Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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142 El «otro» movimiento obrero un contra-«socialismo» «blanco», 225 para que el sistema de dominio político-económico restaurado se mantuviera a la larga en manos experimentadas. Pero antes que pioneros de una contrainternacional capitalista blanca, los centros de poder de la clase dominante europea siguieron jugando al «juego de la banca»: los padres del sistema de Versalles siguieron insistiendo en dar prioridad a los rancios actos de venganza de los Estados nacionales en lugar de a la consolidación supranacional de la economía europea; al mismo tiempo, los empresarios alemanes no tenían ningún motivo para esperar una estabilización de las posiciones de poder retomadas a partir de esta suerte de liquidación de la guerra mundial. Tampoco entonces tuvieron ningún reparo en atacar, una vez más, a la clase obrera desarmada y a los responsables de Versalles con una política de infl ación delirante. Sin embargo, la política del «todo o nada» estaba esta vez exactamente calculada y era revocable en cualquier momento, como siempre cuando la clase explotada está siendo sometida de nuevo. En este sentido, Stinnes puso simplemente en práctica una táctica que iba en la dirección de la estrategia socialdemócrata de Rathenau. 226 Todos los implicados partían, de manera realista, de la idea de que la época de las reparaciones forzosas socavaba a corto plazo cualquier principio de integración europea en la política empresarial. Por consiguiente, fi jaron su atención en una variante de la política económica centrada en el Estado-nación, al contrario de la visión de la «nueva economía»: centralización máxima y capitalización de todos los bienes reales y fi cticios, ampliación máxima y extensiva de la base productiva en todos los sectores importantes y eliminación de las consecuencias económicas de la desmovilización. No obstante, hasta fi nales de los años veinte no se pondría de manifi esto en qué medida la táctica del agotamiento al máximo de los trabajadores desarmados y de las capas medias iba en contra de la estrategia de la abolición de la «dependencia proletaria» de mecanismos externos fuera del control del sistema económico y por ende de la introducción de la clase trabajadora en el 225 F.v. Gottl-Ottlilienfeld, «Fordirmus? Von Frederick Winslow Taylor zu Henry Ford» en la obra del mismo autor, Fordismus. Über Industrie uns technische Vernunft, tercera edición, Jena, 1926, p. 40. 226 Sobre las consecuencias del periodo de infl ación en la reorganización del capitalismo alemán véase J. W. Angell, The Reovery of Germany, New Haven, 1929; F. K. Ringer (ed.), The German Infl ation of 1923, Nueva York, Londres, Toronto, 1969.

Lucha obrera y contraataque capitalista antes del Nacionalsocialismo desarrollo económico. Por el momento, la línea adoptada de reconstrucción capitalista tenía que demostrarse absolutamente efectiva en relación con la neutralización inmediata de la huelga general de Alemania Central, tras la dimisión del gabinete de Cuno, 227 y del fi asco de la última acción militar de los trabajadores en el octubre de Hamburgo. El intermedio infl acionario de los Estados nacionales resultó brutal pero indispensable; se trataba de compensar la falta de internacionalización de los movimientos de capital y de ampliar al menos, por medio de esta solución sustitutiva, la base de capital del proyecto de reorganización radical técnico-económico. 228 En todo caso, el paso a la «nueva economía» que había comenzado con la crisis infl acionaria fue preparado con precisión. Los empresarios alemanes se habían ocupado con todo detalle de la cuestión de cómo debía ser la reorganización de su mando a nivel de fábrica tras el aplastamiento del movimiento de insurrección proletario. Valoraron, de manera realista, que tras el periodo infl acionario «anti–presupuestario», 229 las posibilidades de un gran paso hacia la producción en masa quedarían también limitadas. Solamente a partir de la base material se podía prever —a pesar de la corrección parcial del sistema de Versalles 230 implantada en 1924-1925— que la «tragedia del trabajador especializado», 231 que ya se estaba produciendo en EEUU, se daría en el viejo continente de manera atenuada y en un ciclo mucho más largo. Pero todavía había razones más importantes que iban en contra de aplastar, de buenas a primeras, la «personalidad del trabajador» por medio de una «cientifi zación» demasiado brusca de la organización del trabajo y de una excesiva y acelerada mecanización de 227 Véase W. Ersil, Aktionseinheit stürzt Cuno. Zur Geschichte der Massenkämpfe gegen die Cuno- Regierung 1923 in Mitteldeutschland, Berlín, 1963; R. Wagner, «Zur Frage der Massenkämpfe in Sachsen von Frühjahr bis zum Sommer 1923», ZfG, núm. 1, 1956, pp. 246 y ss. 228 Véase H. Zimmermann, Die deutsche Infl ation, Berlín, 1926. 229 Así llamado por J. Kuczynski en Studien zur Geschichte des staatsmonopolistischen Kapitalismus in Deutschland 1928 bis 1945 (Die Geschichte der Lage der Arbeiter unter dem Kapitalismus, vol. 15), pp. 45 y ss. 230 Sobre estas particularidades véase K. Obermann, Die Beziehungen des amerikanischen Imperialismus zum deutschen Imperialismus in der Zeit der Weimarer Republik (1918–1925), Berlín, 1952; K. Gossweiler, Großbanken, Industriemonopole, Staat, Berlín, 1971, en especial los capítulos 6 y 7, 231 Así lo expresa F. v. Gottl–Ottlilienfeld, op. cit., p. 10. 143

