7. Solucionario

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ANEXOS Guía didáctica: Ética Tugendhat considera que el esfuerzo de Kant ha sido el intento más grandioso de dar sentido a la idea de una fundamentación absoluta de la moral y piensa que una moral del respeto universal e igualitario, si bien no tiene una justificación absoluta, puede considerarse como la concepción más plausible, o justificada, del bien, aunque “la objetividad de los juicios pertenecientes a esta moral no puede pretender más que su plausibilidad” (Tugendhat, 1997:29) la cual es menos que una justificación pero más que una intuición sin justificación y sin discusión con otras concepciones. Si nos fijamos en la ética desde el pensamiento analítico no podemos dejar de lado a G.E. Moore, quien pretendió con su libro Principia Ethica descubrir los principios fundamentales del razonamiento ético. Partió de una definición de ética como ‘la investigación general sobre lo bueno’, es decir que se ocupa del problema de lo que es bueno o malo en la conducta humana, y, por ello la primera pregunta que él se hace es ¿qué es bueno? y llega a la conclusión de que no se puede contestar científicamente a esa pregunta. A él se debe la llamada ‘falacia naturalista’ que es confundir ‘bueno’ con un objeto natural, y explica como decir que algo ‘me place’ no es lo mismo que decir, yo soy lo mismo que ‘tengo placer’, ‘placer’ no se puede definir sin incurrir en un sinsentido; definir el placer como si fuera un objeto natural incurre en la falacia naturalista. Si bien esta proposición constata un hecho (me place) de ésta no se puede seguir la afirmación acerca de que ‘el placer es bueno’; no significa que ‘placer’ sea lo mismo que ‘bueno’, así como todo lo que es amarillo no significa lo mismo que ‘amarillo’. No hay falacia cuando alguien confunde entre sí dos objetos naturales, sino cuando se confunde algo que no es natural con algo natural, es decir ‘bueno’ con, por ejemplo, ‘placer’. No tiene sentido decir que el placer es bueno, a menos que bueno sea algo distinto que placer. Para él ‘bueno’ no tiene ningún sentido, y considera que es muy natural caer en el error de suponer que lo que es universalmente verdadero es de tal naturaleza que aceptar su negación sería contradictorio, lo cual le lleva a inferir que lo que parece ser un principio ético universal es, de hecho, una proposición de identidad y, por tanto, una tautología que nada aporta al conocimiento ni sirve de principio, porque de él nada se sigue. 65 De esta corriente podemos también mencionar a Wittgenstein, quien también considera que las proposiciones éticas son expresiones carentes de sentido y que esta falta de sentido constituye su misma esencia, pero, como él afirma en su ‘Conferencia sobre ética’: “Mi único propósito -y creo que el de todos aquellos que han tratado alguna vez de escribir o hablar de ética o religiónes arremeter contra los límites del lenguaje. Este arremeter contra las paredes de nuestra jaula es perfecta y absolutamente desesperanzado. La ética, en la medida en que surge del deseo de decir algo sobre el sentido último de la vida, sobre lo absolutamente bueno, lo absolutamente valioso, no puede ser una ciencia. Lo que dice la ética no añade nada, en ningún sentido, al conocimiento. Pero es un testimonio de una tendencia del espíritu humano que yo personalmente no puedo sino respetar profundamente y que por nada del mundo ridiculizaría”. No nos parece que este texto en el que afirma la ‘tendencia del espíritu humano’ sea una frase retórica con el fin de suavizar su opinión sobre las proposiciones éticas, sino más bien la expresión de que hay ámbitos en los seres humanos que no pueden ser alcanzados por el lenguaje, ni por la ciencia, tal como él las concibe. Para un acercamiento a la visión pragmática nos fijaremos en Richard Rorty, alguien de quien no se puede sospechar un posible ‘a priorismo’ y cuya concepción filosófica se aleja de cualquier intento de buscar significado a la expresión ‘realidad tal como es en sí misma’ quien propone que “debe abandonarse la distinción apariencia-realidad por la de maneras de hablar menos útiles y más útiles”, y no tiene miedo de afirmar: “Es seguro que hemos progresado, tanto en lo intelectual como en lo moral” (Rorty, 2000a:15). 65 Principia Ethica Cap.1 UNIVERSIDAD TÉCNICA PARTICULAR DE LOJA La Universidad Católica de Loja 187

