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7. Solucionario

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Guía didáctica: Ética<br />

UNIVERSIDAD TÉCNICA PARTICULAR DE LOJA La Universidad Católica de Loja<br />

ANEXOS<br />

sociocultural. Ha habido muchos científicos y pensadores que han puesto tanto énfasis en los primeros<br />

que han llegado a considerar las acciones humanas, con su aparente moralidad, como un subproducto<br />

de los condicionantes genéticos, fisiológicos, sociobiológicos, de profundas pulsiones en nuestra<br />

psicología, etc. Y quienes han enfatizado tanto los condicionantes socioculturales, que han llegado a<br />

negar de nuevo la moralidad de las acciones humanas porque no son sino subproducto de impresiones<br />

educativas o étnicas que dejaron una huella imborrable; funciones sociales internalizadas en forma de<br />

normas, infraestructuras económicas de las que devienen las diferentes superestructuras ideológicas,<br />

modelaciones de las conciencias colectivas por intereses diversos, o por la cultura en que se vive, la<br />

historia, la política, entre otros.<br />

Negar la existencia de todos esos condicionantes sería negar todo el desarrollo reciente de las<br />

numerosas disciplinas que estudian al hombre desde muy diversos aspectos, y, al mismo tiempo, negar<br />

intuiciones cotidianas clarísimas sobre los condicionantes de nuestros actos, como el dolor de muelas.<br />

Pero de ahí a concluir, como hacen muchos deterministas, que las acciones humanas están absolutamente<br />

condicionadas, y por lo tanto no existe en realidad la libertad, es ir demasiado lejos. La primera crítica<br />

a este determinismo es trivial: ¿cada una de esas dimensiones nos condiciona completamente, o se<br />

ponen de acuerdo entre ellas para condicionamos conjuntamente? Curiosamente, la primera posición<br />

ha tenido bastantes más adeptos, tantos como deterministas de cada parcela de las ciencias naturales y<br />

sociales, que han sido muchos, solo que para cada uno el factor condicionante resultó diferente: genes,<br />

economía, instinto, raza, función social, medios de comunicación... Estaríamos ‘n’ veces determinados.<br />

La segunda posición parece más racional: es el conjunto de condicionantes el que nos determina, y por<br />

tanto no somos libres. Eso parece más un anhelo de libertad ante nuestros múltiples condicionantes,<br />

una expresión de nuestra realidad humana limitada y compleja, pero anhelante y luchadora, que<br />

una conclusión seria que pretenda sostener que todos los condicionantes se ponen de acuerdo en<br />

perfecta conjunción para que no seamos libres, ni siquiera un poco, aunque fuera como lo diría un<br />

poeta: “Libertad con grandes alas de cadenas...”. José Antonio Marina, en su excelente libro Ética para<br />

náufragos, expone una maravillosa metáfora de esta lucha de la libertad contra los condicionantes que<br />

nos afligen:<br />

“Un buen timonel sabe navegar contra el viento sirviéndose del empujón del viento al que ha<br />

confundido previamente entre las velas. El viento extraviado sale por donde puede, que es por donde<br />

el navegante quiere. Ese hábil navegar dando bordadas, ciñéndose de una amura y luego de otra, en<br />

un zigzag que engaña a las olas y que a mí me recuerda lo que Hegel llamaba ‘astucia de la razón›, le<br />

permite avanzar a barlovento, plantando cara al aire encrespado, que es lo que antes o después tenemos<br />

que hacer todos. Navegar es una victoria de la voluntad contra el determinismo. Como escribió el<br />

sentencioso Séneca: ‹El buen piloto aun con la vela rota y desarmado y todo, repara las reliquias de su<br />

nave para seguir su ruta» (Marina, J.A., 1995).<br />

Esta metáfora de Marina (en el doble sentido: del mar, y del autor) nos manifiesta algo muy<br />

sencillo: las actos morales no descansan en el vacío sino en la situación y condicionamientos ‘de<br />

cada momento’, pues el acto virtuoso es distinto para el buen piloto en condiciones de bonanza y<br />

con las velas en perfecto estado que en condiciones de tempestad, con la vela rota y desarmado. Los<br />

actos morales se insertan en nuestro ‘estado de abierto’ o en nuestro ‘campo de posibilidades’. Nos<br />

explicamos. Los actos virtuosos no lo son en sí mismos y por sí mismos (recordemos que el origen de<br />

la palabra proviene del latín, con la significación de energía o fuerza para producir algo) sino en su<br />

‘energía’, en su ‘capacidad’ para llegar a más o para alcanzar una meta o para cumplir un deber (según<br />

la visión que tengamos de la ética). Y ese objetivo es distinto según las circunstancias del momento.<br />

Por ejemplo, por muy sencillo que sea salir de una habitación es imposible para quien no está dentro.<br />

Solo puede aspirar a salir de la habitación quien esté dentro, así como solo puede entregar su vida<br />

quien está vivo o puede ser racional quien tiene la capacidad de ser ‘racional’ y no un ser no personal

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