Francisco Petrarca, con los seys Triunfos de toscano - eHumanista

447 Roxana Recio
de perfectión finita y no capaz de infinito objecto; de donde muy bien dize Damasceno en el
lugar allegado: “Nemo enim Deum vidit nisi unigenitus filius qui in sinu patris eternaliter fuit”.
Dize: “Ninguno puede comprehencer a Dios sino su hijo, que eternalmente es su esencia”. Y
Isaías confirmando lo mesmo al XL capítulo dize: “Deus sempiternus qui creavit terminos terre
non deficiet neque laborabit nec investigatio sapientie eius”. Dize: “Crió y puso término a todas
las cosas Dios sin tener en sí término o ser terminado, y su saber nunca falta ni faltará”. Así que
por esto los ángeles son contentos de ver una de mil partes de la esentia divina; por cuyo
entendimiento juzgan ser lleno y bienaventurado todo su desseo.
Pues en esto me paresce que deven los fieles entender y poner toda su bienaventurança y
deseo para descanso de sus fatigas, porque, como dize Augustino XVII de De trinitate: “Vita
eterna est in illa contemplatione in qua Deus non ad penam videbitur sed ad gaudium
sempiternum”. Dize: “Eterna vida es aquella contemplación de Dios, en la qual no rescibe la
criatura fastio y siempre tiene deseoso plazer”. Y esto mesmo nos enseña Cristo en San Juan al
XVII quando dixo: “Hec enim est vita eterna ut cognoscant te verum Deum et quem misisti Iesum
Cristum”. Dize: “Ésta es la verdadera bienaventurança en conoscer a Dios verdadero y a
Jesucristo su hijo, que fue embiado para nuestra redemptión”.
Desnudos y privados de todo entendimiento pues se pueden por cierto llamar los mortales
si por alguna manera piensan tener bienaventurança aparte de Dios que el sumo bien, siendo Él
la lumbre de nuestro entendimiento. A lo qual dezía Platón, como refiere Augustín VIII De
civitate Dei al capítulo VII: “Lumen accomodatum ad discendum omnia est ipse Deus a quo facta
sunt omnia”. Dize: “Dios es una luz aparescida para conoscer todas las cosas”. El qual todas las
cosas hizo, y por esso nuestro ánimo y voluntad deve siempre estar a Él endereçado.
Aviendo agora el poeta en los precedentes versos demostrado quál sea el verdadero
objecto de nuestro entendimiento, diziendo la vanidad de toda otra sciencia pertenesciente a la
vida speculativa, reprehende por consiguiente la escura diligentia de la prudencia humana cerca
las cosas temporales que pertenescen a la vida política, diziendo: “¡O, voluntad deseosa de lo que
le daña, siempre ayuna y vazía que nunca se harta! ¿Qué necessidad ay de tantos pensamientos,
pues sabemos cierto que lo que ganamos en toda la vida entera se suele dexar acá en menos de
una ora? Donde todo nuestro travajo hallamos perdido mayormente, que lo que da fatiga a
nuestra ánima es lo passado, y lo presente y lo futuro, y las otras diferencias que el tiempo haze,
pues todo pasará muy presto como si propriamente fuese sombra”.
¡O, llena de dessear
voluntad hambrienta y vana!
¿Para qué tanto pensar?
Un ora suele quitar
lo que en mil años se gana.
Lo que nuestro ánima afana
es el “fue” y “será” que nombra
“agora”, “ayer” de “mañana”;
todo será cosa llana
y pasará como sombra.
Así como la sapiencia es el hábito más excelente en la contemplación, así la prudentia es
más digna que todo otro hábito que atraya nuestra vida en la política conversación. Esto
demuestra Cicerón en los Oficios y Aristóteles en el V de la Éthica. Éste es el principio de toda
nuestra obra loable. Ésta es instituida para los cuidados públicos y privados. A ésta conviene
mirar no sólo lo pasado, mas proveher en lo presente y futuro, porque nuestra obra no caya en
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