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7. Solucionario

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Guía didáctica: Ética<br />

UNIVERSIDAD TÉCNICA PARTICULAR DE LOJA La Universidad Católica de Loja<br />

ANEXOS<br />

conducta, aquel que viene marcado por la cultura, por la reflexión, por un sentido de ‹obligación› que<br />

en el campo de la moral se impone desde fuera y que en el campo de la ética se impone desde dentro,<br />

llegando a considerarse el hábito virtuoso como una segunda naturaleza que tiene como característica<br />

no producir su operación por necesidad sino por una disposición o poder que el hombre usa cuando<br />

quiere. Podríamos decir que la ética está asociada más a la tradición griega y por lo tanto ve las<br />

costumbres desde los primeros principios y leyes que la rigen haciendo de ella una filosofía; y la moral,<br />

siguiendo la tradición latina, fija las normas concretas de aplicación, de acuerdo con el estilo jurídico<br />

propio del Imperio Romano.<br />

Es probable que la ética se dedicara desde su origen al establecimiento de los contenidos y<br />

modos de transmisión de las ‹costumbres› que se deben seguir, convirtiéndose en una ‹doctrina de las<br />

costumbres›, a las cuales hay que dotar de una dirección y sentido porque, de una manera u otra, lo<br />

importante es que las que se adopten favorezcan un futuro feliz. Tener sentido puede interpretarse<br />

como ‹ser medio para un fin›, inseparable en última instancia de una voluntad en la que el fin es ‹fin›,<br />

bien sea porque él se impone a la voluntad o porque la voluntad se impone a sí el fin como finalidad.<br />

Asegura Bertrand Russell que inteligencia e impulso, o voluntad, son anteriores al uso filosófico<br />

y ético de los mismos, y que la ética y los códigos morales le son necesarios al hombre a causa del<br />

conflicto entre ellos. Si solo hubiera inteligencia o solo impulso no habría lugar para la ética (Russell<br />

Bertrand, 1993:l6).<br />

Ciertamente la inteligencia es anterior a la aparición de la filosofía o anterior a la ética tal como<br />

la entendemos hoy, o tal como fue entendida por Sócrates o por Aristóteles cuando disertaban o<br />

escribían acerca del bien. Sócrates ha sido considerado desde la antigüedad como el fundador de<br />

la filosofía moral: cambió la orientación de sus predecesores y la reflexión que había dado origen a<br />

la filosofía centrada en la naturaleza; comienza a fijarse en el hombre, en su modo de vida y en las<br />

comunidades de la que forma parte, así como de las instituciones de las que se sirve, tales como las<br />

costumbres, las leyes, la tradición, los maestros, etc. Partiendo del ‹Conócete a ti mismo›, propuso que<br />

la esencia del hombre es ‹su alma› y, por tanto, debe ocuparse de cuidarla por encima de cualquier otra<br />

consideración, entendiendo como alma la sede de nuestra actividad ética y pensante: nuestra razón.<br />

El estado del alma se cuida por medio de la ‹virtud›, que es la capacidad de lograr el bien de sí mismo.<br />

Aquella actividad o modo de ser que perfecciona a cada cosa haciéndola ser aquello que ‹debe ser›. Así<br />

la virtud del hombre es lo que hace que el alma sea lo que debe ser, buena y perfecta de acuerdo con<br />

su naturaleza. En esto consiste el conocimiento o el saber: la virtud es ciencia y el vicio es ignorancia. La<br />

virtud es saber y esta misma virtud puede entenderse como la cualidad que permite al hombre realizar<br />

su propio ‘para qué’. Nadie hace el mal sino por ignorancia del bien, pues nadie quiere ser peor sino<br />

mejor. Este saber que es alcanzable para todos según se nos muestra en la mayéutica, por la cual hace<br />

que cada cual descubra el conocimiento por sí mismo, basado en que “el alma solo puede alcanzar la<br />

verdad si está preñada de ella”. Se pueden ver unidos, pues, en Sócrates dos elementos fundamentales:<br />

Qué es el hombre (su alma) y cuál es el objeto de su deseo o su atracción (el bien); así las acciones del<br />

hombre tienen una dirección: alcanzar el bien, que se convierte en el ‘para qué’ de su ética y en el ‘por<br />

qué’ la virtud es tal virtud. Con Sócrates se da un cambio en el modelo de hombre digno de ser alabado<br />

por sus semejantes o conciudadanos y se pasa del ‘héroe’, al ‘hombre virtuoso’, que en el ejercicio de<br />

su autodominio o libertad es capaz de dominar su razón y sus instintos. Esta libertad es la que le da<br />

autonomía, siendo el sabio el que no vive en la necesidad sino en la libertad, elimina lo superfluo y le<br />

basta la razón para vivir feliz. Una felicidad que puede alcanzar cualesquiera sean las circunstancias,<br />

porque el hombre es el verdadero artífice de su felicidad.<br />

Podemos precisar aun más en qué pueda consistir esta reflexión crítica sobre la moralidad de las<br />

acciones humanas:

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