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Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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Lucha obrera y contraataque capitalista antes del Nacionalsocialismo<br />

producía polarizaciones que todavía no se encontraban en absoluto completamente<br />

formadas. A pesar de ello, en el curso de los dos años posteriores<br />

al noviembre alemán, cristalizaron dos rumbos que infl uirían de<br />

manera decisiva en la relación entre lucha obrera y organización obrera.<br />

Tenían sus puntos centrales en diferentes fases de la crisis revolucionaria<br />

de postguerra y determinaron los acontecimientos históricos en una periodización<br />

bien comprensible: la etapa de la autonomía de los consejos<br />

profesionales desde noviembre de 1918 hasta la primavera de 1919, la<br />

cual, sin ningún tipo de poder político, fue destrozada con facilidad por<br />

la socialdemocracia y el Generalato; y el periodo que va desde el otoño<br />

de 1919 hasta la primavera de 1921, en el que la mayoría obrera revolucionada<br />

buscó solucionar en la práctica, desde los centros del «otro»<br />

movimiento obrero, la relación entre autonomía obrera y lucha por el<br />

poder político. La primera revolución obrera de la historia alemana se<br />

derrumbó fi nalmente en la primavera de 1921 con la derrota del levantamiento<br />

de Alemania Central. Los dos periodos de las luchas proletarias<br />

de la postguerra estuvieron determinados por las dos alas de la lucha<br />

obrera, que ya se habían empezado a perfi lar una contra otra en la época<br />

wilhelmiana. En cambio, la socialdemocracia y los sindicatos se convirtieron<br />

fi nalmente en puntos de partida del contraataque capitalista en la<br />

fábrica, así como a nivel social su política se dirigió desde el principio,<br />

junto con el Generalato y el capital, contra toda la clase obrera, sin diferencias<br />

de fase. Por el contrario, el KPD retomó tras la derrota obrera las<br />

tradiciones del movimiento obrero profesional, enriquecido con modifi -<br />

caciones específi cas del internacionalismo, mientras por parte del capital<br />

se impulsaba la recomposición de la fuerza productiva en un tremendo<br />

movimiento de racionalización.<br />

La línea de lucha más constante contra los trabajadores estaba representada<br />

sin duda por los sindicatos libres y la socialdemocracia. Éstos<br />

siempre habían entendido la entrada en el Vaterlandspartei y la Burgfrieden<br />

como un medio para un fi n, como fase transitoria indispensable<br />

hacia una dirección social a gran escala de la reconstrucción y de la<br />

transición al Estado del trabajo, una vez que se había mostrado inadecuado<br />

seguir aferrándose a la corriente política de la clase obrera. Los Ebert,<br />

Legien, Scheidemann y Noske se sabían, junto con su aparato institucional,<br />

en una linea táctica general con los magnates del capital de las<br />

nuevas industrias, las cuales habían creado, dentro de la economía de guerra,<br />

los primeros fundamentos para la reorganización técnico-económica<br />

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