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COMUNICADO DE PRENSA DE LA EANM
Tratamiento antineoplásico: los radiofármacos permiten una
medicina personalizada
(Viena, 18 de octubre de 2012) ¿Emplear substancias radioactivas como fármacos? En
un primer momento, muchos no dudarían en rechazar esta idea. Sin embargo, la
radioactividad puede, de hecho, ser una fuerza sanadora. “Como parte de un
tratamiento planificado con precisión y adaptado a las necesidades individuales del
paciente, los radiofármacos son un arma muy eficiente en la lucha contra varios tipos
de tumores”, explica el Dr. Glenn Flux, experto en Ciencias Físicas de la Asociación
Europea de Medicina Nuclear (EANM – European Association of Nuclear Medicine).
“Nos hallamos en la fase inicial de una notable mejora en el tratamiento antineoplásico a
medida que avanzamos hacia programas adaptados a las necesidades individuales de los
pacientes empleando radiofármacos tanto para el diagnóstico, como para el tratamiento.
Esto permite la destrucción precisa del tumor, a la vez que se reducen al mínimo los efectos
secundarios perjudiciales”, explica el Dr. Flux, experto en Ciencias Físicas de la EANM. Este
concepto es aplicable a varios tipos de tumores, desde cáncer de tiroides y tumores
neuroendocrinos, hasta metástasis en la médula ósea, procedente de cáncer de próstata y
tumores hepáticos. El concepto básico de la radioterapia molecular es simple: las moléculas
radioactivas están unidas a una substancia que tiene como objetivo las células cancerosas.
La radioactividad tiene, por lo tanto, dos funciones. A medida que decae la actividad, se
emiten partículas beta, que a causa de su masa únicamente recorren una corta distancia
dentro del tejido, irradiando y destruyendo las células cancerosas. De manera simultánea,
se emiten rayos gamma, que penetran en el paciente y pueden ser captados por una
gammacámara de especial diseño que proporciona al médico una imagen digital de la
distribución de los radionúclidos en el paciente. Gracias a ello, el médico puede estar seguro
de que el cáncer ha sido focalizado en mayor medida que cualquier otro tejido normal.
Enorme potencial
“El potencial de este procedimiento para el tratamiento personalizado es enorme, aunque
aún no ha sido utilizado por completo”, explica el Dr. Flux. Según él, durante décadas fue
una práctica estándar en radioterapia molecular administrar el mismo nivel de radioactividad
a todos los pacientes, siendo modificado únicamente en algunas ocasiones en función del
peso del paciente. “Las investigaciones más recientes demuestran, sin embargo, que estos
niveles pueden llevar a dosis absorbidas muy variadas, es decir, a que se depositen
cantidades de energía de radiación en el tejido. Por ejemplo, en un estudio se demostró que
las dosis absorbidas aplicadas a tejidos tiroideos con una administración única de 3,000
MBq de yodo radioactivo varían de 7 a 570 Gy en pacientes distintos”, explica el Dr. Flux. En
contrapartida, todos los pacientes que reciben la radioterapia externa más convencional,
recibirán la misma dosis independientemente del tratamiento.

Ya está en marcha una investigación a fondo con el fin de transformar la combinación de
diagnóstico y tratamiento con radiofármacos en un enfoque terapéutico personalizado y
hacerlo, por consiguiente, más preciso. Técnicas informáticas cada vez más sofisticadas
permiten a los médicos no sólo controlar si se aplicó radioactividad al objetivo deseado, sino
también medir el nivel absoluto de esta actividad. Además, las dosis absorbidas pueden
determinarse mediante cálculos cada vez más precisos efectuados en series de
exploraciones.
Hay mucho que ganar con la radioterapia
¿Cómo se benefician los pacientes con cáncer de estos desarrollos? El Dr. Flux ofrece un
ejemplo: “Se ha demostrado que no sólo tumores diferentes y pacientes diferentes absorben
fracciones diferentes de la actividad administrada, sino que esta actividad se elimina a
ritmos diferentes. Un protocolo diseñado para el tratamiento de niños con neuroblastoma
con I-131 mIBG (metayodobencilguanidina, la cual es absorbida por las células que
producen la adrenalina e identifican, por lo tanto, el cáncer del sistema nervioso simpático)
desarrollado a lo largo de muchos años según las absorciones individuales, está a punto de
ser objeto de un ensayo clínico europeo en pacientes de alto riesgo que no respondieron a
la quimioterapia inicial. Se ha demostrado que, si bien la biocinética de distintos pacientes
varía considerablemente, una segunda administración seguirá el mismo patrón que la
primera en la mayoría de los pacientes, de modo que si un tratamiento es administrado en
dos o más fracciones, la actividad puede modificarse a medida que avanza el tratamiento.
Esto garantiza que todos los pacientes reciban la misma dosis absorbida. Ya se ha
demostrado en un estudio piloto que predecir las reacciones adversas limitará el
tratamiento.”
Pero aún hay mucho más que ganar con la radioterapia molecular, puesto que puede no
sólo ser utilizada de forma aislada, sino también en combinación con radioterapia externa o
quimioterapia. Debido a que los mecanismos de absorción de los radiofármacos por parte de
las células son a menudo diferentes a los mecanismos de identificación de los fármacos
quimioterapéuticos, ambos tratamientos pueden aplicarse conjuntamente. También se ha
demostrado que algunos otros fármacos pueden aumentar el efecto de la radiación. “Se
trata de trayectorias prometedoras que indican que los radiofármacos serán la clave en
nuestra lucha contra el cáncer”, explica el Dr. Flux.
Para ver una animación introductoria a la medicina nuclear, visite la página Web
www.whatisnuclearmedicine.com
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