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420 Luís Pérez Rodríguez
hundida en vuestras metas siderales
y luego devolvédmela forjada
en los heroicos menesteres rudos
de vuestro mundo, lejos de los sapos,
para seguir la remozada lucha
con vuestro mismo fuego apasionado.
ESPAÑA SE CONFÍA
Oh, vosotros, los que surcáis las rutas cristalinas,
sobrios adolescentes de mi España,
con vuestro amor transfigurado en furia
ya que así lo quisieron los verdugos…
He aquí, en los costurones de la tierra,
los surcos, las aldeas, las ciudades,
la mies, el árbol, las fecundas aguas,
la ilustre arqueología y las diversas
eternidades de la dulce Patria;
los pirenaicos valles y silentes
en su meandro telúrico gozosos;
los agitados rumorosos burgos,
sonando a multitud ajetreada,
de la industriosa Cataluña firme;
los pueblos de Levante sosegados,
los ociosos palmares y los huertos
de la fulva cornisa alicantina;
la anchura cereal albaceteña,
y la heredad barroca del murciano
pródiga en frutos y extremada en cielos,
y la escueta Almería pedregosa
con el regalo de su verde vega;
Jaén plomizo y el manchego páramo;
las duras serranías cordobesas
de entraña mineral y hombres de acero,
y la extremeña estepa desolada
donde jamás los gritos de la sangre
hallarán la venganza suficiente…
Todo eso, oh gloriosos muchachos españoles,
y las tristes mujeres desvalidas,
los infinitos hombres, los ancianos