188 Guía didáctica: Ética UNIVERSIDAD TÉCNICA PARTICULAR DE LOJA La Universidad Católica de Loja ANEXOS Afirma que estamos en una disposición mucho mejor de servir a los propósitos que deseamos servir y de solventar las situaciones a las que creemos que nos enfrentamos de lo que estuvieron nuestros antepasados; considera ‘bueno’ pensar en el progreso a la manera de Kuhn: como “capacidad de resolver los problemas que ya resolvieron nuestros predecesores, y también algunos nuevos”, encuentra suficiente el tratar de definir el progreso científico como la capacidad creciente de hacer predicciones, cuando se ha abandonado la idea de que somos mejores por comprender la verdadera naturaleza del ser humano o de los derechos humanos (el ser en sí) o de las obligaciones humanas, le parece suficiente definir el progreso moral como “un convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos”; se une a Habermas para decir que no hay nada en la noción de objetividad más que la noción de acuerdo intersubjetivo. Un pragmatista como él nos muestra una fe inquebrantable en el progreso y una fe fuerte en la certeza de ‘lo mejor’, pues nos sigue corroborando que “cuando uno dice que las sociedades más recientes han progresado al reconocer la existencia de los derechos humanos, lo que estamos diciendo es que se han ajustado más a la forma en que nosotros consideramos que las personas ‘deben’ tratarse entre sí. Tenemos, continúa diciendo, toda la justificación del mundo para pensar así, pero no podemos cotejar nuestra visión del asunto con la naturaleza intrínseca de la realidad moral. No se trata, piensa, de que nos preguntemos si existen los derechos humanos sino de que, siendo una construcción social reciente, se han convertido en referente de organismos internacionales para sus discusiones sobre los actos deseables o punibles. El progreso de la filosofía no está en ser más rigurosa en sus planteamientos sino en ser más imaginativa” (ídem:20).Y sostiene que es también la imaginación y no una captación más clara de las obligaciones morales lo que más contribuye a la creación y estabilidad de comunidades más inclusivas (ídem:24). Con todo ello, como buen pragmatista, también considera que los vehículos más eficaces de la educación moral son las novelas y no los tratados de moral. En esta opinión no estamos tan de acuerdo con él, no en lo esencial que sí compartimos, sea de novelas o sea de cualquier otro género, sino en que cada vez nos educamos menos con la lectura y más con el cine o los programas de TV, donde nos encontramos con la nueva imagen del hombre virtuoso, el héroe con crisis, fracasos emocionales y mentiras que, en contraste con alguna virtud tradicional, da sentido a la tensión constante de su historia. Normalmente ya no se nos presenta Prudente; es Justo, solo a veces; ser Fuerte ya no es un requisito; aparece Templado, solo en los momentos clave; la Bondad es considerada una debilidad; la Belleza, por supuesto, pero no la interior porque esa es de los fracasados; y la Unidad... nada más lejos de nuestros héroes, de múltiples e inquietantes facetas, de contrastes psicológicos, y de inestabilidad social y emocional. De ahí surge la idea del bien o de la virtud; no de los libros ‘clásicos’. La idea pragmatista del bien o de la virtud es la que tenemos, la que tiene cada cual; y la libertad es el reconocimiento de la contingencia más que de la existencia de un ámbito específicamente humano exento de necesidad natural. Este autor espera poco de la filosofía, al menos del tipo de filosofía caracterizada por lo que Habermas llama ‘planteamientos universalistas y estrategias teoréticas fuertes’, y pone lo principal de sus esperanzas en el alivio del dolor y la humillación innecesarios y socialmente consentidos en dos cosas: novelas, artículos e informes de quienes son capaces de hacer visibles formas concretas de dolor y humillación; y propuestas de cambios específicos en las disposiciones sociales, tales como leyes, regulaciones empresariales, prácticas educativas, etc. (Rorty, Richard, 2000a:365). En efecto, nos dirá Rorty, de acuerdo con Habermas, los únicos universales en los que desembocara una filosofía de la intersubjetividad serán procedimentales y no sobre asuntos de sustancia, pues las sociedades democráticas no necesitan preocuparse del sujeto o de la naturaleza humana. Nosotros resaltamos de él que la fuerza, el valor, la virtud, surge desde dentro del ‘sí mismo’ y no desde una racionalidad ‘desarraigada’. Esta virtud o ‘capacidad’ es real y debe poder ejercerse por cada persona.

