos movimientos obreros quedaron<br />

destruidos. Los capitalistas sabían utilizar muy bien la maquinaria<br />

semi mecanizada y la división del trabajo modifi cada como contenidos<br />

político-económicos de la redeterminación de las relaciones de explotación<br />

que se produjo tras el desarme. El deseo de autodeterminación<br />

de los trabajadores técnicos se desvaneció con su dependencia de una<br />

dirección de fábrica «científi ca», también inescrutable para ellos, que<br />

sabía programar rigurosamente su función de extras y ajustarla a un<br />

fl ujo de producción óptimo. Del mismo modo, el radicalismo de las<br />

masas de trabajadores de las minas, de la siderurgia y de la industria de<br />

elaboración del metal pareció quedar absorbido en una organización<br />

del trabajo nuevamente objetivada, que se había vuelto casi inatacable.<br />

Los trabajadores se habían convertido en bestias de trabajo programadas<br />

con exactitud y provistas de unas funciones manuales-motoras reducidas,<br />

marionetas de un engranaje que giraba a la perfección y que<br />

relacionaba la disciplina en el trabajo con el ritmo monótono de las<br />

máquinas, detectando cada tendencia hacia la rebeldía y dejando en<br />

manos de los golpes preventivos de un mando policial infiltrado con<br />

pericia en la fábrica cada expresión individual de desobediencia.<br />

Casi parecía como si los capitalistas alemanes pudieran negarse impunemente<br />

a entregar las migajas del progreso técnico, que en otros países<br />

se repartían en el lugar de trabajo con subidas en el salario real y con<br />

la reducción del tiempo de trabajo. Antes bien, poco a poco, se puso

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