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424 Luís Pérez Rodríguez
de ancha dignidad anhelantes,
por las esquinas de España.
Benditas las cenas frías,
y las sábanas intactas,
las largas noches de espera,
las sigilosas llegadas
y el grito del padre justo
partiendo la madrugada.
Bendito el salario mísero
y el libro bajo la almohada,
la novia adicta y convicta
y la alentadora hermana.
Bendita la dura huelga
y el hambre digna y callada,
la represión asesina
y la delación canalla.
En yunques de amor y honra
vuestra carne fue forjada
y letra de acción y libro
os fue construyendo el alma.
¡Hijos nuestros, hijos nuestros,
hoy padres de vuestra Patria,
qué gloria ver nuestra carne
toda florecida de alas!.
La Plata (Argentina), junio de 1938.
II. CANTO A LA LIBERTAD
Frente a tu noble trono, Libertad no extinguida
sino más levantada en la cima del hombre,
más dolorosamente sentida en las entrañas
cuanto más perseguida por zarpas, por hocicos,
por sables, por hisopos, por teólogos castrenses,
rupestres polizontes, coroneles dialécticos;
por cheques, por decretos, por mentes dimitidas,
por retóricas tristes e insistentes gerundios,
por ricos pavorosos, por anulados pobres,
por madres superioras de voz acontraltada
y la letal ralea de los nacionalismos,