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Curros lector, traductor e imitador... 217 Portugal, que ofrece hoy el espectáculo de una poesía rica, original, cargada de aromas campestres, de creencias sanas, de oxígeno y de amor como ninguna otra, tiene a Antero de Quental, a João de Deus, a Guerra Junqueiro, a António Feijó, a Luís de Magalhães y otra porción de esclarecidos escritores que huyen de las grandes capitales al suburbio para inspirarse en la naturaleza y producir obras magistrales. ABÍLIO MANUEL GUERRA JUNQUEIRO De este modo Curros Enríquez, formado ideológicamente en los ambientes que precedieron y siguieron a la revolución del 68, colaborador de los periódicos demócratas y republicanos del sexenio, enemigo jurado de los carlistas y testigo de sus excesos durante la Guerra del Norte, lector de la importante literatura portuguesa del período realista, descubrió muy tempranamente al gran poeta portugués Abílio de Guerra Junqueiro, casi de la misma edad que él –dato curioso: Guerra Junqueiro había nacido el 15 de setiembre de 1850 y Curros el mismo día del año 1851– y situado en sus mismas coordenadas ideológicas; un poeta de quien Unamuno diría que era “el más grande lírico portugués de entre los vivos y uno de los mayores del mundo”. Curros sintoniza con su mensaje y se convierte en lector asiduo, imitador y traductor –el primer traductor al castellano de su obra; luego vendrían otros– del gran poeta. Las versiones de Curros, lo mismo que sus poemas cívicos, se reproducirían con cierta reiteración en los periódicos y revistas de la izquierda progresista, republicana y socialista, de finales del siglo XIX y principios del XX. No anduvo descaminado Manuel Casás cuando consideraba a Curros “hermano espiritual” de Guerra Junqueiro. De esa afinidad habló también Carballo Calero en Algunhas pegadas de Guerra Junqueiro nas literaturas hispánicas. Pilar Vázquez Cuesta, orientada por las afirmaciones de Blasco Ibáñez, rastreó las traducciones de poetas portugueses que Curros había publicado en El Porvenir y en Las Dominicales del Libre Pensamiento y pudo com-
218 Gregorio San Juan probar que de Guerra Junqueiro, además de las incluídas por su hijo Adelardo en los tomos III y V de sus Obras Completas (“Circular”, “Tragedia infantil”, “Lealtad” y “El mirlo”), existían otras tres, nunca recopiladas: “El agua de Lourdes”, “El dinero de San Pedro” y “Letanía moderna”. Nota: Al llegar a este punto, para explicar la preterición de esos poemas entre los de La lira lusitana, tengo que suponer que la causa no es otra que la censura ejercida por su hijo Adelardo Curros Vázquez, quien, dadas las diferencias ideológicas que mantuvo con su padre, ejercería la censura sobre esas piezas, que son las de mayor virulencia anticlerical. No es este el caso de los seis sonetos de Antero de Quental Elogio de la muerte, omitidos en las ediciones de sus obras ya que, contra lo que dice Pilar Vázquez Cuesta, no fueron rescatados por ella, ya que eran conocidos, pues habían sido publicados en el tomo que a Antero dedicara la Editorial Cervantes, de Barcelona, dentro de la colección “Las mejores poesías (líricas) de los mejores poetas”, (sin fecha, pero hacia 1920), y también en Las mil mejores poesías de la literatura universal, recopiladas por Fernando González y publicadas en Valladolid por Ediciones Ibéricas, (sin fecha, pero hacia 1955). Con estas aportaciones, y aceptando como fiable lo que dice Blasco Ibáñez, seguirían aún sin ser localizadas las traducciones de Antonio Feijó, el exquisito poeta parnasiano, autor del Cancioneiro chinés y de Ilha dos amores. La labor de Curros Enríquez como traductor ha sido elogiada por Blasco Ibáñez, Andrés González Blanco y Pilar Vázquez Cuesta. Curros es un traductor escrupuloso, que conoce a la perfección la lengua que traduce, que es en cierto modo la suya propia, y que con estas traducciones se acredita de extraordinario conocedor de la poesía portuguesa del momento. Es un avanzado en el conocimiento de sus modelos, pero es también un excelente seleccionador, un catador de esencias, además de un traductor impecable. Se puede decir, con entera convicción, respecto de algunos de los poemas, que la versión currosiana es superior a la origi-
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218 Gregorio San Juan<br />
probar que de Guerra Junqueiro, además de las incluí<strong>da</strong>s por su<br />
hijo Adelardo en los tomos III y V de sus Obras Completas<br />
(“Circular”, “Tragedia infantil”, “Lealtad” y “El mirlo”), existían<br />
otras tres, nunca recopila<strong>da</strong>s: “El agua de Lourdes”, “El dinero de<br />
San Pedro” y “Letanía moderna”.<br />
Nota: Al llegar a este punto, para explicar la preterición de<br />
esos poemas entre los de La lira lusitana, tengo que suponer que la<br />
causa no es otra que la censura ejerci<strong>da</strong> por su hijo Adelardo<br />
Curros Vázquez, quien, <strong>da</strong><strong>da</strong>s las diferencias ideológicas que mantuvo<br />
con su padre, ejercería la censura sobre esas piezas, que son<br />
las de mayor virulencia anticlerical.<br />
No es este el caso de los seis sonetos de Antero de Quental<br />
Elogio de la muerte, omitidos en las ediciones de sus obras ya que,<br />
contra lo que dice Pilar Vázquez Cuesta, no fueron rescatados por<br />
ella, ya que eran conocidos, pues habían sido publicados en el<br />
tomo que a Antero dedicara la Editorial Cervantes, de Barcelona,<br />
dentro de la colección “Las mejores poesías (líricas) de los mejores<br />
poetas”, (sin fecha, pero hacia 1920), y también en Las mil mejores<br />
poesías de la literatura universal, recopila<strong>da</strong>s por Fernando<br />
González y publica<strong>da</strong>s en Valladolid por Ediciones Ibéricas, (sin<br />
fecha, pero hacia 1955).<br />
Con estas aportaciones, y aceptando como fiable lo que<br />
dice Blasco Ibáñez, seguirían aún sin ser localiza<strong>da</strong>s las traducciones<br />
de Antonio Feijó, el exquisito poeta parnasiano, autor del<br />
Cancioneiro chinés y de Ilha dos amores.<br />
La labor de Curros Enríquez como traductor ha sido elogia<strong>da</strong><br />
por Blasco Ibáñez, Andrés González Blanco y Pilar Vázquez<br />
Cuesta. Curros es un traductor escrupuloso, que conoce a la perfección<br />
la lengua que traduce, que es en cierto modo la suya propia,<br />
y que con estas traducciones se acredita de extraordinario<br />
conocedor de la poesía portuguesa del momento. Es un avanzado<br />
en el conocimiento de sus modelos, pero es también un excelente<br />
seleccionador, un catador de esencias, además de un traductor<br />
impecable. Se puede decir, con entera convicción, respecto de algunos<br />
de los poemas, que la versión currosiana es superior a la origi-