ANEXOS Guía didáctica: Ética<br />

Tugendhat considera que el esfuerzo de Kant ha sido el intento más grandioso de dar sentido<br />

a la idea de una fundamentación absoluta de la moral y piensa que una moral del respeto universal<br />

e igualitario, si bien no tiene una justificación absoluta, puede considerarse como la concepción más<br />

plausible, o justificada, del bien, aunque “la objetividad de los juicios pertenecientes a esta moral no<br />

puede pretender más que su plausibilidad” (Tugendhat, 1997:29) la cual es menos que una justificación<br />

pero más que una intuición sin justificación y sin discusión con otras concepciones.<br />

Si nos fijamos en la ética desde el pensamiento analítico no podemos dejar de lado a G.E. Moore,<br />

quien pretendió con su libro Principia Ethica descubrir los principios fundamentales del razonamiento<br />

ético. Partió de una definición de ética como ‘la investigación general sobre lo bueno’, es decir que se<br />

ocupa del problema de lo que es bueno o malo en la conducta humana, y, por ello la primera pregunta<br />

que él se hace es ¿qué es bueno? y llega a la conclusión de que no se puede contestar científicamente<br />

a esa pregunta. A él se debe la llamada ‘falacia naturalista’ que es confundir ‘bueno’ con un objeto<br />

natural, y explica como decir que algo ‘me place’ no es lo mismo que decir, yo soy lo mismo que ‘tengo<br />

placer’, ‘placer’ no se puede definir sin incurrir en un sinsentido; definir el placer como si fuera un<br />

objeto natural incurre en la falacia naturalista. Si bien esta proposición constata un hecho (me place)<br />

de ésta no se puede seguir la afirmación acerca de que ‘el placer es bueno’; no significa que ‘placer’<br />

sea lo mismo que ‘bueno’, así como todo lo que es amarillo no significa lo mismo que ‘amarillo’. No<br />

hay falacia cuando alguien confunde entre sí dos objetos naturales, sino cuando se confunde algo que<br />

no es natural con algo natural, es decir ‘bueno’ con, por ejemplo, ‘placer’. No tiene sentido decir que<br />

el placer es bueno, a menos que bueno sea algo distinto que placer. Para él ‘bueno’ no tiene ningún<br />

sentido, y considera que es muy natural caer en el error de suponer que lo que es universalmente<br />

verdadero es de tal naturaleza que aceptar su negación sería contradictorio, lo cual le lleva a inferir que<br />

lo que parece ser un principio ético universal es, de hecho, una proposición de identidad y, por tanto,<br />

una tautología que nada aporta al conocimiento ni sirve de principio, porque de él nada se sigue. 65<br />

De esta corriente podemos también mencionar a Wittgenstein, quien también considera que las<br />

proposiciones éticas son expresiones carentes de sentido y que esta falta de sentido constituye su misma<br />

esencia, pero, como él afirma en su ‘Conferencia sobre ética’: “Mi único propósito -y creo que el de<br />

todos aquellos que han tratado alguna vez de escribir o hablar de ética o religiónes arremeter contra<br />

los límites del lenguaje. Este arremeter contra las paredes de nuestra jaula es perfecta y absolutamente<br />

desesperanzado. La ética, en la medida en que surge del deseo de decir algo sobre el sentido último de<br />

la vida, sobre lo absolutamente bueno, lo absolutamente valioso, no puede ser una ciencia. Lo que dice<br />

la ética no añade nada, en ningún sentido, al conocimiento. Pero es un testimonio de una tendencia<br />

del espíritu humano que yo personalmente no puedo sino respetar profundamente y que por nada del<br />

mundo ridiculizaría”.<br />

No nos parece que este texto en el que afirma la ‘tendencia del espíritu humano’ sea una frase<br />

retórica con el fin de suavizar su opinión sobre las proposiciones éticas, sino más bien la expresión de<br />

que hay ámbitos en los seres humanos que no pueden ser alcanzados por el lenguaje, ni por la ciencia,<br />

tal como él las concibe.<br />

Para un acercamiento a la visión pragmática nos fijaremos en Richard Rorty, alguien de quien no<br />

se puede sospechar un posible ‘a priorismo’ y cuya concepción filosófica se aleja de cualquier intento<br />

de buscar significado a la expresión ‘realidad tal como es en sí misma’ quien propone que “debe<br />

abandonarse la distinción apariencia-realidad por la de maneras de hablar menos útiles y más útiles”,<br />

y no tiene miedo de afirmar:<br />

“Es seguro que hemos progresado, tanto en lo intelectual como en lo moral” (Rorty, 2000a:15).<br />

65 Principia Ethica Cap.1<br />

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