7. Solucionario
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Guía didáctica: Ética<br />
UNIVERSIDAD TÉCNICA PARTICULAR DE LOJA La Universidad Católica de Loja<br />
ANEXOS<br />
La función legislativa está constituida por tres leyes: Ley de la inmanencia, Ley de la trascendencia<br />
y Ley de la perfectibilidad. Por la Ley de la inmanencia se posee la capacidad de ser sujeto de sí mismo<br />
y de hacer permanecer en sí mismo todo aquello a lo que se une. Puede unirse en razón de su libertad<br />
y sus capacidades obedeciendo a odios o amores, vicios o virtudes, etc. Y es en el ejercicio de esta<br />
inmanencialidad de donde dimana toda responsabilidad moral. Por la ley de la trascendencia posee la<br />
capacidad de ser sujeto más allá de sí mismo, puede salir de sí, trascender y trascenderse; puede salir<br />
de sí y modificar o cambiar su ser en virtud del bien de ‘otro’. Y, por la ley de la perfectibilidad posee la<br />
capacidad de concebir y hacer todo con un sentido de perfección, de tal manera que tiende a la mejor<br />
forma de ser sí mismo y de ser más allá de sí mismo. Las tres leyes están presentes tanto en la estructura<br />
como en las operaciones del ser humano.<br />
La función receptiva está estructurada por la creencia, la expectativa y el amor con los cuales se<br />
percibe la realidad espiritual, o el + que está presente en todo lo real y que se escapa a las ciencias<br />
experimentales. La realidad material se percibe por los sentidos externos; la realidad espiritual por<br />
nuestra creencia, expectativa y amor. Ante la pregunta de ¿qué es el ser humano?, Fernando Rielo<br />
responde que el primer acto que constituye el ser personal del hombre es el acto de creencia, pues<br />
antecede a toda pregunta y a toda respuesta como energía constitutiva de la visión ontológica, que<br />
abre los límites inmanenciales de la inteligencia a formas transcendentales de penetración y ensoñación<br />
sin término. Este ‘creer en’ es el constitutivo formante de su personalidad (Rielo, 200l: l62-l63). Una<br />
somera reflexión sobre el actuar humano ya nos ilumina el funcionamiento de estos operadores, pues<br />
nadie realiza un ‘acto específicamente humano’ sin una creencia, desde la simple creencia en nuestros<br />
sentidos y en la realidad que de diversos modos percibimos, nadie emprende conscientemente una<br />
acción sin una ‘expectativa’ aunque sea solo la de que ese acto se ejecute, y nadie inicia la acción si<br />
no hay un ‘querer’, que no esté dirigido en cierta manera por un ‘amor’ que es el que le dará sentido<br />
y dirección a los actos.<br />
Las otras funciones son la atributiva, que posee como atributo supremo la unidad; y la<br />
transfigurativa, que posee el direccional de la justicia o santidad.<br />
La persona es para Rielo imagen y semejanza de las personas divinas porque recibe de éstas su<br />
propio carácter genético, esto es, su divina presencia constitutiva, pues “la actuación ad extra de un ad<br />
intra genéticamente abierto de las personas divinas, supuesta la libre creación ex genética possibilítate,<br />
forma el constitutivo de un ser humano creado a imagen y semejanza del sujeto absoluto” (ídem: l78).<br />
El ser humano posee una genética ‘apertura’ que es fundamento de una mística relación, comunicación<br />
extática, con el sujeto absoluto y es, a su vez, la forma genética de comunicación con los otros seres<br />
humanos y, en general, con toda la creación. Puede decir, desde esta concepción mística del hombre,<br />
en oposición a Hobbes con su “el hombre es un lobo para el hombre” que “el hombre es sagrado<br />
para el hombre” porque “la definición mística del hombre posee por teorema un imperativo moral:<br />
… el hombre tiene el deber humano de ser mística deidad para el hombre porque el hombre tiene el<br />
derecho divino de ser mística deidad 68 para Dios. Este es el supremo derecho y deber fundamental del<br />
que dimanan... todos los demás derechos del hombre”(ídem: l83).<br />
Esta concepción dota al ser humano de la máxima dignidad posible, más allá de circunstancias o<br />
condiciones fenoménicas o causales, al ser constitutiva. Preserva la libertad, formada por el amor y la<br />
singularidad deitática de la persona humana; reconoce y formaliza los ‘direccionales y disposicionales’,<br />
presentes en la persona de: exigencia de un imperativo racional que otorgue dirección a los<br />
pensamientos; exigencia del deseo, de encontrar un fundamento que dé sentido a su compromiso,<br />
y apertura de la intención hacia la unidad frente a la multiplicidad fragmentaria de la experiencia,<br />
quedando el acto humano dotado, en su totalidad, de unidad, dirección y sentido. No habría en el<br />
68 Cristo le dice a los judíos “dioses sois” recordándoles la Escritura. (Jn l0,34)