Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus

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106 El «otro» movimiento obrero En resumen, la movilización del trabajo femenino, de los prisioneros de guerra y de los trabajadores forzados civiles extranjeros no es en absoluto una consecuencia fortuita que pueda ser explicada simplemente debido a situaciones difíciles y especiales del mercado de fuerza de trabajo alemán. El hecho de que estas nuevas capas de trabajadores estuvieran a las órdenes de un sistema de mando puramente político-militar es una parte integral de la estrategia del capital en ese momento. Las capas de parias de la clase obrera movilizados adicionalmente debían ayudar a forzar el proceso de recomposición de la clase obrera en su conjunto. Perdía así signifi cado la vieja polarización de clase entre el trabajador especializado y los obreros no cualifi cados, que propiamente sólo era la expresión de una dinámica de desarrollo solidifi cada en el sistema económico alemán de antes de la Primera Guerra Mundial. Desde 1916 domina una situación transitoria en la que la uniformidad tradicional específi ca de cada capa —a excepción de la diferenciación de los trabajadores según los sectores productivos estancados o expansivos condicionados por la guerra— se diluye en la organización del trabajo. A comienzos del siglo XX, la polarización de la clase obrera había sido, desde el punto de vista del capital, un mal necesario; es obvio que las dos corrientes mayoritarias del movimiento obrero —exceptuando quizás la industria siderúrgica— se basaban en una dinámica de desarrollo capitalista enormemente debilitada. En casi todos los sectores industriales importantes, se solidifi có un antagonismo de clase basado en una fi jación de capital notablemente reducida. Y sólo después de dos años de guerra, el Estado empresarial consideró adecuado liberarse de esta situación de empate —una prueba de la agresividad de un capital sobreacumulado que no hay que subestimar. Pero incluso en el año 1916 eran todavía escasos los puntos de partida que señalaban el éxito fi nal del mando capitalista reorganizado sobre el trabajo vivo: en ciertos lugares, sin embargo, sí que surgió una clase obrera completamente transformada. Un ejemplo puede mostrar el hecho de que en el otoño de 1916 terminase irrevocablemente toda una época de luchas obreras. A comienzos de la Primera Guerra Mundial, la industria básica de las fábricas alemanas de munición y de explosivos dependía todavía en gran medida del nitrato de Chile como materia prima natural. Conforme doctoral, Halle, 1960. También Karl Früholz, Das System der Zwangsarbeit in den Betrieben der IG Farben, trabajo del Institut für Gesellschaftswissenschaften beim ZK der SED, Berlín, 1964 (Ms.). Stein aborda la situación de los trabajadores forzados durante la Primera Guerra Mundial.

Lucha obrera y contraataque capitalista antes del Nacionalsocialismo la guerra se alargaba, la posibilidad de producir de manera sintética nitrato mediante el proceso de Haber-Bosch 111 cobró rápidamente mucha importancia en los planes de producción del Kriegsrohstoffabteilung, o desde 1916 del Kriegsamt. La realización tecnológica de la creciente demanda puso en primer plano las exasperadas luchas competitivas de los consorcios de las «fábricas badenses de anilina y soda». Los directivos de las empresas lograron, en su fábrica de Oppau y en un proyecto de construcción mayor en Alemania Central cerca de Halle-Merseburg, monopolizar ampliamente la industria del nitrógeno, el sector más joven del capital químico tras la industria de colorantes de anilina. 112 En otoño de 1915, el consorcio BASF realizó fi nalmente el proyecto combinado de Alemania Central ante la Obersten Heeresleitung; desde abril de 1916 se puso en marcha por completo uno de los proyectos de nueva construcción más gigantescos de la industria química alemana. Dotado de la autoridad y de los medios de poder del Generalato, los empresarios de la BASF lo llevaron adelante con una dureza brutal, que aprovechaba todas las posibilidades del «pequeño estado de sitio». 113 En una sola gran acción se expropió a 130 propietarios de los solares que sirvieron para la edifi cación de la posterior fábrica de Leuna, en su mayoría pequeños campesinos y artesanos de 27 pueblos. Después, a fi nales de abril de 1916, BASF pudo empezar directamente con la construcción de una gran complejo industrial de 4,5 por 2,1 kilómetros. El segundo plazo de ampliación casi se había logrado un año después, cuando ya se había construido el primer horno de alta presión para la síntesis de amoniaco, comenzando la producción. Gracias al proyecto Leuna, la clase obrera de Alemania Central se transformó de forma repentina. En dos años, en el espacio Halle- Merseburg, surgió una clase obrera enormemente concentrada, en la que los obreros de la construcción fueron predominantes hasta mucho después del fi nal de la guerra, al lado de los trabajadores dedicados a la producción de amoniaco. La consecuencia del boom del amoniaco fue 111 Véase E. Stein, op. cit., pp. 26-27; sobre el papel de Haber y Bosch en la sociedad H. Beike u. a., «Zur Rolle von Fritz Haber und Karl Bosch in Politik und Gesellschaft», Wissenschaftliche Zeitschrift der TH für Chemie Leuna–Mersenburg, núm. 1, 1960-1961. 112 Sobre esto A. Beyer, «50 Jahre Stickstoffi ndustrie», Chemische Technick, núm. 10-11, 1954. 113 Entre ellas: reclamación preferente de trabajadores especializados, medidas de expropiación forzosa, nivel de urgencia máxima para el proyecto, suministro preferente de contingentes de hierro y metales, etc. 107

