7. Solucionario
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Guía didáctica: Ética<br />
UNIVERSIDAD TÉCNICA PARTICULAR DE LOJA La Universidad Católica de Loja<br />
ANEXOS<br />
moral no puede hacerse sin un intento de contestación de una pregunta clave para todos, filósofos o<br />
no, ¿qué es el hombre y cuál es el sentido de su vida en el mundo?<br />
La ética puede clasificarse de muchas maneras. Las podemos clasificar en dos tipos generales:<br />
éticas teleológicas, orientadas hacia un fin que es el desarrollo y emancipación del ser humano, y<br />
consecuentemente su felicidad; y éticas deontológicas o de principios. Son éticas teleológicas: los<br />
eudemonistas que buscaban la felicidad psicológica y anímica; entre ellas podemos citar las de Platón y<br />
Aristóteles, que plantearon gran parte de los temas clave en la ética de todos los tiempos. Los hedonistas<br />
(Epicuro) buscaban el placer, pero entendido éste de una forma bastante espiritual. También pertenecen<br />
a este tipo de concepciones las éticas que buscan la belleza, el bien, la autenticidad, la virtud, la<br />
solidaridad, entre otros. (Nietzsche, las diversas éticas socialistas y de la liberación, los utilitaristas [bien<br />
común], los vitalismos y los énfasis diversos de la ética cristiana...).<br />
“En las éticas deontológicas lo que importa es obrar conforme a deberes (déon = ‘deber’ en<br />
griego) exigidos por la existencia de principios y dictados por la razón pura, como la ética kantiana, y<br />
derechos (naturales o fundamentales) o principios producidos mediante consenso o contrato por los<br />
humanos...” (Guisán, E, 1995).<br />
En ellas lo que importa es que los principios estén bien formulados, como en Kant, con su<br />
imperativo categórico: “Obra de tal manera que tu conducta pueda ser elevada a norma universal”,<br />
o la inviolabilidad y la libertad en Rawls, o el consenso dialógico en Habermas; y también las éticas<br />
psicoanalíticas, sociobiológicas, y otros funcionalismos, todas ellas con principios bien diferentes.<br />
Puede entenderse también, desde cuatro modos fundamentales, que atienden a la pregunta<br />
básica a la que responde:<br />
Juzga lo justo o lo bueno de los actos por sus consecuencias. Responde a la pregunta<br />
consecuencialista de ¿para qué?<br />
Juzga lo bueno de los actos por su origen, motivo o estado de ánimo del agente. Por la intención.<br />
Responde a la pregunta naturalista de ¿por qué?<br />
Juzga lo bueno por la adecuación de los actos a principios, determinados y conocidos, bien sea<br />
racionalmente o por medio de una revelación. Responde a la pregunta esencialista de ¿Qué? (Ni que<br />
decir tiene que cuando la intención está guiada por un principio debe ser considerado en este modo,<br />
y si la intención está guiada por la obtención de un resultado, sea el que sea, pasa al modo primero).<br />
Juzga lo bueno por la adecuación de los actos a procedimientos, determinados, aceptados y<br />
conocidos, bien sea racionalmente o por medio de convenciones. Responde a la pregunta pragmatista<br />
de ¿cómo?<br />
Es decir se ajusta a resultados (S. Mill, la utilidad), a impulsos instintivos (Nietzsche), a principios<br />
(Aristóteles, El Bien Supremo) que sirven de modelo o le dan dirección, o a procedimientos (Habermas,<br />
reconocimiento intersubjetivo). La mayoría de las éticas que se han propuesto en la historia se ajustan<br />
al tercer modo y más modernamente adquieren relevancia las de los modos primero y cuarto. El<br />
primero, basado en las consecuencias, si bien estaba presente, junto con el segundo, en el origen de<br />
los comportamientos humanos fue desechado tras la aparición de Sócrates, descubridor de las Ideas<br />
universales válidas para todos, que convierte en teoría la experiencia humana y pasa al ser humano la<br />
fundamentación que antes había servido para explicar la preexistencia de la naturaleza en su estado<br />
primigenio. Deja de hablar del Agua, el Apeiron, o el Aire, como principio. De lo que habla como