7. Solucionario
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Guía didáctica: Ética<br />
UNIVERSIDAD TÉCNICA PARTICULAR DE LOJA La Universidad Católica de Loja<br />
ANEXOS<br />
Afirma que estamos en una disposición mucho mejor de servir a los propósitos que deseamos<br />
servir y de solventar las situaciones a las que creemos que nos enfrentamos de lo que estuvieron<br />
nuestros antepasados; considera ‘bueno’ pensar en el progreso a la manera de Kuhn: como “capacidad<br />
de resolver los problemas que ya resolvieron nuestros predecesores, y también algunos nuevos”,<br />
encuentra suficiente el tratar de definir el progreso científico como la capacidad creciente de hacer<br />
predicciones, cuando se ha abandonado la idea de que somos mejores por comprender la verdadera<br />
naturaleza del ser humano o de los derechos humanos (el ser en sí) o de las obligaciones humanas,<br />
le parece suficiente definir el progreso moral como “un convertirnos en la mejor versión de nosotros<br />
mismos”; se une a Habermas para decir que no hay nada en la noción de objetividad más que la<br />
noción de acuerdo intersubjetivo.<br />
Un pragmatista como él nos muestra una fe inquebrantable en el progreso y una fe fuerte en<br />
la certeza de ‘lo mejor’, pues nos sigue corroborando que “cuando uno dice que las sociedades más<br />
recientes han progresado al reconocer la existencia de los derechos humanos, lo que estamos diciendo<br />
es que se han ajustado más a la forma en que nosotros consideramos que las personas ‘deben’ tratarse<br />
entre sí. Tenemos, continúa diciendo, toda la justificación del mundo para pensar así, pero no podemos<br />
cotejar nuestra visión del asunto con la naturaleza intrínseca de la realidad moral. No se trata, piensa,<br />
de que nos preguntemos si existen los derechos humanos sino de que, siendo una construcción social<br />
reciente, se han convertido en referente de organismos internacionales para sus discusiones sobre los<br />
actos deseables o punibles. El progreso de la filosofía no está en ser más rigurosa en sus planteamientos<br />
sino en ser más imaginativa” (ídem:20).Y sostiene que es también la imaginación y no una captación<br />
más clara de las obligaciones morales lo que más contribuye a la creación y estabilidad de comunidades<br />
más inclusivas (ídem:24).<br />
Con todo ello, como buen pragmatista, también considera que los vehículos más eficaces de la<br />
educación moral son las novelas y no los tratados de moral. En esta opinión no estamos tan de acuerdo<br />
con él, no en lo esencial que sí compartimos, sea de novelas o sea de cualquier otro género, sino en<br />
que cada vez nos educamos menos con la lectura y más con el cine o los programas de TV, donde<br />
nos encontramos con la nueva imagen del hombre virtuoso, el héroe con crisis, fracasos emocionales y<br />
mentiras que, en contraste con alguna virtud tradicional, da sentido a la tensión constante de su historia.<br />
Normalmente ya no se nos presenta Prudente; es Justo, solo a veces; ser Fuerte ya no es un requisito;<br />
aparece Templado, solo en los momentos clave; la Bondad es considerada una debilidad; la Belleza,<br />
por supuesto, pero no la interior porque esa es de los fracasados; y la Unidad... nada más lejos de<br />
nuestros héroes, de múltiples e inquietantes facetas, de contrastes psicológicos, y de inestabilidad social<br />
y emocional. De ahí surge la idea del bien o de la virtud; no de los libros ‘clásicos’. La idea pragmatista<br />
del bien o de la virtud es la que tenemos, la que tiene cada cual; y la libertad es el reconocimiento de<br />
la contingencia más que de la existencia de un ámbito específicamente humano exento de necesidad<br />
natural. Este autor espera poco de la filosofía, al menos del tipo de filosofía caracterizada por lo que<br />
Habermas llama ‘planteamientos universalistas y estrategias teoréticas fuertes’, y pone lo principal de<br />
sus esperanzas en el alivio del dolor y la humillación innecesarios y socialmente consentidos en dos<br />
cosas: novelas, artículos e informes de quienes son capaces de hacer visibles formas concretas de dolor<br />
y humillación; y propuestas de cambios específicos en las disposiciones sociales, tales como leyes,<br />
regulaciones empresariales, prácticas educativas, etc. (Rorty, Richard, 2000a:365).<br />
En efecto, nos dirá Rorty, de acuerdo con Habermas, los únicos universales en los que desembocara<br />
una filosofía de la intersubjetividad serán procedimentales y no sobre asuntos de sustancia, pues las<br />
sociedades democráticas no necesitan preocuparse del sujeto o de la naturaleza humana. Nosotros<br />
resaltamos de él que la fuerza, el valor, la virtud, surge desde dentro del ‘sí mismo’ y no desde una<br />
racionalidad ‘desarraigada’. Esta virtud o ‘capacidad’ es real y debe poder ejercerse por cada persona.