142 El «otro» movimiento obrero<br />

un contra-«socialismo» «blanco», 225 para que el sistema de dominio<br />

político-económico restaurado se mantuviera a la larga en manos experimentadas.<br />

Pero antes que pioneros de una contrainternacional capitalista blanca,<br />

los centros de poder de la clase dominante europea siguieron jugando<br />

al «juego de la banca»: los padres del sistema de Versalles siguieron<br />

insistiendo en dar prioridad a los rancios actos de venganza de los Estados<br />

nacionales en lugar de a la consolidación supranacional de la economía<br />

europea; al mismo tiempo, los empresarios alemanes no tenían ningún<br />

motivo para esperar una estabilización de las posiciones de poder retomadas<br />

a partir de esta suerte de liquidación de la guerra mundial.<br />

Tampoco entonces tuvieron ningún reparo en atacar, una vez más, a la<br />

clase obrera desarmada y a los responsables de Versalles con una política<br />

de infl ación delirante. Sin embargo, la política del «todo o nada» estaba<br />

esta vez exactamente calculada y era revocable en cualquier momento,<br />

como siempre cuando la clase explotada está siendo sometida de nuevo.<br />

En este sentido, Stinnes puso simplemente en práctica una táctica<br />

que iba en la dirección de la estrategia socialdemócrata de Rathenau. 226<br />

Todos los implicados partían, de manera realista, de la idea de que<br />

la época de las reparaciones forzosas socavaba a corto plazo cualquier<br />

principio de integración europea en la política empresarial. Por consiguiente,<br />

fi jaron su atención en una variante de la política económica<br />

centrada en el Estado-nación, al contrario de la visión de la «nueva<br />

economía»: centralización máxima y capitalización de todos los bienes<br />

reales y fi cticios, ampliación máxima y extensiva de la base productiva<br />

en todos los sectores importantes y eliminación de las consecuencias<br />

económicas de la desmovilización. No obstante, hasta fi nales de los<br />

años veinte no se pondría de manifi esto en qué medida la táctica del<br />

agotamiento al máximo de los trabajadores desarmados y de las capas<br />

medias iba en contra de la estrategia de la abolición de la «dependencia<br />

proletaria» de mecanismos externos fuera del control del sistema<br />

económico y por ende de la introducción de la clase trabajadora en el<br />

225 F.v. Gottl-Ottlilienfeld, «Fordirmus? Von Frederick Winslow Taylor zu Henry Ford» en la<br />

obra del mismo autor, Fordismus. Über Industrie uns technische Vernunft, tercera edición, Jena,<br />

1926, p. 40.<br />

226 Sobre las consecuencias del periodo de infl ación en la reorganización del capitalismo alemán<br />

véase J. W. Angell, The Reovery of Germany, New Haven, 1929; F. K. Ringer (ed.), The German<br />

Infl ation of 1923, Nueva York, Londres, Toronto, 1969.

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