106 El «otro» movimiento obrero<br />

En resumen, la movilización del trabajo femenino, de los prisioneros<br />

de guerra y de los trabajadores forzados civiles extranjeros no es en absoluto<br />

una consecuencia fortuita que pueda ser explicada simplemente<br />

debido a situaciones difíciles y especiales del mercado de fuerza de trabajo<br />

alemán. El hecho de que estas nuevas capas de trabajadores estuvieran<br />

a las órdenes de un sistema de mando puramente político-militar<br />

es una parte integral de la estrategia del capital en ese momento. Las<br />

capas de parias de la clase obrera movilizados adicionalmente debían<br />

ayudar a forzar el proceso de recomposición de la clase obrera en su<br />

conjunto. Perdía así signifi cado la vieja polarización de clase entre el<br />

trabajador especializado y los obreros no cualifi cados, que propiamente<br />

sólo era la expresión de una dinámica de desarrollo solidifi cada en el<br />

sistema económico alemán de antes de la Primera Guerra Mundial.<br />

Desde 1916 domina una situación transitoria en la que la uniformidad<br />

tradicional específi ca de cada capa —a excepción de la diferenciación<br />

de los trabajadores según los sectores productivos estancados o expansivos<br />

condicionados por la guerra— se diluye en la organización del trabajo.<br />

A comienzos del siglo XX, la polarización de la clase obrera había<br />

sido, desde el punto de vista del capital, un mal necesario; es obvio que<br />

las dos corrientes mayoritarias del movimiento obrero —exceptuando<br />

quizás la industria siderúrgica— se basaban en una dinámica de desarrollo<br />

capitalista enormemente debilitada. En casi todos los sectores<br />

industriales importantes, se solidifi có un antagonismo de clase basado<br />

en una fi jación de capital notablemente reducida. Y sólo después de dos<br />

años de guerra, el Estado empresarial consideró adecuado liberarse de<br />

esta situación de empate —una prueba de la agresividad de un capital<br />

sobreacumulado que no hay que subestimar. Pero incluso en el año<br />

1916 eran todavía escasos los puntos de partida que señalaban el éxito<br />

fi nal del mando capitalista reorganizado sobre el trabajo vivo: en ciertos<br />

lugares, sin embargo, sí que surgió una clase obrera completamente<br />

transformada. Un ejemplo puede mostrar el hecho de que en el otoño<br />

de 1916 terminase irrevocablemente toda una época de luchas obreras.<br />

A comienzos de la Primera Guerra Mundial, la industria básica de<br />

las fábricas alemanas de munición y de explosivos dependía todavía en<br />

gran medida del nitrato de Chile como materia prima natural. Conforme<br />

doctoral, Halle, 1960. También <strong>Karl</strong> Früholz, Das System der Zwangsarbeit in den Betrieben der IG<br />

Farben, trabajo del Institut für Gesellschaftswissenschaften beim ZK der SED, Berlín, 1964 (Ms.).<br />

Stein aborda la situación de los trabajadores forzados durante la Primera Guerra Mundial.

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