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La educación ambiental en Quintana Roo presenta una historia rica en experiencias<br />

y participantes. El crecimiento acelerado de su economía, de las inversiones<br />

turísticas, de la población y de los espacios urbanos, conforman una<br />

problemática en la que el medio natural constituye el recurso básico que sustenta<br />

las actividades económicas y al mismo tiempo resulta permanentemente<br />

impactado por esa rápida expansión. Al mismo tiempo, la población, con la<br />

mayor tasa de inmigración a nivel nacional, integra una comunidad, por un<br />

lado sensibilizada por la riqueza del entorno, dispuesta a la organización y al<br />

trabajo comunitario, pero por otro lado, desconocedora de las características<br />

del medio como es su fragilidad. La organización de la sociedad civil en el estado<br />

ha sido un fenómeno permanente e importante durante su joven trayectoria<br />

de treinta años.<br />

En la última década y media, los temas ambientales aglutinaron formas<br />

diversas de trabajo colectivo en el estado en fases que corren paralelas a las de<br />

las organizaciones similares en el plano nacional e incluso internacional.<br />

Durante la primera fase, dados los vacíos de la legislación y la gestión ambiental<br />

y frente a un acelerado deterioro del medio resultante de una expansión<br />

económica que rebasó la planeación establecida, las primeras organizaciones<br />

concentraron su trabajo primordialmente en la denuncia y a partir de ahí, en<br />

la comunicación ambiental; con poca integración hacia el ámbito académico,<br />

un distanciamiento entre los ámbitos formal e informal y bloqueos de comunicación<br />

con empresas así como con instancias de gobierno.<br />

Sin embargo, tanto las transformaciones en el ámbito nacional en donde se<br />

abren espacios políticos, legales, de participación social, como el<br />

reconocimiento de la comunidad a la gravedad de los problemas ambientales y<br />

al trabajo de los propios educadores, colaboran para transformar esta realidad<br />

hacia una segunda fase: en ella se amplía e intensifica la labor propiamente<br />

educativa, se establecen canales de comunicación efectivos con los diferentes<br />

niveles de gobierno, con el sector académico e incluso algunas empresas,<br />

además del inicio de trabajo conjunto con el sector oficial educativo.<br />

Igualmente, se amplía el espacio y la importancia de contenidos ambientales<br />

en el currículo escolar. Durante esta fase, se realiza un valioso esfuerzo de coordinación<br />

entre los educadores, en el plano regional con el desarrollo de la Red<br />

Regional de Educadores Ambientales del sur-sureste (RREASS), cuyo trabajo de<br />

coordinación fue ejemplar en el plano nacional y animó la colaboración de<br />

educadores y sectores al interior del estado. Algunos problemas de recursos y<br />

de cambios en el contexto del trabajo ambiental llevó a la RREASS al fin de su<br />

ciclo. Las memorias de las reuniones de la RREASS constituyen un magnífico<br />

registro, tanto de las características y actividades del trabajo ambiental durante<br />

su vigencia, como del propio esfuerzo organizativo y de coordinación de la Red.<br />

Una última fase recoge los resultados de las anteriores para crear un panorama<br />

quintanarroense de la educación ambiental actual caracterizada por una<br />

gran actividad, la diversificación de temas de la población-objetivo y<br />

460<br />

PLANES ESTATALES DE EDUCACIÓN, CAPACITACIÓN Y COMUNICACIÓN AMBIENTALES • QUINTANA ROO

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