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miento. Es por ello que estas instituciones enfrentan como dificultad importante<br />

la falta e insuficiencia de formación de los docentes en el campo de la<br />

educación ambiental.<br />

En estas circunstancias, la Agenda 21 ha tenido poca repercusión en la<br />

dinámica de la educación media superior y superior de Guanajuato, como en<br />

otros estados del país. La creación de las carreras y maestría referidas, la<br />

inclusión de ecología como asignatura y las acciones aisladas son en su conjunto,<br />

quizá, la influencia más clara. Sin embargo, son evidentes el interés y la<br />

intención de los diferentes sectores de la comunidad universitaria de ir incrementando<br />

la dimensión ambiental en sus respectivos ámbitos educativos, proceso<br />

que se está dando «de abajo hacia arriba»: desde los alumnos hasta los rectores,<br />

pasando por el personal académico y el personal administrativo. En esos<br />

primeros escalones la Agenda 21 puede significar un referente de amplia utilidad,<br />

por lo cual en ellos se hace imperante la difusión de su contenido. La<br />

misma consideración aplica entre los integrantes académicos, puesto que en<br />

ellos existe notable debilidad en su formación ambiental, lo cual les dificulta la<br />

tarea de contribuir a la construcción de una cultura que impulse la sustentabilidad.<br />

Con todo esto se confirma que hay marcada escasez de educadores ambientales<br />

entre los profesores universitarios, lo cual ha reportado un avance muy<br />

lento en la pedagogía y la didáctica ambientales, en sus dimensiones teóricas<br />

y prácticas, para los dos niveles de educación referidos. Reiteramos que<br />

pueden identificarse casos aislados, nada despreciables, en los cuales el personal<br />

de las universidades y las preparatorias están impulsando prácticas sugerentes<br />

al respecto. Y en áreas de investigación, se aprecia mayor incorporación<br />

de la dimensión ambiental.<br />

Refiriéndonos a la extensión universitaria, entendida ésta como la función de<br />

vinculación con el resto de la sociedad, principalmente a través de la difusión<br />

del conocimiento, se advierte que sus instancias a cargo están todavía menos<br />

integradas a las preocupaciones y ocupaciones ambientales; tal vez sea porque<br />

son áreas enérgicamente restringidas por su origen administrativo –razón que<br />

no justifica el hecho, por cierto–, a lo cual se suman las limitantes generadas<br />

por los miembros de la misma.<br />

En ese tenor se conducen la Dirección de Acción Social y la Dirección<br />

General de Extensión Universitaria de la UG, cuyos esfuerzos hasta ahora son<br />

insuficientes y carecen de la intención explícita de impulsar, a nombre de la<br />

Universidad, procesos de sustentabilidad en la sociedad. Adolecen, asimismo,<br />

de la falta de políticas de comunicación y formación en materia ambiental.<br />

Sobre la misma línea, a pesar de los conocimientos y la información que generan<br />

las universidades, se percibe de ellas total desconexión con el exterior.<br />

Aun contando con áreas de vinculación, no aprovechan realmente las posibilidades<br />

de sus propios recursos ni permiten entrada a los que se proponen desde<br />

la sociedad que las alberga y sostiene, perdiendo con ello intensidad de<br />

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PLANES ESTATALES DE EDUCACIÓN, CAPACITACIÓN Y COMUNICACIÓN AMBIENTALES • GUANAJUATO

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